sábado, 13 de diciembre de 2014

REFLEXIONES DE PILAR G: LOS PSICOFÁRMACOS


Hace algunas semanas escuché la noticia de que España es el segundo país en consumo de tranquilizantes de los treinta y cuatro que forman parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). También señalaban que en los últimos años el consumo de psicofármacos se había disparado de manera alarmante en nuestro país y alertaban del abuso de estas sustancias.

Este fenómeno tiene su explicación en que cada vez somos menos tolerantes a la frustración. Vivimos en una sociedad en la que todo debe ser inmediato y fácil. Las esperas nos parecen insufribles, lo que queremos lo queremos ¡YA! y, por supuesto, sin demasiado esfuerzo.

Exigimos que nos atiendan de manera inmediata y sin esperar colas, que contesten a nuestros mensajes al instante, que nos recuperemos de una enfermedad de manera casi milagrosa, que adelgacemos en tiempo récord...

Además debemos conseguir lo que queremos cómodamente, de ahí el éxito de las fórmulas mágicas para adelgazar sin pasar hambre, de los métodos para aprender un idioma casi sin estudiar, de las máquinas con las que sin esfuerzo conseguiremos un cuerpo escultural...

Muchas veces se nos presentan problemas propios de la vida (muerte de un familiar, conflictos con el jefe, ruptura sentimental...), ante los que sentimos emociones completamente sanas como tristeza, enfado, decepción... Son sanas porque nos producen una incomodidad que nos motiva para afrontar el problema, tomar las decisiones más acertadas y buscar otros alicientes.

Sin embargo, nuestra baja tolerancia a la frustración hace que en lugar de ver estas emociones simplemente como incómodas las percibamos como insoportables y, por lo tanto, recurramos a un atajo para dejar de sentirlas cuanto antes, y ese atajo son los psicofármacos, éstos eliminan los síntomas pero no resuelven las situaciones de tensión, de estrés, de duelo...

Los psicofármacos, no solamente no solucionan nuestros problemas, sino que además incrementan nuestra intolerancia a la frustración y, en consecuencia, nos hacen emocionalmente más débiles.

En la vida hay veces en las que toca pasarlo mal, pero en lugar de recurrir a la primera de cambio a sustancias que alivien nuestro malestar, deberíamos aprender a evaluar de manera racional todo lo que nos sucede, de esta forma nos daríamos cuenta de que algunas de las cosas que nos ocurren son malas e incómodas pero casi nunca terribles ni insoportables.

La mejor pastilla está dentro de cada uno de nosotros, ¡intentemos encontrarla!

1 comentario:

  1. gracias, esta muy bien, tambien es interesante lo que pueden ayudar algunos psicofarmacos "naturales", como puedan ser los abrazos, los buenos modales, el humor constructivo, etc

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