sábado, 21 de febrero de 2015

REFLEXIONES DE PILAR G: LA IRA


Cuando el comportamiento de la gente y los acontecimientos que nos suceden en la vida no se ajustan a nuestras exigencias o “deberías” sentimos ira y pensamos que son los demás y el mundo los causantes de nuestro malestar, por lo tanto, no es de extrañar que encontremos totalmente justificada esta emoción.

Precisamente creer que la ira está justificada, hará que rara vez nos sintamos mal por sentirnos iracundos y que, aunque esta emoción sea una constante en nuestra vida, no veamos la necesidad de recibir ayuda, ya que el problema lo tienen los demás porque no actúan como "deberían" hacerlo.

A veces pensamos que enfureciéndonos con alguien lograremos que se comporte como nosotros queremos, esto puede que funcione de manera excepcional pero, por regla general, la ira solo sirve para deteriorar las relaciones con los demás. Estamos muy equivocados si creemos que imponiéndonos con rabia conseguiremos que los demás cambien sus ideas y actúen conforme a nuestros deseos.

La ira siempre genera más ira, tanto en los demás como en el que la siente. Esto quiere decir que cuando nos enfurecemos con alguien es muy posible que esa persona nos responda de la misma manera y que nosotros nos convirtamos en personas cada vez más iracundas. Protagonizar un episodio de ira incrementa la probabilidad de que éste se repita de nuevo.

Hay que tener en cuenta que casi siempre que sentimos ira reaccionamos con violencia, pero no siempre que actuamos con violencia sentimos ira. De hecho, en situaciones en las que es adaptativo actuar con agresividad, por ejemplo, en un conflicto bélico, conviene mantener la calma para actuar de la manera más inteligente posible; por eso se entrena a los militares para una agresión controlada, esto es, para defenderse y atacar al contrario de forma efectiva, pero siempre desde la tranquilidad y nunca desde la ira.

La ira nos confunde, resta lucidez mental y dificulta la toma de decisiones importantes, así lo explicaba el psicólogo y profesor Dom Dimattia en una conferencia en la que comparaba, en tono jocoso, la ira con el enamoramiento. Hacía alusión a lo que decía Janet Wolfe, una de las parejas de Albert Ellis: “Nunca hay que casarse cuando se está enamorado, hay que esperar a que se pase el estado de enamoramiento para tomar la decisión”.

En contra de lo que mucha gente piensa, exteriorizar la ira no es nada saludable, ya que cuando esto sucede el sistema cardiovascular se ve seriamente afectado y además, como he indicado más arriba, un episodio de ira conduce a otro.

Lo funcional y constructivo no es expresar la ira cuando la sentimos ni tampoco reprimirla, puesto que ninguna de las cosas sirve para hacer nuestra vida más fácil ni para resolver situaciones conflictivas. Lo más adecuado es aprender a eliminarla o minimizarla al máximo, para ello es necesario convertir las exigencias hacia los demás y hacia el mundo en preferencias. Las exigencias son el origen de esta emoción insana que tanto nos perjudica a nosotros y, en consecuencia, a los que nos rodean.

Si creamos un diálogo interno racional basado en preferencias, cuando alguien se comporte de manera que nos desagrade o nos suceda algo que no deseamos, no nos sentiremos furibundos sino que nos enfadaremos, nos decepcionaremos o nos frustraremos, pero estas emociones negativas sanas nos motivarán para resolver la situación de una manera efectiva, justamente lo que somos incapaces de hacer cuando lo que sentimos es ira. 

https://tuespacioemocional.wordpress.com/

2 comentarios:

  1. Qué razón tienes. Yo me siento muy mal cuando expreso públicamente mi rabia y cuando la reprimo también. Me sube la TA, dolor de cabeza, no duermo, etc La clave está en minimizar esta emoción a través de la aceptación incondicional de las personas y de las cosas que nos suceden. Nadie es perfecto, yo la primera.

    Soy consciente de que cuando me quedo atrapada en esta emoción me estoy limitando en la búsqueda de soluciones y perjudica seriamente a mi salud física.

    Me gustaría modificar mi diálogo interno y cambiar mis "deberías" por "me gustaría". Lo intento, surfeo y cuando me caigo me vuelvo a levantar.

    Me estáis ayudando muchísimo, estoy muy contenta de haberos conocido, un saludo

    Ana

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  2. Muy bueno, Pilar!

    Yo también hice un curso con Dimattia, y un día entero estaba dedicado a la ira, y la mayor parte del tiempo de ese día nos habló de que la gente tiene una percepción de placer (falsa) de la ira, y nos fue dando un montón de argumentos para ver que eso no era así y para ver que era contraproducente. Esto no ocurre con la ansiedad, que es algo que no le gusta a nadie.

    Un abrazo!

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