lunes, 15 de febrero de 2010

INVICTUS

Ya se puede ver en las pantallas de cine españolas la película de Clint Eastwood, Invictus, que narra la historia de la transición política de la Sudáfrica del post-apartheit. No he visto la peli todavía, pero me gustaría decir unas cuantas cosas al respecto de la historia de Nelson Mandela.

Mandela es una personaje que al que muchos admiran, casi veneran, porque es un tipo diferente. Pocos ha habido como él. Se me ocurren pocos nombres que le igualen, por ejemplo, Ghandi. Y hablar de Ghandi y Mandela es hablar de esa cosa tan extraña llamada no-violencia.

La no-violencia es una filosofía de vida muy peculiar que entronca en los presupuestos del cristianismo y otras filosofías más antiguas. Consiste en disciplinarse para desterrar de uno mismo toda forma de violencia. Se trata de construirse un mundo personal en el que no quepa la usurpación, el maltrato o la ira. Un mundo en el que abunde la solidaridad, el apoyo mutuo, el calor humano.

Muchos pensarán que es muy difícil vivir en un mundo tan ideal cuando alrededor nuestro hay tanta violencia: “Mi esposa no me trata con respeto”, “Mis compañeros de trabajo son faltones e hirientes”, etc. y que la violencia que se sufre no depende de uno mismo.

La filosofía de la no-violencia consiste en actuar de forma que atraigamos lo bueno y evitemos lo malo. Consiste incluso en transformar a las personas que tenemos alrededor para volverlos (al menos con respecto a nosotros) personas amables. Y lo más importante, la no-violencia pacificará nuestra mente pase lo que pase a nuestro alrededor. Esa fue la apuesta de Ghandi y Mandela y ambos consiguieron derrumbar a sendos imperios.

Y ¿cómo se hace la no-violencia? Para explicarlo brevemente, consiste en negarse a actuar violentamente aunque la otra persona tenga actitudes hostiles hacia nosotros. Se trata de intentar llegar al corazón generoso que todo el mundo posee y activarlo. Implica entender que la persona violenta está enferma (o muy confundida) y que lo que necesita es curarse (o aprender a vivir de otra forma).

La no-violencia es una disciplina que uno puede aprender instaurándola con decisión en nuestra vida. Uno de los mejores manuales para ir aprendiéndola es el magnífico libro Autobiografía de Ghandi, con varias ediciones en castellano. La propuesta es convertirse en un peace-maker, un auténtico “hacedor de paz”.

1 comentario:

  1. La no violencia también es la base del budismo y su motor es la compasión: amor en acción. Saber y sentir que todas las personas son únicas y merecen respeto, y que al mismo tiempo todos buscamos lo mismo: llevar una vida más feliz, la vida que nos gustaría llevar. Y actuar en consecuencia: no siendo violentos con nosotros mismos ni con los demás.

    La película que mencionas es preciosa, y más porque sabemos que está basada en hechos reales. Mandela, como Gandhi, guía con su ejemplo, compasión en acción.

    También recomiendo un libro que acaba de salir: Vivir sin arrepentimiento, de Arnaud Maitland. Es un libro muy bonito sobre budismo tibetano y sobre cómo aprender a ser un poco más felices siendo menos violentos (y empezando con uno mismo) a partir de su experiencia de reconciliación con la muerte de su madre por Alzheimer.

    Un saludo ;)

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