lunes, 18 de abril de 2016

REFLEXIONES DE PILAR G.VADO: LA MADUREZ INTERIOR


Podríamos decir que madurar emocionalmente es hallar la fuente interior de bienestar que nos ayuda a vivir de manera más plena y feliz. Pero no confiemos en que el mero paso del tiempo, por sí solo, nos convierta en personas psicológicamente maduras. Envejecimiento y crecimiento personal no tienen por qué ir necesariamente de la mano, es decir, no cabe esperar que una persona joven deje de ser neurótica simplemente porque vaya cumpliendo años. Lo más probable es que continúe siendo igual de neurótica (o incluso más) cuando llegue a la vejez, ya que cada vez se arraigarán más sus neuras.

Es cierto que a medida que nos hacemos mayores, vamos acumulando más conocimientos y experiencias. Sin embargo, los conocimientos no aportan sabiduría, solo cultura, y las experiencias únicamente nos servirán para crecer y fortalecernos si las empleamos como instrumentos para ello. Más que la cantidad de experiencias que vivamos, lo verdaderamente relevante es lo que hagamos con ellas. De nosotros depende ver en cada situación, en cada obstáculo y en cada acontecimiento, un maestro que nos guíe en el camino hacia la madurez.

A continuación detallo algunas características propias de las personas emocionalmente fuertes y maduras:

-Se aceptan incondicionalmente a sí mismas como seres imperfectos, aunque eso no quiere decir que no deseen mejorar en algunos aspectos, pero no lo harán porque lo consideren una necesidad imperiosa ni por lograr desesperadamente la aprobación de los demás.

-Se tratan bien a sí mismas, es decir, no se autodesprecian  ni se autocompadecen ni se culpabilizan.

-Aceptan a los demás incondicionalmente, comprenden que todos fallamos y que no es preciso ser tratados con consideración y respeto todo el tiempo.

-Otorgan a todos los seres humanos exactamente el mismo valor.

-No se enrabietan cuando las cosas no salen como les gustaría. Aceptan el mundo tal cual es y después, desde la serenidad, trabajan para cambiar aquellas cosas que nos les agradan y que están en su mano cambiar.

-Fluyen con la vida porque aceptan que tanto la incertidumbre como la impermanencia forman parte de la existencia.

-Apenas se alteran emocionalmente, solo en contadas ocasiones puede experimentar ansiedad, estrés, depresión, ira, odio, vergüenza, culpa…, pero no suelen perturbarse por sentirse mal.

-Se responsabilizan de su estado emocional y no culpan ni a los demás ni al mundo cuando sienten malestar.

-Les invade una casi permanente alegría de vivir.

-Son capaces de disfrutar con entusiasmo, en libertad y sin miedo de todo lo que les brinda la vida.

-Gozan intensamente y sin dependencia emocional de sus relaciones con los demás.

-No les asusta ni la soledad ni el aburrimiento, de hecho, disfrutan enormemente de los momentos en los que se encuentran solos sin hacer nada, porque apaciguan la mente, descansan el cuerpo y estimulan la creatividad.

-Carecen de necesidades inventadas o exigencias, sin embargo suelen tener muchos deseos, intereses y proyectos.

-Evalúan correctamente todo lo que les sucede, por lo tanto, no exageran negativamente las adversidades que se les presentan y las afrontan de manera constructiva.

-Lejos de castigarse por cometer errores, encuentran en ellos excelentes oportunidades de crecimiento.

-Aprecian y agradecen todo lo que tienen en su vida, y no pierden ni tiempo ni energía en lamentarse por lo que no tienen.

-Se ocupan de las cosas, pero rara vez se preocupan por ellas.

-Su escala de valores está encabezada por el amor a la vida y a los demás.

-Se centran en el momento presente y no se atormentan por lo que ocurrió en el pasado ni se preocupan por lo que sucederá en el futuro.

-Saben que la felicidad está en el aquí y el ahora, no en el futuro cuando consigan lo que desean.

-Se sienten en armonía con la naturaleza, aprecian todo aquello que la integra y son conscientes de que forman parte de ella.





sábado, 9 de abril de 2016

REFLEXIONES DE GEMA MERINAS: ENCUENTROS CON LA FELICIDAD. RAZONES PARA LA FELICIDAD


Empieza mi jornada laboral a las 7:00h, ¡qué madrugón! ¡qué sueño! No he conseguido acostumbrarme en los 4 años que llevo en esta empresa.

En los meses de invierno salgo de casa completamente de noche. La pequeña ciudad donde vivo, duerme a esas horas, se oye el silencio en las calles, la quietud, la calma.

Me gusta esa sensación.

El  viento helado me acaricia el rostro, lo tersa: me gusta , me despeja.

Y entonces, al cruzar la plaza ocurre el milagro: una gran extensión de cielo se abre ante mis ojos como una enorme bóveda azul marino, cuajada de miles de puntos brillantes en la oscuridad, en el firmamento.

¡Qué magnífico espectáculo!

Alguien ha pintado ese lienzo para mí. Alguien me regala de nuevo esa magnífica visión que tanto me gustaba contemplar de niña con mi padre en las cálidas noches de verano.

¡Cuánto tiempo hacía que no miraba al cielo para deleitarme con las estrellas!

¿Por qué dejé de hacerlo?¿ Acaso no encuentro un momento en mi ajetreada agenda?

Pero es entonces cuando tomo conciencia de que puedo sacar un gran partido de este descubrimiento.

Bendigo este trabajo tan tempranero que me permite recuperar esta afición tan preciada y a la vez olvidada.

Acabo de encontrar una razón para madrugar, otra razón para encontrarme con la felicidad.



REFLEXIONES DE MONTSE ROVIRA: SIMPLEMENTE HAZLO



Decía Pablo Picasso que “la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”. 

Una anécdota sobre Picasso cuenta que un día mientras se dirigía al mercado una mujer se acerco a él, sacó un pedazo de papel y le dijo: “Sr. Picasso, soy una gran admiradora de su obra, ¿me haría usted un pequeño dibujo en este papel?”. Picasso sonrió, rápidamente hizo un dibujo y se lo dio a la mujer diciéndole: “Aquí tiene, son un millón de dólares”. La mujer, atónita, exclamó: “Pero Sr. Picasso, ¡si sólo le ha llevado treinta segundos!”. A lo que él respondió: “Querida señora, me ha llevado treinta años hacer una obra maestra en treinta segundos”.

Al hablar de personas que han conseguido grandes éxitos solemos calificarlas de genios y atribuir sus logros a una inteligencia, ambición o cualidad específica extremas. Da igual que pensemos en grandes compositores, atletas de élite, afamados artistas, científicos célebres, pensadores influyentes… siempre creemos que han nacido con un talento innato, les vemos como seres extraordinarios que han tenido la suerte de venir al mundo con una aptitud que les convierte en un fuera de serie. 

Malcolm Gladwell (1963), es un autor canadiense que en 2011 presentó en su libro Los fuera de serie (Outliers) una visión bien distinta acerca de las cualidades de los que denominamos genios. Sin desdeñar que ciertos individuos efectivamente tienen una predisposición y aptitud innatas hacia determinadas áreas, Gladwell sugiere que la realidad de estas personas es bien distinta a cómo la imaginamos y que la clave de su éxito no está en los genes, sino en la perseverancia. De ahí surge la Regla de las 10.000 horas: Gladwell explica que para ser un “primera clase” en cualquier campo, necesitamos 10.000 horas de práctica deliberada, entendiendo por ésta ejercitarse de modo concentrado, poniendo toda nuestra atención, de manera que la práctica no es lo que hacemos cuando ya somos buenos en algo, sino lo que hacemos para llegar a ser buenos en algo. La actitud prevalece sobre la aptitud. Veamos un par de ejemplos:

Frank Kafka (1883-1924) es considerado unos de los escritores mas creativos e influyentes del siglo XX, sin embargo pasó la mayoría de su tiempo trabajando como abogado, -profesión que eligió por imperativo paterno-, hasta su jubilación. ¿Cómo consiguió Kafka dar rienda suelta a su creatividad sin abandonar sus obligaciones laborales? Kafka seguía estrictamente una programación de tareas tras finalizar su jornada laboral que le permitía escribir a diario durante varias horas antes de acostarse.

Haruki Murakami (1949), uno de los más acreditados novelistas actuales, se levanta cada día a las cuatro de la madrugada, escribe durante cinco horas, luego sale a correr y empieza su jornada.

He citado el ejemplo de dos escritores porque la escritura es una de las prácticas en las que es más fácil dejarse llevar por esta idea: “no se puede hacer si no se está inspirado”.

William James (1842-1990) famoso psicólogo estadounidense que postulaba “lo verdadero es lo útil” insistía en que la programación de rutinas libera nuestra mente y nos hace avanzar en lo que nos propongamos. La rutina, el hábito, llevar a cabo esa acción cotidiana enfocándonos en la tarea, nos libera de pensar en si es o no es el momento adecuado, en si nos saldrá o no nos saldrá bien, en si merece la pena, etc. La consigna es “simplemente, hazlo”. Si malgastamos recursos (tiempo, energía) decidiendo cuándo, dónde o de qué manera empezar, lo que estamos haciendo es obstruir nuestra capacidad de hacer el trabajo.
 
En otras palabras, en lugar de esperar quietos a que la motivación o la inspiración acudan para empujarnos a la acción, lo que tenemos que hacer es empezar, y día a día seguir, enfocados en la tarea diaria más que en el objetivo a largo plazo, aunque esa tarea diaria no nos salga todo lo bien que pretendíamos, aunque no estemos del todo satisfechos con ella. 

Muchas veces la única manera de conseguir ese objetivo es darnos el permiso para equivocarnos. No nos atrevemos a empezar algo porque buscamos la perfección y nos frustramos si no la conseguimos. Podemos aplicar esta premisa a muchos campos: la creación, el ejercicio físico, la dieta, emprender un proyecto profesional, el estudio, etc. La programación de una rutina es el sistema que convierte nuestro objetivo en realidad. Es lo que lo hace posible. Si no nos planificamos, la única opción que nos queda es encontrar la motivación. Y la motivación suele acompañar a aquello que nos da disfrute, pero no siempre a lo que tenemos que hacer para conseguirlo.


Un ejemplo clásico es perder peso. Nos despertamos diciéndonos “hoy quiero hacer ejercicio, o quiero a ir al gimnasio, espero tener las ganas suficientes, o la fuerza de voluntad”. Pensamos en que queremos perder diez kilos en unos meses y vemos ese objetivo como un muro infranqueable. Podríamos cambiar ese pensamiento y decirnos: “como sólo hago ejercicio cuando estoy motivado, voy a hacerlo cada día a las 8 para estar motivado”. La programación de nuestra tarea no tiene que basarse en los resultados (¿cuántos kilos quiero perder cada semana?). “Perder 2 kilos” no es una acción que podamos hacer, caminar media hora, es una acción que sí podemos hacer.

Tenemos que establecer una rutina basada en las acciones posibles, no en los resultados pretendidos. Los resultados son la visión, la rutina diaria es la mirada. Esta rutina tiene que contemplar nuestras limitaciones externas. Las limitaciones externas son impedimentos, como por ejemplo el tiempo que podemos dedicarle, tal como le ocurría a Kafka que no podía abandonar su trabajo como abogado para dedicarse a escribir. Demasiado a menudo nos lamentamos sobre las limitaciones que nos retienen, “no tengo tiempo suficiente para hacer ejercicio”, “no tengo dinero suficiente para empezar un negocio”, “no estoy inspirado”, “no me gusta esta asignatura”. Pero esas limitaciones no son el enemigo. Podemos establecer una rutina de trabajo a partir de ellas y lo más probable es que comprobemos que no eran tan limitantes como creíamos antes de empezar. Las limitaciones son sólo el tamaño del lienzo que queremos pintar pero lo que pintemos en él sólo depende de nosotros. 

No se trata de convertirse en un adicto al trabajo, o al ejercicio, o a lo que sea que dediquemos un tiempo diario, se trata de ser efectivos encontrando tiempo para hacer aquello que tiene sentido para nosotros –especialmente si no nos gusta, como podría ser hacer abdominales-. Si lo que queremos conseguir tiene sentido para nosotros, si es importante en nuestra vida, abandonaremos el papel de víctima que deja que la vida pase pensando que lo que me gustaría lograr es imposible. 

El propósito nos empuja, nos motiva, y esa motivación generalmente se expande tras habernos puesto en marcha, no antes. Por ejemplo, pensar en salir a correr hace que nos parezca agotador, sin embargo mientras estamos corriendo nos sentimos satisfechos, motivados, y se nos antoja mucho más fácil llegar al destino de lo que era empezar la carrera. De hecho, estamos hablando de la primera ley de Newton: “Un objeto en reposo permanece en reposo y un objeto en movimiento permanece en movimiento, excepto si una fuerza exterior le obliga a cambiar de estado”.


Cierto es que a veces la vida nos sorprende con sacudidas inesperadas que alteran nuestro estado, y en esos momentos lo que minimizará el impacto es nuestra rutina de pensamiento, la forma habitual que tenemos de evaluar lo que nos sucede y cómo podemos manejarlo. Instaurar una forma de pensar saludable es equiparable a establecer cualquier otro tipo de rutina, pero además nos ayuda a crecer mental y emocionalmente y nos hace tomar consciencia de la enorme capacidad que tenemos si simplemente cruzamos el umbral de nuestra incertidumbre con determinación.

domingo, 3 de abril de 2016

REFLEXIONES DE MÓNICA SIMÓN: LAS COSAS EN LA VIDA ME TIENEN QUE IR BIEN...


Muchos pensamos firmemente que las cosas en la vida nos tienen que ir bien, tal y como nos proponemos, tal y como nos habíamos fijado...  pero todos sabemos porque ya lo hemos vivido seguro en alguna ocasión que esto no es así...  cuando se nos aparecen adversidades si mantenemos las creencias anteriores, estas adversidades las vamos a  vivir como horrorosas e insoportables, pobre de mí con lo que me está pasando, nada puedo hacer con este sufrimiento....

Bueno amigos pues hoy vamos a descubrir que estos pensamientos que solemos tener con mucha frecuencia son muy irracionales. Es muy ingenuo pensar que en la vida no deberían pasarme desgracias porque me hacen sufrir y, que debería tener el control absolutamente de todo lo malo que pueda pasarme... esto es lo que nos gustaría pero la vida no es así.

Si mantenemos esas creencias irracionales sobre la vida y las adversidades adoptamos también, el papel de víctimas que lleva asociado el lamentarse por pensar que nada puedo hacer para afrontar esa adversidad que desde luego no me gusta... ¿y qué vamos a sentir si estamos pensando así? pues emociones insanas y desbordadas: ansiedad, ira, depresión...

Por lo tanto estos pensamientos hay que cambiarlos ¿qué podemos hacer?

- Lo que nos hace sufrir no son las adversidades de la vida, sino lo que pensamos sobre ellas. Por tanto cambiando nuestros pensamientos podemos conseguir que esas adversidades nos afecten menos. No vamos a poder cambiar la adversidad pero sí que podemos llegar a conseguir el no tener emociones insanas.

- Las cosas son como son, nos gusten o no. Y en muchas ocasiones no podremos hacer nada para cambiarlas pero lo que sí que podemos cambiar es el grado en que nos afectan.

- En esta vida no podemos controlarlo todo, no nos queda otra que aceptarlo y entre lo insoportable y lo placentero está lo soportable.

- Es utópico pensar que podemos evitar todo el sufrimiento.

- Aceptar que nos pasan cosas que no dependen de nosotros.

- En la vida no vamos a tener todo lo que deseamos. Es necesario soportar cierto grado de incomodidad porque la vida es así.

- Autoaceptación incondicional de la vida!!!

- Aceptar la responsabilidad que tenemos en nuestra propia vida en lugar de culpar a las circunstancias o los demás de nuestras propias emociones insanas y conductas autodestructivas. Abandonar por tanto el papel de víctima. Fuera los sentimientos de autocompasión!!!

- Ser flexibles a la hora de pensar, abiertos a los cambios. Fuera exigencias y rigideces.

- Vivir las adversidades como oportunidades  de aprendizaje.

- Busca actividades que te llenen aunque no tengas ganas de hacerlas, hazlas!!!

 No se trata de llegar a no sentir o a vivir las adversidades como algo estupendo. No!! se trata de sentir de manera sana y eso sólo lo vamos a lograr si aceptamos incondicionalmente la vida tal y como es. La vida no es perfecta a veces nos ocurren cosas maravillosas pero a veces no, existen las injusticias, las adversidades, el malestar... pero es responsabilidad nuestra como nos sentimos ante estas adversidades... y no olvidar que cuando nos caemos nos podemos levantar y con más fuerza!!!!

Un beso a todos,


Mónica 

REFLEXIONES DE GEMA MERINAS: ENCUENTROS CON LA FELICIDAD. RAZONES PARA LA FELICIDAD



Con frecuencia pasamos por la vida con demasiada prisa, corriendo, centrándonos en un “objetivo final a alcanzar”

A menudo recorremos nuestro camino con la vista puesta en el destino, sin reparar en los detalles de nuestro alrededor, en lo que nos rodea.

Solemos pensar que lo importante está al final, en la meta y eso nos hace perdernos multitud de buenos momentos, multitud de ocasiones para disfrutar y aprender.

Te propongo que te detengas a observar tu alrededor, a vivir cada sensación que puedas experimentar, a saborear cada sorbo que te ofrezca la vida. Por nimio que te parezca puedes obtener mucha satisfacción.

Te pongo un ejemplo:

Me acabo de duchar, como cada día. ¿Qué importancia tiene este acto tan cotidiano? Pues yo lo vivo así.

He accionado una cómoda manivela de un grifo y ha comenzado a fluir con gran naturalidad un torrente de agua limpia con un agradable sonido de cascada que se ha ido templando progresivamente  y ha comenzado a descender por mi cuerpo cubriéndolo de calor y bienestar.

Me he aplicado un gel con un suave olor a lavanda que ha perfumado la estancia y mi piel con un aroma relajante y tranquilizador.

Al salir de la ducha una suave alfombrilla ha acariciado mis pies y una toalla me ha abrazado con mimo.

¡Me he sentido tan bien!

Me he sentido el centro de un complot para mi bienestar

Por supuesto mi respuesta ha sido de profundo agradecimiento y  de sensación de felicidad.

No es difícil encontrar momentos para la felicidad, sobretodo si te empeñas en verlos.


Practica