lunes, 25 de septiembre de 2017

REFLEXIONES DE PILAR G. VADO: UNA BONITA HISTORIA


Cuatro almas se iban a encarnar y Dios se reúne con ellas para preguntarles qué quieren para su próxima vida. Una de ellas se apresura y responde:
-Lo que yo quiero, Señor, es poder, mucho poder. Me gustaría ser una de las personas más poderosas del mundo.
Otra dice:
-Lo que a mí me gustaría es tener mucho dinero, muchas riquezas. Sí, ser enormemente rico.
Otra alma asegura:
-Yo quiero, Señor, poder recorrer todos los rincones de la tierra y conocer muchos países y sus gentes. Viajar constantemente y desplazarme hasta los confines de la tierra.
La cuarta alma se queda silenciosa y cuando Dios le pregunta si no quiere nada, le contesta:
-Lo que yo deseo, lo único, Señor, es tener una buena mente, una mente amiga. Si no me das una buena mente, ¿para qué me serviría todo lo demás?


jueves, 14 de septiembre de 2017

REFLEXIONES DE DAVID VEGA: EL MEJOR ENTRENADOR



Al terminar el trabajo me gusta salir a correr, sobre las 8.30 o 9 de la noche dos días de la semana , dejando las tiradas largas para el domingo.
Muchas veces quedo con amigos pero en otras ocasiones no tengo más remedio que ir solo.
Como no me gusta correr por asfalto suelo ir por caminos y con frontal en la cabeza para iluminar . Aunque reconozco que las noches de luna llena me lo pienso dos veces .
¡Más que un problema de terribilitis es de mieditis!.

Siempre corro con móvil por si me pasa algo aunque tampoco me preocupa mucho. Sé que mi ex me localizaría rápido , sobre todo si es a principio de mes.
En ocasiones cuando voy corriendo empiezo a 5 minutos el km pero noto como enseguida voy más rápido hasta situarme a 4:30 sin gran esfuerzo. Entonces me digo a mí mismo "David vas como un tiro" y trato de ir un poco más rápido pero con prudencia porque todavía me quedan 8 km. Pero cuando llego al puente y vuelvo por el otro lado de la orilla del canal enseguida me doy cuenta de la explicación.

El dichoso viento.

 En ese momento mi cabeza lo primero que piensa es menuda m***** de viento. ¡Y todavía me queda la mitad del recorrido!.
Lo primero que me da ganas es de ir bajando de ritmo y volver a los 5 minutos el kilómetro. ¡Sería tan tentador!...
Pero me propongo no ceder.
Voy a aguantar a la misma velocidad pese a que antes tenía el viento a favor y ahora lo tengo en contra.

Pensándolo bien es lo correcto. Sí durante 5 km no he estado agradeciendo al viento que me empujara sería totalmente injusto empezar a quejarme ahora que lo tengo en contra. 
Sigo corriendo apretando los dientes y tratando de poner la coma en su sitio.

"No , puedo".

Ya solo quedan 2 km y voy a dar todo lo que tengo. Me sitúo a 4.10 en el penúltimo kilómetro para tratar de bajar de 4 en el último. 
Al finalizar el entrenamiento me siento hecho polvo pero muy satisfecho. No sólo por haber hecho un buen tiempo sino sobre todo por el entrenamiento mental que he realizado.
Reconozco que el viento ha sido mi mejor entrenador. Después de este entrenamiento sé que en una carrera de 10km en asfalto, con público , con edificios que te protejan del viento, ¡bajo de los 40 minutos seguro!.
En otras ocasiones en las que he terminado corriendo a 5, aunque menos cansado físicamente me he sentido más decepcionado. ¡ Y sin ganas de correr durante unos cuantos días!.

Muchas veces en la vida empezamos con el viento de cola. Encontramos un trabajo, nos echamos novia, compramos el coche y la casa , tenemos hijos, buena salud... Y nos sentimos felices porque tenemos todos los factores externos a nuestro favor , pero en ese momento no lo agradecemos.  
En algún momento siempre van a aparecer adversidades : pérdida de trabajo, problemas de salud, separaciones, muerte de algún familiar cercano ... Incluso cada vez es más frecuente que las adversidades nos las creemos nosotros con nuestra costumbre de quejarnos por todo , nuestra necesititis , nuestra facilidad de echar la culpa a los demás, al mundo...

 Todo por cosas que la mayor parte de las veces evaluamos como tragedias cuando realmente son obstáculos que si aprendiéramos a aceptarlos (aunque no nos gusten) , podríamos seguir perfectamente nuestro camino.
¡ Y en muchas ocasiones superado el obstáculo , hasta lo agradeceríamos porque nos ha hecho mejorar !.

Pero para crecer ante las adversidades sólo hay una forma: amueblar correctamente nuestra mente.