Al terminar el trabajo me gusta salir a correr, sobre las 8.30 o 9 de la
noche dos días de la semana , dejando las tiradas largas para el domingo.
Muchas
veces quedo con amigos pero en otras ocasiones no tengo más remedio que ir
solo.
Como
no me gusta correr por asfalto suelo ir por caminos y con frontal en la cabeza
para iluminar . Aunque reconozco que las noches de luna llena me lo pienso dos
veces .
¡Más
que un problema de terribilitis es de mieditis!.
Siempre
corro con móvil por si me pasa algo aunque tampoco me preocupa mucho. Sé que mi
ex me localizaría rápido , sobre todo si es a principio de mes.
En
ocasiones cuando voy corriendo empiezo a 5 minutos el km pero noto como
enseguida voy más rápido hasta situarme a 4:30 sin gran esfuerzo. Entonces me
digo a mí mismo "David vas como un tiro" y trato de ir un poco más
rápido pero con prudencia porque todavía me quedan 8 km. Pero cuando llego al
puente y vuelvo por el otro lado de la orilla del canal enseguida me doy cuenta
de la explicación.
El
dichoso viento.
En
ese momento mi cabeza lo primero que piensa es menuda m***** de viento. ¡Y
todavía me queda la mitad del recorrido!.
Lo
primero que me da ganas es de ir bajando de ritmo y volver a los 5 minutos el
kilómetro. ¡Sería tan tentador!...
Pero
me propongo no ceder.
Voy
a aguantar a la misma velocidad pese a que antes tenía el viento a favor y
ahora lo tengo en contra.
Pensándolo
bien es lo correcto. Sí durante 5 km no he estado agradeciendo al viento que me
empujara sería totalmente injusto empezar a quejarme ahora que lo tengo en
contra.
Sigo
corriendo apretando los dientes y tratando de poner la coma en su sitio.
"No
, puedo".
Ya
solo quedan 2 km y voy a dar todo lo que tengo. Me sitúo a 4.10 en el penúltimo
kilómetro para tratar de bajar de 4 en el último.
Al
finalizar el entrenamiento me siento hecho polvo pero muy satisfecho. No sólo
por haber hecho un buen tiempo sino sobre todo por el entrenamiento mental que
he realizado.
Reconozco
que el viento ha sido mi mejor entrenador. Después de este entrenamiento sé que
en una carrera de 10km en asfalto, con público , con edificios que te protejan
del viento, ¡bajo de los 40 minutos seguro!.
En
otras ocasiones en las que he terminado corriendo a 5, aunque menos cansado
físicamente me he sentido más decepcionado. ¡ Y sin ganas de correr durante
unos cuantos días!.
Muchas
veces en la vida empezamos con el viento de cola. Encontramos un trabajo, nos
echamos novia, compramos el coche y la casa , tenemos hijos, buena salud... Y
nos sentimos felices porque tenemos todos los factores externos a nuestro favor
, pero en ese momento no lo agradecemos.
En
algún momento siempre van a aparecer adversidades : pérdida de trabajo,
problemas de salud, separaciones, muerte de algún familiar cercano ... Incluso
cada vez es más frecuente que las adversidades nos las creemos nosotros con
nuestra costumbre de quejarnos por todo , nuestra necesititis , nuestra
facilidad de echar la culpa a los demás, al mundo...
Todo
por cosas que la mayor parte de las veces evaluamos como tragedias cuando
realmente son obstáculos que si aprendiéramos a aceptarlos (aunque no nos
gusten) , podríamos seguir perfectamente nuestro camino.
¡ Y
en muchas ocasiones superado el obstáculo , hasta lo agradeceríamos porque nos
ha hecho mejorar !.
Pero
para crecer ante las adversidades sólo hay una forma: amueblar correctamente
nuestra mente.