viernes, 26 de febrero de 2010

TENER “DOS” O “NOVENTA Y DOS”

Un paciente de cuarenta años de edad (la misma edad que yo tengo, por cierto)  me comenta que cumplir años no le sienta bien. Él no se ve como un “señor” en la cuarentena y, muchas veces, se lleva mejor con chavales de veintitantos que con gente de su edad. Se pregunta: “¿Soy un inmaduro por eso?”

Mi opinión al respecto es la siguiente: ¡Yo pienso tener una vida emocionante hasta que me muera! ¡Si te sientes fuerte mentalmente, es lo mismo tener 2 que 92 años!

Hace unos años conocí al mítico psiquiatra gestáltico Claudio Naranjo y, hace poco, al escritor Fernando Sánchez Dragó. Naranjo debe rondar los ochenta años y Dragó, alrededor de setenta. Las tardes que pasé con ellos fueron súper interesantes. Tuvimos conversaciones inteligentes, amistosas, nos lo pasamos genial. Estar con esos tipos era como estar con un amigo de mi edad. Y es que sus mentes son jóvenes, al margen de la edad que pueda figurar en sus carnés de identidad… Son personas curiosas por las cosas de la vida, divertidos, interesantes, vibrantes... Yo quiero ser como ellos ahora y cuando tenga su edad.

La vida es para disfrutarla, pero nos complicamos ese objetivo con estúpidas auto-limitaciones. Uno de mis objetivos vitales es tener grandes amigos y, para ello, no pienso ponerle cercas al campo: cualquier persona que conozca, de cualquier edad, puede ser mi amigo y pienso darle entrada en mi vida. Eso no significa que ahora voy a empezar a salir por la noche con chicos de veinte años. No, entre otras cosas, porque hace tiempo que no me gusta salir por la noche... Pero sí que formarán parte de mis grupos de investigación en psicología, sí que jugarán conmigo a basket (mi deporte favorito), etc. etc. Y lo mismo se aplica a la gente de más sesenta años: entre ellos, mi madre, una mujer moderna, entusiasta e inteligente con la que me encanta hacer cosas. ¿Por qué tendría que ser de otra manera? ¿Quién dice que no ha de ser así? Definitivamente, ¡gocemos de la vida ya, tengamos 2 o noventa y dos!

lunes, 22 de febrero de 2010

EL DIVÁN DE RAFAEL

En la fotografía que ilustra mi currículum en este mismo blog, en la pestaña que lleva el título "Sobre mí", se ve que estoy sentado en un diván de color amarillo anaranjado. Ese diván tiene una historia que os voy a contar ahora.

Ese sofá está en mi despacho, en la calle Córcega con Enrique Granados. Se trata del típico diván de psicoanalista donde los pacientes se tumbaban para hablar de sí mismos mirando al techo, relajados, abstraídos en su mundo. Como sabéis, yo no hago psicoanálisis, pero ahí está el diván, como símbolo del pasado de todos los psicólogos.

A muchos de mis pacientes les explico, a lo largo de nuestro trabajo terapéutico, que un día yo me retiraré a ese diván. Quiero decir que lo dejaré todo: mi trabajo, mi pareja, etc. y me iré a vivir a ese diván. Me tumbaré ahí y ya no me moveré más. Haré que me traigan la comida allí y ya está. No trabajaré, no veré la tele, no leeré, no haré nada excepto estar allí tendido todo el día y toda la noche.

Y, ¿sabéis? Estaré muy bien. Bueno, quizás sea aburrido, lo admito, pero el aburrimiento todavía no ha matado a nadie. Además, creo que tendré muchos momentos de placidez: mirando a la pared, las diferentes tonalidades de blanco que se crean al entrar los rayos de sol por la ventana... También usaré mi imaginación para crear historias que me entretengan, que me emocionen, que me causen placer.

Asimismo, podré recordar cosas hermosas del pasado y regocijarme así. ¿Lo veis? Se puede estar bien así, sin hacer nada. ¡Qué guay!

Desde el punto de vista de la salud mental, es importante saber, comprender, ¡meterse en la mollera! que la simple existencia ya es placentera, confortable. No hay que correr a ningún lugar para llenar ningún vacío. ¡Relájate!

Hubo quien dijo en una ocasión (olvidé quién, pero era alguien listo, Isaac Newton, quizás) que "Todos los problemas de la humanidad proceden de la incapacidad del hombre para estarse quietecito en una habitación sentado y tranquilo". Claro, eso es un gran problema, porque "creer" (estúpidamente) que necesitas entretenerte para estar bien es el origen de la neurosis. Sí crees eso, es que ya has empezado a hacer cosas por temor (temor a aburrirte), mecánicamente, estresadamente, descuidadamente (sin cariño)...

Por eso, siempre digo que cualquier día me retiraré a mi diván y ya no me moveré más de allí. ¿Y sabes? Estaré bastante, bastante, bien.

Un abrazo,

Rafael

PELIS PARA APRENDER

Algunos de mis pacientes me piden que les recomiende películas como material de estudio de la terapia racional emotivo conductual, ya sabéis, la terapia que yo practico principalmente. Yo recomiendo algunas que nos pueden servir para aprender algún aspecto de la buena vida. Una de las más interesantes es Cómo cocinar tu vida, un documental súper bueno sobre los cursos de budismo que imparte el monje norteamericano John Espe Brown. John es el cocinero jefe de un monasterio budista en California y enseña las bases del budismo a través de la cocina.

 ¿Cómo se puede aprender religión o filosofía cocinando? Muy sencillo. Porque todas y cada una de las cosas que hacemos son  muestra de cómo entendemos la vida. John nos dice en la película: “Cuando cocinas no solo cocinas, estás trabajando en ti mismo y en los demás”. O: “Trata a los alimentos como si fuesen tus ojos”. Se dice que los buenos budistas hacen pocas cosas en su vida, escogen con cuidado y lo que hacen, lo hacen muy bien. La peli, además de muy sabia, es divertida y tiene una banda sonora genial de música jazz moderna, de un poco conocido pero genial grupo alemán.

 Otra de las pelis que me gustan es Todo lo que perdimos en el fuego con Halle Berry y el gran Benicio del Toro. Esta peli narra la recuperación de un drogadicto (Benicio) a través de su relación con una chica que está pasando por una crisis vital (Berry). Creo que es una peli genial para animarte si estás pasando por un momento difícil. Es muy positiva y, además, está dirigida por una directora alemana buenísima cuyo cine es siempre intelectualmente de nivel y, como verás, de impactante fotografía y composición.

 Y, por último, una pelicula protagonizada por Harrison Ford, pero muy diferente a sus típicos papeles de héroe. El film es La costa de los mosquitos. Me gusta mucho porque explica la locura de un padre familia que decide irse con su familia al Amazonas a vivir por su cuenta. En realidad, compran un poblado indígena y se instalan allí. El tipo es ingeniero y desea construir un mundo particular a su medida. La peli intenta enseñarnos que la felicidad no se encuentra en esto o lo otro, en un mundo que funcione así o asá, si no que está en el interior de cada uno. Es divertido ver cómo el padre se va emparanoiando más y más con su rígida visión del mundo. La peli es trepidante, muy bien dirigida y, para nada, tremendista.   

 En otra ocasión, os hablaré de más pelis que enseñan a vivir. Para encontrarlas, tendréis que buscarlas por internet y bajarlas o alquilarlas en algún videoclub. Cómo cocinar tu vida sólo la encontraréis en video-clubs de pelis de culto. La costa de los mosquitos es un poco antigua, debe tener 15 años, así que será también difícil de encontrar. Y Todo lo que perdimos en el fuego sí la encontraréis en todos los video-clubs.

Saludos,

Rafael

lunes, 15 de febrero de 2010

INVICTUS

Ya se puede ver en las pantallas de cine españolas la película de Clint Eastwood, Invictus, que narra la historia de la transición política de la Sudáfrica del post-apartheit. No he visto la peli todavía, pero me gustaría decir unas cuantas cosas al respecto de la historia de Nelson Mandela.

Mandela es una personaje que al que muchos admiran, casi veneran, porque es un tipo diferente. Pocos ha habido como él. Se me ocurren pocos nombres que le igualen, por ejemplo, Ghandi. Y hablar de Ghandi y Mandela es hablar de esa cosa tan extraña llamada no-violencia.

La no-violencia es una filosofía de vida muy peculiar que entronca en los presupuestos del cristianismo y otras filosofías más antiguas. Consiste en disciplinarse para desterrar de uno mismo toda forma de violencia. Se trata de construirse un mundo personal en el que no quepa la usurpación, el maltrato o la ira. Un mundo en el que abunde la solidaridad, el apoyo mutuo, el calor humano.

Muchos pensarán que es muy difícil vivir en un mundo tan ideal cuando alrededor nuestro hay tanta violencia: “Mi esposa no me trata con respeto”, “Mis compañeros de trabajo son faltones e hirientes”, etc. y que la violencia que se sufre no depende de uno mismo.

La filosofía de la no-violencia consiste en actuar de forma que atraigamos lo bueno y evitemos lo malo. Consiste incluso en transformar a las personas que tenemos alrededor para volverlos (al menos con respecto a nosotros) personas amables. Y lo más importante, la no-violencia pacificará nuestra mente pase lo que pase a nuestro alrededor. Esa fue la apuesta de Ghandi y Mandela y ambos consiguieron derrumbar a sendos imperios.

Y ¿cómo se hace la no-violencia? Para explicarlo brevemente, consiste en negarse a actuar violentamente aunque la otra persona tenga actitudes hostiles hacia nosotros. Se trata de intentar llegar al corazón generoso que todo el mundo posee y activarlo. Implica entender que la persona violenta está enferma (o muy confundida) y que lo que necesita es curarse (o aprender a vivir de otra forma).

La no-violencia es una disciplina que uno puede aprender instaurándola con decisión en nuestra vida. Uno de los mejores manuales para ir aprendiéndola es el magnífico libro Autobiografía de Ghandi, con varias ediciones en castellano. La propuesta es convertirse en un peace-maker, un auténtico “hacedor de paz”.

viernes, 12 de febrero de 2010

GRABACIÓN PROGRAMA DE SÁNCHEZ DRAGÓ

Este lunes, 8 de febrero estuve en Madrid para acudir al programa de Fernando Sánchez Dragó, Las noches blancas. Fue una experiencia muy estimulante; Además de culto, Dragó es un tipo entrañable, muy afectuoso aunque apenas te conozca. Ah, y es muy rápido de mente, ¡entiende y relaciona lo que le digas a la primera!

También estaba allí un reputado yogui llamado Ramiro Calle, el autor español más prolífico en esto del yoga. Ramiro me cayó de coña: atento, humilde, inteligente y sincero. En el programa hicimos una tertulia sobre la felicidad y coincidimos casi completamente en nuestra visión del asunto.

Pero lo más destacable de mi viaje a Madrid fue poder pasar unos días con mi amigo Fernando and family y pasar un rato con mi amiga Esther, ambos residentes en Madrid. Fernando es un gran colega mío desde hace milenios y cada vez que lo veo, pienso que tengo mucha suerte de tenerlo como amigo. No se lo digo porque entre "hombres" no nos decimos esas cosas fácilmente, pero lo pienso. Fernando es ese tipo de personas que no hacen filosofía, no son especialmente creyentes (o nada), no van al psicólogo ni hacen trabajos de crecimiento personal y todo eso, pero en su sistema de valores la amistad ocupa un lugar súper importante y eso hace que se mantengan cuerdos, optimistas y entusiastas de la vida, prácticamente, pase lo que pase.

A Esther no la he visto en muchos años, pero no sé qué pasa con esta chica, que cada vez que la veo, me siento tan cercano como si la viese cada día. Me recuerda a la película Lost in translation en la que Bill Murray conoce a Scarlett Johanson en Tokio y en unos días se crea entre ellos una química súper especial, mágica, y no se sabe bien por qué.

En resumen, estos días he confirmado una vez más que la amistad es una de las cosas más valiosas de la vida. No es absolutamente imprescindible para estar bien, pero sí es una fuente fantástica de bienestar interior. ¡Vale la pena cultivarla!

Hasta luego!

Rafael

AMIGOS Y AMIGAS DE "ESCUELA DE FELICIDAD"

Hoy se inaugura este blog en el que subiré periódicamente reflexiones, informaciones, consejos y experiencias que nos puedan ayudar a vivir mejor.

Te animo a que tú también hagas tus aportaciones y así podamos tener un diálogo, o mejor, una tertulia en la que podamos aprender.

Un abrazo muy fuerte!

Rafael