lunes, 21 de abril de 2014

REFLEXIONES DE MIGUEL F: SEMANA SANTA, SENTIDOS Y EMOCIONES.

Seguro que hay quien piensa que la Semana Santa no tiene nada que ver con “esto de la psicología”, y que sólo los más acérrimos creyentes pueden llegar a disfrutar de ella. Hablar de Semana Santa puede ser una oportunidad para plasmar una expresión rebosante de fe, o una exposición de motivos que vinculan esta fecha con las emociones que provoca en muchos de nosotros. Y son emociones que previamente han nacido de nuestro pensamiento, por supuesto; pero ese hecho externo tan ancestral, controvertido, deseado o repudiado -según piense cada cual- como es la Semana Santa, sigue desatando pasiones, y porqué no decirlo, tiene su punto de racional si queremos verlo. A mí, me encanta por lo que mis sentidos captan y mis emociones me hacen disfrutar.


Me gusta la Semana Santa sobre todo por su conexión con la primavera, con la vida, eso debe ser por haberla vivido desde pequeñito a pie de calle, y sentir en cada Domingo de Ramos cómo el calorcillo va notándose, cómo las golondrinas, vencejos o abejarucos adornan ya el cielo que por estas fechas tiene un color azul más vivo, como más alegre. Parece que después del invierno, la primavera, a golpe de tambor, de campana, de llamador, de saeta, nos conecta a la alegría de los días más largos, más cálidos, con más ocasiones para disfrutar y compartir. Mucho de lo que me apasiona de esta celebración está conectado, por tanto, con lo externo que rodea a su simbología.


Semana Santa, religión aparte, une a las personas a levantar entre todos la alegría de vivir, porque la primavera, en esencia, es eso, despertar, conectar, sentirse vivo y ser capaz de disfrutarlo. Podríamos hablar del sentido religioso de la Semana de Pasión y de la Semana Santa, podríamos exaltar lo que desde hace siglos ha trascendido en torno a la celebración de actos litúrgicos y procesiones, pero con tratar un poco de su nexo con la sensación placentera de estar vivo y sentirse bien con muy poquito, es suficiente, y a ello me voy a referir.


Nuestras emociones nacen de nuestro pensamiento y este se alimenta queramos o no, de lo que ocurre “ahí fuera”, de lo que acontece, de ese “algo” externo que nos lleva según nuestra disposición emotiva, a generar una conducta determinada de la mano de una serie de emociones. Los humanos somos así, y es bonito que así sea, e importante aprender a gestionar todo esto con racionalidad, naturalidad, coherencia, sentido práctico y común, y generosidad, adornado todo de una pizquita de ilusión por lo simple, y la alegría por estar vivo.


Yo creo firmemente que me gusta especialmente Semana Santa porque celebro precisamente esa alegría de la vida a través de los sentidos; no me digan que cómo es posible esto cuando en esos días parece que se celebra que a un señor hace un porrón de siglos lo crucificaron tras martirizarlo. Al margen de una respuesta religiosa al respecto, creo que nos perdemos buena parte de la Semana Sana porque nos fijamos en lo de siempre, en si creo o no creo esa antigua historia de Judea y la implicación de la Iglesia como estamento -y eso ya nos condiciona a favor o en contra, recordemos, lo que pensamos genera nuestras emociones-, cuando lo que yo destaco es que nos dejamos atrás el momento, las pequeñas grandes cosas de cada Semana Santa en cada rincón donde se celebre, ahí es donde podemos sacarle el verdadero jugo emocional sin entrar necesariamente en el significado religioso. Sin darle demasiadas vueltas, sencillamente siente, piensa, y emociónate.


En Semana Santa podemos disfrutar enormemente de una riqueza artística increíble; los tronos o pasos según se denominan en diferentes lugares, son obras de arte bellísimas en sí; contienen una imaginería que en muchos casos data de varios siglos atrás, con una expresividad y una recreación en la estética realmente llamativas. Los adornos, las ropas, la talla, la policromía, los trabajos de bordado, los enseres y hasta la candelería, la misma sincronía de lo que es el escenario andante de tronos y pasos es un bello espectáculo para nuestros sentidos, más si alguna vez logras tocar la talla de madera o la cubierta plateada o dorada de los cajillos, mesas o como se denominen en nuestra localidad. Se siente la pasión puesta por el artesano que, tal vez, cinceló o talló a golpe de gubia aquel objeto hace cien, doscientos, incluso más años.


Todo suena diferente en Semana Santa, y si te lo propones, descubrirás sonidos nuevos, desapercibidos, y podrás, si te invitas realmente a buscar los pequeños matices, escuchar a través de miles de conversaciones entrecruzadas de quienes asisten a un desfile procesional, porque aunque exista un silencio relativo en determinados momentos, en Semana Santa reinan los sonidos.


Música y crujir de tronos, el paso sincronizado de costaleros y portadores, el golpe seco del bastón del mayordomo, el cante sentido de una saeta, pero sobre todo, Semana Santa deja paso al increíble matiz acústico de las campanas, llamadores y campanillas. Si de verdad observas, los escuchas: diferencias los timbres de las campanillas de los niños vestidos de nazareno de las de los mayordomos de sección de cada cofradía, que se comunican con las otras secciones precisamente a golpe de campanilla con un código propio. Y una campanita, al igual que un cuenco tibetano, puede decir mucho en apenas décimas de segundo a quien explora el entorno y “siente” esos sonidos.


Un trono o paso se mueve a golpe de sonido, se llama a levantar, a parar, a bajar, con un código ancestral de sonido de campana o de llamador según las costumbres, y esos sonidos son exactos, certeros, mueven a decenas de personas en un movimiento común y sincronizado, personas en silencio, cohesionadas, concentradas, que llevan a mover toneladas de peso como si fuesen un único ser, y si te lo propones, puedes llegar a conectar con este centramiento en el aquí y ahora de lo que están realizando, te puedes llegar a sentir uno más. No necesitas sentir una devoción especial hacia las imágenes que portan si no quieres, sólo con sentir, es suficiente.


Es un disfrute sensorial estar y sentir una procesión y dejarse envolver por sus sonidos, incluido el rezo de penitentes y asistentes, no hace falta profesar ninguna religión para sintoniza con la calma que rodea a un grupo de personas que se unen en el rezo. La espiritualidad trasciende de religiones y creencias, y a veces participar en un rezo puede llevarte casi al instante a un estado muy placentero de meditación, de dejar pasar todo por delante sin aferrarte a nada, de relajar tensiones y gozar de esa calma por unos momentos.


Semana Santa es también tiempo de luces en la oscuridad, la principal, la luna llena que preside siempre; los desfiles se acompañan y alumbran con velas, cirios, ciriales y candelerías, todo con la luz más tenue y expresiva de la historia, la de la llama viva, sin más artificios ni necesidades, y con ellas en pleno siglo XXI nos sumergimos en una sucesión de cientos de personas que en su acompañamiento muestran un camino donde estas luces, y el increíble olor a cera, marcan el recorrido de cada procesión. Si tienes la suerte de presenciar un desfile procesional en una calle donde se apaga el alumbrado público entonces puedes sentir lo que hace siglos se sentía, te haces parte de todo aquello y sientes cómo aunque falte lo habitual, no hace falta mucho más para estar bien en mitad de la noche, rodeado de miles de personas desconocidas, puedes estar muy bien, y disfrutarlo.


También es tiempo de olores intensos y sumamente gratificantes; al de las velas ya citado, se une el del azahar en muchos lugares, junto al de otras floraciones que en estas fechas explotan y siembran cada atardecer de un aroma que envuelve a quien decide respirar la Semana Santa. Pero será el incienso el protagonista de todo esto.


El olor a incienso tiene la particularidad de que te abstrae por unos instantes de lo que te rodea y te llena de una sensación que no sabría definir con precisión, sólo sé que me gusta, y que el registro de este olor me lleva a pensar en cualquier momento, sea donde sea que huela a incienso que “huele a Semana Santa”.


No me puedo olvidar del gusto en Semana Santa, un tiempo en que los dulces típicos nos acompañan y donde las torrijas son las protagonistas, sin olvidar sabores muy particulares y vinculados a cada tierra. En mi caso, en Málaga la Semana Santa además de a torrijas sabe a avellanas tostadas, almendras garrapiñadas con caramelo, limones con sal y bicarbonato, cañadú (caña de azúcar) y palodú (raíz de regaliz). Vamos, un lujo y un placer de sabores que cierran el círculo a lo que puedes llegar a sentir en estas fechas, si quieres, claro.


La Semana Santa nos brinda buenas ocasiones para conocer gente, costumbres, lugares y compartir muchas sensaciones. Si te apetece procesar todo esto de una forma sencilla, sin grandes problemas de “si creo o no”, sin cuestionar si es una tradición que debería perdurar o desaparecer, si sencillamente dejas la puerta abierta a tus sentidos, si quieres, tus pensamientos generarán emociones que te van a sorprender. Sencillamente, si te apetece un año de estos, ¡prueba tus sentidos y verás qué emociones!.


Un abrazo,


Miguel F.

19 comentarios:

  1. Genial Miguel!!!!!, me ha encantado!!!!!

    Un fuerte abrazo!!

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  2. Muy bueno Miguel si señor. En realidad la semana santa religiosamente hablando representa las diferentes etapas de la vida y pasión de de jesus y los que dan por hecho las cosas pues viven su pasión y su resurrección como creyentes que son. Para mi Jesús, me resulta un hombre muy interesante del que deberíamos de imitarle una poquito en muchas cosas y hasta ahí llego yo. Lo demás que viene sencillamente me parece irracional como también me parece irracional disfrutar de todo lo que dices de bonito que es y sin embargo en medio de todas esas procesiones adornos y aromas que comentas, justo detrás te encontrarás a un hombre tumbado en un carton con un teta brík de vino tinto a su lado muerto de asco. La semana santa me parece algo hipócrita y sin duda prefiero la playa. Un saludo

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  3. Francisco Forteza Truyols22 de abril de 2014, 8:06

    Hola Miguel!!!

    He disfrutado como pecador que soy , mientras saboreaba de la primera taza de café , de tu generosidad en deleitarme por un recorrido a través de las grandes procesiones de Semana Santa. Tu descripción de esta descomunal fiesta mediante los sentidos me ha sumergido en un vitalismo biológico de mano de la primavera y de una estética emotivista nacida de este olor a incienso , a cera quemada , a azahar, el sonido de los silencios, de los tambores , la saeta allí a lo hondo, el paso de los penitentes ( tanta culpa a sus espaldas como si de un saco de piedras se tratara ) , el trabajo de los cinceladores con semblantes que te hablan , la luz de las velas como almas errantes que se sincronizan como un cuerpo que siente la tradición de sus antepasados.

    Ha sido un placer leerte. Has conseguido hablar de la Semana Santa sin el sistema de creencias , que muchas veces , demasiadas veces lo sujetan.

    Se ve que te llevas bastante bien con la escritura , una elegante prosa enriquecida con vocablos despiertos , curiosos, prudentes , educados y asertivos.

    He estado esperando desde un tiempo inmemorial a alguien que se atreviera a exclamar aquello de ¡ " Málaga tiene un (c)olor especial " !.

    Un abrazo
    xisco

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  4. Me ha gustado el post, se trata no sólo de apreciar la pasión de la Semana Santa sino de todo lo que evoca y la sensaciones gratificantes que podemos disfrutar cuando generamos ideas que aprecian lo que los sentidos captan. Gracias Miguel.

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  5. Gracias Francisco por deleitarnos con tus formas de expresar toda esa cantidad de detalles en la semana santa.yo tendré que tomar menos cervecitas cuando voy a ver los pasos porque es que se me escapan muchas jajajaj. Un saludo Francisco y gracias por tu visión de esos días tan especiales para algunos

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  6. Francisco Forteza Truyols22 de abril de 2014, 13:09

    Hola Carlos!!!!

    No , no nos engañemos . El mérito es de Miguel por disponer de esos ojos grandes , abiertos , capaces de retener en la retina ese cúmulo de sensaciones, emociones e imágenes de la Semana Santa malagueña.

    Un abrazo.
    xisco

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  7. Es cierto, tienes razón. Yo también comparto esa visión como vosotros aunque quizás con menos intensidad, pero pq soy un poquito despistado creo yo

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  8. Mi querido amigo te guste o no la Semana Santa se refiere solamente a la Pasion Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Lamentable en estos días para muchos se ha convertido en algo pagano y desvirtuado el sentido sagrado. No es un fin de semana largo ni una mini vacacion, aunque vos podes haces lo que te la gana y sos dueño de darle el sentido que te ocurra . Es igual que allá en ese porrón de años , unos de joda Otro sufriendo hasta morir por todos , vos incluido

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  9. Hola Miguel: Felicidades y muchas gracias por obsequiarnos con ésta visión tan acertada de nuestra Semana Santa, que comparto totalmente. Además de ser una descripción muy aproximada a la realidad que se vive en esa semana, nos invita a agudizar los sentidos físicos y espirituales y las sensaciones sentidas que nos hacen vivir cada uno de esos días con un ánimo diferente. Los defensores de ésta fiesta, como los que no lo son, si experimentan en si mismos todo éste cúmulo de vivencias y se sumergen a fondo en nuestro escenario ( cultural, turístico, gastronómico, etc) terminarán comprendiendo todo lo descrito. Los esperamos para el próximo año.

    Un abrazo.

    Rafael.

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  10. Hola Miguel:

    Me encantó tu reflexión sobre cómo apreciar las pequeñas cosas de nuestro entorno, en este caso en Semana Santa, pero puede valer para cualquier fecha.

    Me has recordado a una profe de música mía que hacía lo que ella llamaba "los paseos sonoros", que consisten en intentar escuchar todos los sonidos e incluso intentar sacar qué nota son: ella sacaba el tono incluso al golpear una piedra, ajaja (p.ej., un Mi bemol).

    Tu nos has comentado cómo te fijas en sonidos, colores, texturas, formas, olores,... Qué maravilla.

    Rafael en el anterior libro resalta el intertar ser un poeta de nuestro entorno. En este, lo remarca incluso más, y pone el ej. del Stradivarius en el metro de Londres, que sólo se paró una persona a verlo.

    Definitivamente es estupendo apreciar las pequeñas cosas, nos sirve para conectar con la belleza que se encuentra en cualquier lugar, sin necesidad de irnos a paraisos ideales que nunca existirán o de tener que vivir aventuras super excitantes, que no nos darán la felicidad, pues esta está en nuestro interior.

    También mola mucho la peli "cómo cocinar tu vida", q también la menciona Rafael en su nuevo libro. Poner atención y amor a las tareas más sencillas (a todas en general) es estupendo.

    Yo también voy a probar cada día a apreciar mi entorno.

    Un abrazo.

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  11. Hola Miguel!

    Yo esta semana santa he ido con la moto y una amiga recorriendo Andalucía. Y en Córdoba estuvimos en casa de un amiguete muy devoto y nos enseñó las procesiones, nos explicó la música, el ritual, nos presentó amigos... me quedé alucinado, me encantó poder conocer todo aquello, la gente, el ambiente...

    Mi padre es del norte y siempre me había hablado mal de los andaluces. Los ambientes por donde me muevo son muchos de extrema izquierda y antirreligiosos... Si les hubiese hecho caso me habría perdido pasar unos días con mi amiguete, conocer Andalucía, la gente, estos rituales...

    Abrazos!

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  12. Buenos días a todos en especial a Miguel porque precisamente ahora me gustaría sacar un tema q no tiene nada q ver con la reflexión de Miguel pero sinceramente me esta preocupando un poco en vez de ocuparme en ello pero no se como hacerlo. Me da un poco de vergüenza sacarlo pero parece q me esta afectando un poco todo esto. Os hablo de la mamitis. Soy un padre feliz y un marido también pero desde hace un tiempo atrás mi niña de dos años no me hace ni puñetero caso . No paro de interaccionar con ella pero como si nada y ando algo desesperado.dicen q es pasajero, otros dicen q tengo q intervenir más, en fin no se q hacer. A veces pienso q debería de rendir mucho mas. Quisiera saber si a alguien de vosotros les ha ocurrido lo mismo. Atentamente, carlos

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  13. ¡Muchísimas gracias a todos por vuestros comentarios!, si este texto ha servido para que al menos no dejéis pasar la ocasión de salir por ahí, visitar lugares donde se celebran estas fechas, y dejar que vuestros sentidos os lleven nuevas sensaciones, ¡habrá sido una buena idea escribirlo!.

    Muchas gracias y feliz día!!!!

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  14. ¡Hola Carlos!, revisa tus "debería" y tus "necesito", puede que anden un poco salidos de tiesto... Sinceramente no te presiones, disfruta de tu familia y deja que la vida transcurra, no renuncies a expresarle tu amor porque crees recibir a cambio mucho menos de lo que esperas!!!! Los niños, y más con esa edad, tienen unos cambios a veces muy rápidos, esta etapa de crecimiento es así, y así de estupenda!!!.

    Feliz día!!!

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  15. Muchas gracias Miguel. Tienes mucha razón en lo q dices.te agradezco tu atencion

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  16. Muchas gracias Miguel . Tienes razón en lo q me dices. Te agradezco tu atencion

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  17. si que es cierto , la semana santa sirve para estar con los amigos ir a las procesiones y ver el comienzo de la primavera, y un poco como nos espera el verano, gracias.

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  18. Ya se habló en este blog sobre religión y sobre lo sobrenatural.
    Esta bien que la gente se reuna. Pero el sentido profundo de todo esto es político. Fe que implicaría caridad. Siento decirlo. Allá cada uno con su política y sus creencias.
    Y esta bien el arte, aunque como ilustra la foto no se si es arte o es "matarte", aparte de la música y otros artes que si pueden deleitar.
    Respetar al creyente y acompañarlo si se desea y si no se desea no.
    Un dogma es un debería. Irracional. Una de las enseñanzas de la psicología es que hay que respetar y convivir con la irracionalidad, con la violencia, con el dolor, con el sufrimiento. Desaparece no de luchar contra la irracionalidad. Sino a base de entenderla. No nos vayamos a creer las fronteras que generan los dogmas. Nos polarizaríamos igualmente en sentido contrario. La psicología es liberadora. Cada uno a disfrutar con el entorno que le toque. Se puede pasar bien en una procesión o en la playa. Yo prefiero la playa pero a veces toca procesión y uno filtra y procesa todo. Y hasta de ello se saca conocimiento y disfrute. Para entender las cosas hay que observarlas. Y entenderlas es un buen objetivo. El mundo tiene procesiones por todos los lados. Algunas en semana Santa y otras no.
    Viva la playa, la montaña, y la gente que convive, conviva como conviva. Un abrazo. Escribís muy bien, da gusto leeros.

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  19. en eso estoy de acuerdo hay que intentar imitarlo un poquito, pero eso de los pensamientos irracionales que pasa que eres psicologo y te gusta resaltar, jajaja

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