LA RENUNCIA MENTAL COMO
HERRAMIENTA PARA SER MÁS FUERTES EMOCIONALMENTE
Resumen de la conferencia de Rafael Santandreu en Can
Déu el 30/05/2011.
La renuncia mental es algo muy bueno para nuestra
salud mental. En la renuncia hay un gran poder para sanar nuestra cabeza.
Cuando hablamos de renuncia nos suena a religión y de hecho los monjes van con
túnicas porque renuncian a las ropas, van descalzos porque renuncian a los
zapatos, se cortan el pelo porque renuncian a tener pelo… Los filósofos griegos
también hablaban de la renuncia.
El gran problema por el cual estamos infelices,
ansiosos, deprimidos… es porque nos exigimos mucho. Tengo que…, nos ponemos
exigencias sobre nosotros mismos, también sobre los demás y sobre la realidad:
“Los trenes deberían llegar a tiempo, especialmente cuando los cojo yo…” La
realidad es como es y está bien que sea así. Cuando nosotros nos ponemos tantas
exigencias empezamos a tener un diálogo interno del siguiente estilo:
- “Debo hacer las
cosas bien, la gente me debe tratar bien, todo me debe salir bien”.
- “Me gusta tanto,
tanto que lo necesito para vivir y si no lo tengo no lo puedo aguantar”.
Es importante no necesitar, desear está bien pero no
necesitar: “Deseo un Ferrari, pero no lo necesito”. El problema está cuando se
necesita. Lo único que necesitamos es la comida y la bebida del día, una vez
tenemos cubierto eso todo lo demás son extras.
Se trata de necesitar poco. No sólo no tenemos que
necesitar las cosas materiales, también lo no material. No necesitamos a nadie
que nos ame, no necesitamos ser listos, no necesitamos tener amigos… “Me
gustaría tener amigos pero no los necesito”. No nos pone mal el hecho de no
tener amigos sino lo que nos decimos a nosotros mismos sobre no tener amigos:
“Como no tengo amigos o pareja, nadie me quiere y me lo merezco”.
La clave de la salud mental es necesitar poco, desear
pero no necesitar. Cada vez que nos creamos una necesidad nos hacemos daño a
nivel psicológico porque si no tengo eso que necesito tanto, lo voy a pasar muy
mal. Y lo que es curioso, que si consigo eso que estoy necesitando tanto,
cuando lo consiga, tampoco voy a estar bien porque no voy a soportar la idea de
perder eso que he conseguido y voy a poner mucha tensión en todo, aparecerán
los celos o hipercelos…
“Sólo podemos disfrutar de lo que podemos prescindir,
si creo que no puedo prescindir ya no puedo disfrutar”.
Por ejemplo nos regalan un anillo de un millón de
euros. Como anillo no nos sirve nos va a causar más problemas que otra cosa.
Sólo podremos disfrutar cuando pensemos que si ese anillo se pierde tampoco
sería tan grave. Cuando creemos que necesitamos algo tenemos un problema.
A veces nos decimos cosas como “Me lo tengo que pasar
muy bien” y con este pensamiento podemos pasar unas vacaciones con mucho estrés
y mucha tensión y disfrutando muy poco.
Las cosas que no tengo las puedo desear con moderación
y las que tengo ser capaz de renunciar. Así por ejemplo, si pierdo el trabajo
no lo veré tan grave porque podré ser igualmente feliz y cuando nuestro jefe
nos haga alguna crítica no lo veremos tan grave.
Igualmente nos pasa con la pareja, si creo que
necesito a mi pareja y tengo algún problema lo voy a exagerar porque pensaré
que se tiene que arreglar o sí o sí y sacaremos el cañón contra nuestra pareja.
No solucionaremos nada, habremos empeorado las cosas y el problema seguirá. En
pareja los problemas se magnifican cuando crees que necesitas a la pareja. No
hay nada mejor que practicar la renuncia mental.
Hay que renunciar mentalmente a casi todo, mentalmente
puedo imaginarme que me despiden del trabajo, que pierdo mi pareja. Intentaré
imaginarme que aunque me ocurriera todo eso yo aún podría hacer cosas
maravillosas por mí y por los demás.
También es bueno renunciar a cosas psicológicas como
ser listo, ser guapo, a la salud, a tener dolor, a estar cansado, a la
enfermedad que produce una gran molestia, a síntomas fantasmas que
desarrollamos…
Hay que aceptar esos dolores, esas molestias, esos
inconvenientes y darnos cuenta que aún podemos ser felices. Incluso esa
molestia nos puede permitir descubrir otras cosas que teníamos olvidadas.
Comprender que con ese dolor aún puedo hacer cosas maravillosas, entonces
seguiré teniendo ese dolor pero ya no estará en un primer plano, por lo tanto
nuestra vida mejora.
Hay que renunciar a estar bien, la renuncia la tenemos
que hacer de cosas materiales, psicológicas y de la salud.
Un ejemplo de alguien que ha hecho esto es Sephen
Hawking, él dice que era un estudiante mediocre y que nunca hubiera sido lo que
es ahora si no le hubiera pasado lo de su enfermedad: “No podré hacer muchas
cosas, pues más vale que me concentre en otras”.
Si el dolor tiene un significado el dolor disminuye.
Cuando tenemos un dolor lo rechazamos y así lo que conseguimos es amplificarlo,
lo podemos amplificar un 80% o más. Si practicamos la renuncia lo que hacemos
es que lo bajamos físicamente y por tanto anímicamente no nos afecta tanto.
Podemos intentar quitar el dolor con un especialista, pero en el caso que no
desaparezca hay que aceptarlo y así nos servirá para mejorar nuestra vida en
otros aspectos.
Siempre hay una parte psicológica del dolor. A veces
tenemos recaídas y volvemos a estar mal y es porque estamos rechazando otra vez
el dolor.
Tenemos por tanto que practicar la renuncia. Nos
tenemos que visualizar renunciando a cosas. Hay una reflexión que está muy bien
practicar que es “la reflexión del indigente”. Es reflexionar que siendo un
indigente estaríamos bien porque podríamos hacer cosas maravillosas por mí y
por los demás: Aprender, estudiar, cuidar mi cuerpo y mi mente, cuidar a mi
familia… todo mental Es y así renunciamos a todas las cosas que tenemos. Esta
reflexión va muy bien para no tener miedo a los temas relacionados con el
trabajo, porque entonces tenemos claro que si pasara algo con el trabajo y lo
perdiéramos podríamos ser igualmente felices. Es bueno practicar esta reflexión
20 minutos al día.
Todas las ansiedades vienen porque creemos que
necesitamos algo y que no podemos prescindir de eso.
Si reflexionamos cuando nos pasa algo: “Voy a intentar
arreglarlo pero si no pudiese arreglarlo, sea lo que sea, no sería el fin del
mundo”. Practicando ésto nos calmamos y entonces ya estamos más relajados para
buscar la mejor solución a nuestro problema y “si no se solucionara, no sería
el fin del mundo, ya veríamos lo que hacemos, pero no va a ser el final”.
Tenemos muchos ejemplos de personas que sin nada
pueden ser felices: los monjes budistas e hinduistas que dedicados sólo a la
oración son súper felices, no necesitan estar entretenidos para estar bien.
Cuando nos relajamos y se nos va la ansiedad y la
tristeza, entonces nos entran ganas de hacer cosas divertidas, sin miedo a que
salgan mal, haces las cosas disfrutando.
En esta vida no hay que tenerle miedo a nada porque lo
peor que nos puede pasar es que nos muramos y eso ya lo tenemos asegurado, por
tanto no nos tenemos que preocupar de nada. Entonces es cuando nos relajamos y
empezamos a disfrutar. La renuncia mental nos permite salir a la vida y
jugárnosla.
Otro ejemplo de que no necesitamos nada para ser
felices son las monjas de clausura, no tienen nada pero son muy felices. Si que
tienen paz interior, gran dedicación a la espiritualidad, una gran amistad,
hacen muchas cosas pero a un ritmo agradable, disfrutando… Son verdaderas
profesionales de la renuncia. Nosotros tenemos que practicar la renuncia aún
con más fuerza que los religiosos porque tenemos más a mano las necesidades y
podemos caer en ellas más fácilmente.
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