- Harry…
Marina me ha llamado, está muy preocupada. Ya sabes que yo no me meto en
vuestras historias, ni quiero meterme. Solo te digo lo que me ha pedido Marina.
Quiere una reunión, solo quiere que yo esté presente. Nada más. Me ha pedido
que te lo diga.
Meterse en
cosas de pandillas organizadas es muy delicado, y la negociación debía ser con
mucho tacto.
Harry es el
jefe de una pandilla de cuyo nombre no quiero acordarme. Es un tipo sereno, se
puede dialogar con él. Le he apoyado en muchas movidas, le he sacado de muchos
líos, me aprecia y me respeta. Y yo le aprecio y le quiero un montón. Pero se
que en temas de pandillas hay una línea roja que no puedo cruzar.
– Esta bien
Julio. Sabes que soy una persona razonable.
Fijamos fecha
y hora para la reunión. Se hará en un lugar público. Marina y Harry se
reunirán. Yo solo tengo que estar presente.
Marina no
sale de casa, está amenazada. Quiere negociar su salida de la pandilla. Es un
tema muy muy delicado.
La voy a
buscar en moto. Está muy, muy, pero que muy nerviosa. La intento tranquilizar.
Se pone el casco y nos vamos al lugar de la reunión.
Es una
terraza con más gente. Harry y Marina se saludan fríamente. Yo intento romper
el hielo;
– ¿Nos
sentamos? ¿Qué queréis tomar?
Piden. Harry
llama desde su móvil, solo dice;
– Ya está
aquí
Al rato
aparece “La Yari”. Se sienta. Harry se levanta y se va. La Yari es la jefa de
las chicas. Es con ella con quien se tiene que negociar la salida de Marina de
la pandilla.
Comienza el
dialogo, yo en medio escuchando sin abrir la boca, “Ver, oír y callar si de la
vida quieres disfrutar” reza una pintada en las calles de un barrio del
Salvador de cuyo nombre no quiero acordarme.
Según va
pasando el tiempo y la conversación, la atmosfera se va destensando.
– Marina… cuando
estuve presa me viniste a ver, y yo eso no lo olvido. Además, está aquí Julio,
al cual respetamos todos. Así que por mi parte eres libre, no te vamos a seguir
acosando. Pero cuidado, como te veamos con algún miembro de la XXX, este
acuerdo se rompe.
Después de la
reunión Marina me dio las gracias una y otra vez, ¡¡estaba feliz!! ¡¡Jamás voy
a olvidar esto!! Decía ¡¡gracias gracias gracias!!
Normalmente
son los pedagogos (profesores, educadores, psicólogos, Institutos de
secundaria…) los que inmediatamente sin pensárselo dos veces (como rezan los
protocolos), derivan los casos de acoso, violencia, bullyng, agresiones… a la
policía y a los jueces.
Yo creo que
debería ser al contrario.
Desde la
pedagogía, desde lo CERCANO, todo es más rápido, más duradero, más eficaz, más
solido…
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