lunes, 22 de agosto de 2011

REFLEXIONES DE MÓNICA: LAS SÚPER BOTELLAS DE VINO...

Hola a todos, sigo con mis historias de verano sobre este pueblo de la Meseta..., ostras!!, menudo veranito más provechoso!!

El pasado fin de semana fueron las fiestas de este pueblecito y entre estas actividades había un concurso de disfraces para los niños, en un principio no nos queríamos presentar porque no habíamos traído ningún disfraz..., pero luego se nos ocurrió una idea y era disfrazar a los niños de botellas de vino. Estamos en plena Ribera del Duero, aquí en nuestro pueblo tenemos cuatro de las bodegas de vino más importantes de la zona y pensamos que podía ser muy gracioso llevar a los niños así disfrazados, en homenaje al pueblo y a las bodegas. Total, compramos todo el material y en mi casa todos nos pusimos a trabajar, con cartulinas negras hicimos la forma de las botellas, con cartulina marrón hicimos el corcho y en la parte de delante de las botellas pintamos el escudo del pueblo (todo un trabajo) y por la parte de detrás dibujamos la denominación de origen de los vinos de la zona. Los niños cada uno iban de un vino: crianza, reserva, joven... según la edad de los niños. Todo un trabajo, fue muy divertido porque toda la familia estuvimos trabajando, tías, papis, mamis, niños... y quedó chulísimo, una pasada!!!

Yo estaba súper orgullosa, menuda idea tan original y qué bien ha quedado!!, pero a la vez todos los mayores, yo incluida, pensábamos: seguro qué vamos a ganar!!, vamos a impresionar a todos, la idea súper original, todo hecho a mano y encima ha quedado genial, vamos a ganar del tirón!!

Total que cuando llegó la hora de los disfraces, allá que presentamos a los niños como representantes de nuestra familia, iban súper graciosos. Bueno, la primera sorpresa fueron algunos comentarios de alguna gente del pueblo, precisamente de unos que se dedican al mundo del vino. Sin ningún pudor nos dijeron: “Vaya, mira estos de fuera qué graciosos se creen...” Me quedé un poco parada al oír esto, pero no hice ni caso, ni siquiera contesté y, pensé: “Bueno, menuda tontería, cosas de pueblos...” total que no le di más importancia al comentario, yo toda orgullosa contemplando a nuestros niños, eran los mejores, sin duda!!

Y... llegó la hora de los premios, dieron un tercer premio a una niñita del pueblo que iba de erizo, yo en ese momento pensé, “bueno es normal que se lo den a esa niña, es del pueblo y va muy mona”, y... llegó el segundo premio, tampoco fue para nosotros, se lo dieron a unos niños que también eran del pueblo y que iban de albañiles, en este momento pensé: “Bueno, nos reservan el primer premio para nosotros, genial”, y... llegó el primer premio, para sorpresa de todos se lo dieron a unas niñas del pueblo que iban de galletas, me quedé muerta y pensé “no puede ser!!!”, menuda injusticia!!, pero si nuestro disfraz era el mejor!!, pero no sólo fue eso, se sacaron un cuarto premio para dárselo a otros niños que también eran del pueblo!!! y la alcaldesa  desde el escenario nos dijo: “qué no se enfaden los de las botellas de vino, pero es que no puede haber premios para todos”.

Os podéis imaginar los miembros de mi familia, la cara que pusimos, guardamos la compostura con mucha dignidad, pero cuando llegamos a casa, nos quedamos a gusto: “Menuda injusticia, ya les vale, cómo no somos de aquí pues no nos han querido premiar!!, mira que son raros, pensábamos que el disfraz iba a gustar y justamente ha tenido el efecto contrario, menuda injusticia, tanto trabajo y para nada..., encima han sido unos maleducados, no vamos a participar en ninguna actividad más del pueblo”, total que nos quedamos a gusto, yo también estaba indignadísima!!

Al cabo de un ratito empecé a reflexionar de manera un poco más racional y, me hice la gran pregunta: Ostras, y ¿por qué teníamos que ganar nosotros? (autoaceptación incondicional de la vida de Albert Ellis: No siempre las cosas nos salen como queremos, nos gustaría que todas las cosas nos salieran bien, pero no siempre es así...), y ¿por qué nuestro disfraz tenía que tener la aprobación de todo el mundo?, y ¿por qué la gente no tiene derecho a decir lo que piensa?, y ¿por qué tenemos que caer bien a la gente? (autoaceptación incondicional de los demás de Albert Ellis: No siempre los demás van a hacer lo que nosotros queremos, nos gustaría que actuaran como nosotros queremos, pero no siempre va a ser así), y ¿para qué nos habíamos presentado: Para pasarlo bien, o para ganar?. Indudablemente la respuesta a esta última pregunta es que hicimos los disfraces con el objetivo de ganar, coincidió que nos lo pasamos bien haciendo los disfraces, pero el objetivo no era pasarlo bien haciendo los disfraces, sino que el único objetivo que teníamos todos los miembros de mi familia, era sólo uno: GANAR!!

Bueno ha sido un gran aprendizaje, nos hemos dado cuenta que hemos terribilizado, que nos fijamos únicamente en el objetivo y no en lo más importante: disfrutar haciendo las cosas, además lo que nosotros pensamos que fue una injusticia, seguramente para muchos de los que estaban allí presentes no lo fue y aunque así hubiera sido: ¡Una gran injusticia!, pues también, le hubiéramos tenido que quitar importancia y renunciar a ganar. Nos enriquece más en nuestro crecimiento aprender a perder que a ganar.

En mi familia hemos aprendido una lección y eso es lo importante, pero sabéis lo bueno de todo esto: Qué los niños ni se inmutaron por no ganar!!, todo fue una invención nuestra, que hizo que nos sintiéramos mal en ese momento de manera muy absurda. Los adultos tenemos mucho que aprender de nuestros niños.

Un beso a todos,

Mónica

2 comentarios:

  1. La historia es genial, una gran experiencia para los adultos (a mí me pasa, la gente cree que su hija es la más guapa…”porque no han visto la mía!”) y una enorme oportunidad para los niños.

    Lo más bonito es cómo cuentas la ilusión cuando se prepararon los disfraces. Aunque os hubieran dado el premio recordarías con mucha más alegría los momentos de la preparación que la nominación.

    De hecho esos momentos que habéis compartido ya no os los va a quitar nadie, quedarán acumulados en los buenos recuerdos de la infancia de vuestros hijos. Con el cambio de pensamiento les habéis administrado a los niños una auténtica vacuna contra los efectos nocivos de la frustración, como el enojo y la evitacion ante nuevas situaciones parecidas.

    Los niños no aprenden de los sermones de los padres sino de lo que les ven hacer. Les transmitimos nuestra forma de pensar de forma insensible. Para bien y para mal.

    La satisfacción no está en haber obtenido el objetivo sino en cómo llegar a él. El reconocimiento y el éxito no son necesarios para podernos sentirnos a gusto en nuestra propia piel.

    Además, muchos premios están dados con antelación. ¿Justicia?. Si te fijas en alguno de los últimos premios Nobel de la Paz, pues ni te cuento. Entonces, ¿porque no podría pasar lo mismo en un pueblo de buena gente y buen vino?

    Lo que hagamos, sea poco o mucho intentemos hacerlo bien, aunque tengamos que esforzarnos en practicar una y mil veces caligrafía con nuestros pensamientos y creencias. No es fácil, hay que esforzarse. Casi nada nos sale a la primera, sólo aprendemos cuando nos equivocamos.

    Hasta es posible que si logramos comportarnos con los los niños como vosotros habéis hecho ¡algún día reciban un premio!.

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  2. Elevas la cotidianidad a categoria de enseñanza y aprendizaje.
    Me gusta y me dice. Aprehendo; intento hacerlo mio.
    Un beso.
    Damian

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