lunes, 20 de diciembre de 2010

SIN OBLIGACIONES (EXTRACTO DE MI PRÓXIMO LIBRO)

Recuerdo que, en una ocasión, una paciente llamada Ana me relataba el siguiente problema:


-         Estas Navidades mi hermano Miguel ha convocado a la familia, como cada año, a una cena en un restaurante carísimo y no me apetece nada ir. Mis hermanos beben más de la cuenta y se acaba discutiendo siempre de política, chillándose los unos a los otros… Además, me va fatal económicamente.


-         No vayas, entonces –le aconsejé.


-         Pero si no voy, se van a enfadar –adujo ella.


-         ¡Pues que se enfaden! No tenemos por qué hacer cosas que no nos apetece hacer. La vida es demasiado corta para perderla llevando a cabo obligaciones estúpidas, pero si te comportas con naturalidad, quizás no se enfaden– dije.


-         ¿Qué quieres decir? –me preguntó


-         ¿A ti te caen bien algunos miembros de tu familia? –indagué.


-         Sí.


-         ¿Te gustaría hacer algo divertido con ellos? –seguí preguntando.


-         Sí, pero no ir a un restaurante caro.


-         ¿Por qué no les propones tú hacer otra cosa que te guste más y sea más barato? –terminé sugiriendo.


 A la semana siguiente, Ana me explicó que se le había ocurrido la siguiente idea:


-         He decidido que no voy a ir a la cena de Navidad que ha organizado mi hermano. Pero he enviado a todos mis familiares una invitación. Les propongo que el 23 de diciembre, que es sábado, vayamos a misa por la mañana en Santa María del Mar (la iglesia más hermosa de Barcelona). Después, iremos a una cafetería a desayunar churros con chocolate.


-         ¡Muy bien! Pero no sabía que erais creyentes… –le dije.


-         No especialmente. De hecho, desde pequeños que no hemos vuelto a la iglesia, salvo en bodas y comuniones, pero he pensado que nos sentaría muy bien hacer algo de tipo espiritual, para reflexionar sobre la hermandad de una forma sincera –dijo Ana muy orgullosa de su iniciativa.


-         ¿Y cómo han respondido? ¿Irán? –pregunté.


-         ¡Sí! ¡Me ha sorprendido muchísimo! Mi otro hermano, mis padres y mis sobrinas, que ya son mayores, están encantados. Mi hermano Miguel todavía no ha contestado, pero si no viene, no pasa nada, él tampoco está obligado a seguir mi propuesta.


-         Claro que no. ¡Ya sabes, la vida sólo se vive una vez, también para Miguel!


-         Sí. Lo entiendo. Ni él se tiene que molestar conmigo ni yo con él. Simplemente, estamos haciendo lo que deseamos hacer –concluyó.


-         ¿Y cómo te sientes ahora? –pregunté.


-         Muy contenta y nada culpable. Si esta velada que he propuesto sale bien , me gustaría instaurarla como tradición navideña: el desayuno de Navidad de la tía Ana.


 Más tarde, Ana me explicó que su encuentro familiar navideño fue entrañable. Su hermano Miguel no acudió al desayuno, pero le llamó para disculparse. El resto de la familia vivió una jornada divertida, diferente al resto de Navidades, una jornada más sincera. Pero lo más interesante es que la familia no se molestó por el hecho de que Ana decidiese no acudir a la tradicional cena de Navidad organizada por Miguel.


 Gran parte de los problemas emocionales que sufren las personas tiene que ver con las obligaciones. Solemos estar convencidos de que tenemos muchas obligaciones: deberes para con nuestros padres, para con nuestros hijos, para con nuestros amigos, para con la sociedad… Y creemos que “debemos” cumplir con estas obligaciones o las cosas andarán mal.


 Pues bien, desde mi punto de vista, prácticamente no existen las obligaciones. Lo cierto es que no tenemos por qué complacer a los demás cómo ellos desearían ser complacidos. Lo más lógico es hacer sencillamente lo que nos apetece de la forma sincera. Muchas veces, eso coincidirá con las expectativas de los demás, pero otras, no será así, y no pasa nada. Nuestros familiares y amigos no necesitan ser complacidos para llevar buenas vidas. Y tampoco tienen por qué enfadarse. Y si lo hacen, es su problema. Quizás en un futuro lleguen a ver las cosas de otra forma, lo cual les acercará a la paz interior.

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