Hola a todos, os dejo con el resumen de la última tertulia de Cádiz que ha hecho Montse nuestra coordinadora. Gracias Montse!!
Un beso a todos,
Mónica
RESUMEN DE LA 8ª TERTULIA EN CÁDIZ
En esta tertulia hablamos sobre algunas de las dificultades que podemos encontrar cuando iniciamos un proceso dirigido a resolver nuestros trastornos psicológicos, ya sea con la ayuda de un profesional o mediante la auto-ayuda. Empezamos señalando que es importante partir siempre de la auto-aceptación, ser conscientes de que como seres humanos somos falibles, y no tenemos que culpabilizarnos ni frustrarnos por el hecho de encontrar dificultades; por varias razones. La primera es que cualquier aprendizaje conlleva dificultades, y más aún cuando se trata de aproximarnos a nuestro mundo interior, respecto del cual no siempre tenemos información acerca de cómo funciona. Es importante conseguir esa información, comprenderla, y disponernos a emprender el camino aceptándonos con nuestras limitaciones, aunque con el ánimo de estar dispuestos a superarlas.
Una segunda razón es que culpabilizarnos por encontrar dificultades no solamente no aporta nada útil al proceso, sino que incluso puede bloquearnos si nos sentimos mal por sentirnos mal.
Y una tercera razón es que tendemos a atribuir las dificultados con las que nos topamos a nuestras características personales, como si las hubiéramos creado nosotros, cuando lo cierto es que casi siempre las hemos adoptado del ambiente, ya sea a través de la educación recibida o del medio social y cultural.
Las dificultades que salieron a la palestra fueron:
Preocupación: cuando nos preocupamos trasladamos nuestro pensamiento al futuro, o bien nos anclamos en recuerdos aflictivos. Preocuparse por el pasado es completamente absurdo e inútil y preocuparse por el futuro impide además, enfocar nuestra atención en el presente. En psicoterapia, es frecuente tener miedo a dejar de preocuparse, puesto que estamos acostumbrados a correlacionar preocupación con responsabilidad: cuanto más me preocupo, más responsable soy. La preocupación produce ansiedad y puede obsesionarnos e inmovilizarnos. Hay que dejar de pre-ocuparse y en vez de ello, ocuparse.
Confusión emocional: se refiere a considerar legítima la intensidad de nuestro malestar emocional con creencias del tipo “como yo me siento, es correcto”.
Argumentamos la validez de nuestra carga emocional con la evaluación que hemos hecho de la situación activadora: es lógico que esté muy angustiado porque lo que me ha ocurrido es muy angustiante. El origen de nuestro malestar está en esa evaluación exagerada y no en la propia situación. Si terribilizamos la situación, nuestras emociones las viviremos como terribles y además las justificaremos.
Falsa incapacidad: también es frecuente creer que modificar nuestros patrones de pensamiento es algo imposible, o muy difícil, para lo que no estamos capacitados. En este caso, nos atosigamos con pensamientos del tipo: no soy capaz, no me sale, no tengo recursos, no sabré, no podré… que nos hacen sentir miedo al fracaso. Estamos habituados a ser fieles a nuestro diálogo interno y creernos lo que nos dice, confundiendo inexperiencia con incapacidad. A medida que avanzamos en el pensamiento racional, nos damos cuenta de que lo único que necesitamos es la información correcta para saber cómo modificar nuestra cognición; después sólo es cuestión de perseverancia.
Prisa: es natural tener prisa por sentirse bien, resolver nuestros conflictos y ser más felices; sin embargo la prisa se convierte en una dificultad cuando nos sentimos embargados por un nerviosismo excesivamente dirigido al final del proceso terapéutico. La prisa puede causar rigidez y entorpecerlo. Tenemos que aprender a detectar y valorar los pequeños progresos; no hundirnos ante posibles recaídas y ser conscientes de que cada vez nos cuesta menos recuperarnos de ellas. Es fantástico tener ganas de avanzar, pero sin que esas ganas se transformen en una prisa desaforada que en lugar de ayudar, nos limite.
Magia: en el sentido de depositar fuera de nosotros la solución de nuestro malestar y pensar que si mejora el entorno, la situación, la vida… mágicamente yo mejoraré. Con la Terapia Racional Emotiva Conductual aprendemos que es justamente al revés: si yo mejoro, mejorará mi percepción de las condiciones que me envuelven, la “magia” radica en mí, en cómo transforme mi razonamiento.
Identificación: cuando los pensamientos perturbadores nos abruman y aún no hemos percibido su irracionalidad, es frecuente que nos identifiquemos con ellos, y todavía más cuando las emociones que los acompañan son muy aflictivas. Los pensamientos no son más que el producto de nuestra mente y tenemos los recursos para modificarlos. Decirnos a nosotros mismos “soy un fracasado” es fruto de una forma disfuncional de pensar, no es una sentencia que debamos creernos. A medida que cuestionemos nuestras creencias irracionales nos daremos cuenta de lo ridículas que son.
Durante la tertulia salieron algunos ejemplos de las dificultades comentadas. Hablamos de lo conveniente que es detenerse a analizar todos estos conceptos, cuya apreciación errónea puede contribuir a dificultar nuestro evolución en el proceso de aprender a no amargarnos la vida.
Para acabar, os cuento una de las aportaciones de Ana, -una de las tertulianas habituales-, respecto a la preocupación. Ana señaló la siguiente definición de “preocupación”: inquietud, embargar el ánimo y mantenerlo fijo en un pensamiento; y explicó también un gracioso ejemplo de lo que significa ocuparse en vez de preocuparse: la historia del propietario de una fábrica, que al ser informado el sábado por la tarde de que su fábrica ha quedado completamente destruida por un incendio, exclama: “¡pues menudo disgusto voy a coger el lunes!”.
Muchas gracias a todos por vuestra asistencia y vuestras aportaciones. Un saludo especial a los que vinisteis por vez primera; espero que disfrutarais del arte de no amargarse la vida. Nuestra próxima cita es el 13 de diciembre, a las 18:30.
Montse