domingo, 6 de julio de 2014

REFLEXIONES DE PILAR G.:LA MEJOR MEDICINA: LA ACEPTACIÓN


Recuerdo la conversación que hace algún tiempo mantuve con un médico especialista en aparato digestivo, más concretamente en enfermedades inflamatorias intestinales (EII). Este doctor ejerce en un conocido hospital de Madrid y desde su vasta experiencia me explicó hasta qué punto pueden influir nuestros pensamientos en nuestra salud física.

Las más conocidas de estas enfermedades son la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, en ambas se produce un mal funcionamiento del sistema inmunológico, éste no reconoce el tracto digestivo como parte del organismo y lo ataca como si de un cuerpo extraño se tratase, produciendo, entre otros síntomas, úlceras intestinales, inflamación y dolor.

A pesar de tratarse de enfermedades incurables, con una adecuada medicación, quienes las padecen pueden llevar una vida completamente normal, aunque también es cierto que la enfermedad se manifiesta de manera bien distinta en cada persona, hay quienes durante años solo experimentan ligeras molestias, mientras que para otros los síntomas pueden resultar muy invalidantes.

Este médico, al que cada día visitan decenas de pacientes en el hospital en el que trabaja, me comentó que muchos de ellos sienten auténtico terror a que sus síntomas se agraven o a sufrir un brote, creen que si esto sucediera ya no podrían disfrutar de nada en la vida. Ese miedo les lleva a prestar continuamente atención a cualquier mínima señal corporal relacionada con la enfermedad y a interpretarla como un empeoramiento de la misma. La excesiva preocupación acaba provocando precisamente lo que tratan de evitar: la aparición de los síntomas (en caso de que no los tengan) o la intensificación de los mismos (cuando ya han aparecido).

En ciertos pacientes, el  miedo aumenta cuando se desplazan lejos de sus casas, por ejemplo, en vacaciones. Están convencidos de que una crisis, además de arruinar sus vacaciones, podría derivar en algo peor si, en caso de tener que acudir a un hospital, este no dispusiera  de los medios necesarios para conseguir que el brote remita. Estos pensamientos generan ansiedad y son los que finalmente propician un empeoramiento de la sintomatología.

Como bien afirmó este doctor, cuando los pacientes aceptan la enfermedad, es decir, cuando se convencen de que, pese a los inconvenientes que esta conlleva es posible tener una vida feliz, es cuando se produce una significativa mejoría de los síntomas y, por lo tanto, la calidad de vida de estas personas mejora considerablemente.

Padecer alguna de estas enfermedades o cualquier otra, puede limitar en cierto modo la vida pero siempre habrá muchas cosas de las que poder disfrutar. Lo que no debemos hacer nunca es obsesionarnos con todo lo que no podemos hacer debido a nuestro estado de salud y con lo horrible que es tener una enfermedad. No es la ausencia de salud completa lo que nos priva de gozar de una vida plena, sino nuestros pensamientos terribilizadores acerca de la enfermedad.

Un abrazo,

Pilar

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