Con
frecuencia pasamos por la vida con demasiada prisa, corriendo, centrándonos en
un “objetivo final a alcanzar”
A menudo recorremos nuestro camino con la vista puesta en
el destino, sin reparar en los detalles de nuestro alrededor, en lo que nos
rodea.
Solemos pensar que lo importante está al final, en la meta
y eso nos hace perdernos multitud de buenos momentos, multitud de ocasiones
para disfrutar y aprender.
Te propongo que te detengas a observar tu alrededor, a
vivir cada sensación que puedas experimentar, a saborear cada sorbo que te
ofrezca la vida. Por nimio que te parezca puedes obtener mucha satisfacción.
Te pongo un ejemplo:
Me acabo de duchar, como cada día. ¿Qué importancia tiene
este acto tan cotidiano? Pues yo lo vivo así.
He accionado una cómoda manivela de un grifo y ha comenzado
a fluir con gran naturalidad un torrente de agua limpia con un agradable sonido
de cascada que se ha ido templando progresivamente y ha comenzado a
descender por mi cuerpo cubriéndolo de calor y bienestar.
Me he aplicado un gel con un suave olor a lavanda que ha
perfumado la estancia y mi piel con un aroma relajante y tranquilizador.
Al salir de la ducha una suave alfombrilla ha acariciado
mis pies y una toalla me ha abrazado con mimo.
¡Me he sentido tan bien!
Me he sentido el centro de un complot para mi bienestar
Por supuesto mi respuesta ha sido de profundo
agradecimiento y de sensación de felicidad.
No es difícil encontrar momentos para la felicidad, sobretodo
si te empeñas en verlos.
Practica
Fantástico artículo Gema!!! muchas gracias por esta aportación. Un fuerte abrazo!!
ResponderEliminarVivir lo que hacemos, ser conscientes del momento y que todos los días hay placeres y momentos de disfrute solo tienes que aprender a saborea los:)
ResponderEliminar