domingo, 19 de octubre de 2014

REFLEXIONES DE PILAR G: LA ANSIEDAD


El miedo no es malo, todo lo contrario, nos protege de los peligros que pueden amenazar nuestra integridad física y, por lo tanto, nos ayuda a permanecer con vida.

Por ejemplo, si tuviésemos que cruzar una autopista con mucho tráfico y no fuésemos conscientes del riesgo que eso conlleva, seguramente no tomaríamos ninguna precaución y difícilmente conseguiríamos llegar con vida al otro lado.

En este caso, el estado de alerta que experimenta el organismo es normal y necesario, el problema aparece cuando percibimos como amenazantes situaciones o cosas que no lo son y ante las que reaccionamos de igual manera que si estuviéramos frente a un león hambriento.

La TREC diferencia dos tipos de ansiedad:

-ANSIEDAD DEL EGO: está relacionada con la autodevaluación, y esta se produce cuando nos exigimos a nosotros mismos un montón de cosas como ser inteligentes, simpáticos, cultos, elegantes, no cometer errores, tener un cuerpo escultural, muchos amigos, una casa en propiedad, un trabajo interesante y bien remunerado, pareja, hijos… En definitiva, cuando pretendemos ser infalibles y conseguir todo lo que la sociedad nos dice que debemos tener para ser personas aceptables.

Cuando nos presionamos para alcanzar la perfección (por cierto, tarea imposible), estamos cometiendo el error de condicionar nuestro valor como personas a poseer todos esos logros y cualidades, y si no los tenemos, nos vemos como seres ineptos, despreciables e indignos de ser amados.

No aceptarnos con nuestros defectos, carencias y fallos, implica ver amenazada nuestra valía como seres humanos y esa amenaza nos provoca muchísima ansiedad, además de sentimientos de culpa, vergüenza e incluso depresión.

-ANSIEDAD SITUACIONAL: el origen es tener una baja tolerancia a la incomodidad que nos ocasionan determinadas situaciones e interpretarlas como terribles. Cualquier situación es susceptible de producirnos ansiedad: perder el trabajo, ser abandonados por nuestra pareja, contraer una enfermedad, viajar en avión, montar en un ascensor…

En general, son "peligros" que anticipamos, porque muchas veces lo que tememos ni siquiera llega a suceder, por ejemplo, podemos sentir un miedo exagerado e irracional ante la idea de perder nuestro empleo cuando todo indica que eso es poco probable que eso suceda (recibimos felicitaciones por parte del jefe, gratificaciones económicas…).

O quizás nos aterrorice viajar en avión por la creencia de que moriremos en un accidente aéreo, aunque las estadísticas nos confirmen que se trata del medio de transporte más seguro. Confundimos la más mínima posibilidad de que algo ocurra en una alta probabilidad.

Tanto en la ansiedad del ego como en la situacional, se produce un diálogo interno terribilizador: “Sería horroroso no tener un físico agraciado y no ser aceptado por los demás”, "No debo equivocarme en el trabajo, si fallo seré un completo inútil", “Tendría que tener a alguien a mi lado porque si no, qué vida más triste”, “Sería espantoso si mi pareja me dejara, no lo podría soportar”, “Necesito la certeza de que no tendré un accidente si viajo en avión, si eso sucede sería terrible”, “Si me diagnosticasen una enfermedad grave, nunca más podría ser feliz”… Este diálogo irracional hace que permanezcamos en un estado de alerta innecesario.

Para rizar el rizo, además de pensar que es terrible ser tonto, feo, perder el trabajo, enfermar, hacer el ridículo al hablar en público o cualquier otra cosa, también podemos creer que es horrible la ansiedad que sentimos por esas cosas, entonces nos diremos: “No debería tener ansiedad, es espantoso y no lo puedo soportar”, y eso hará que el malestar se incremente.

 ¿Qué podemos hacer cuando la ansiedad que sentimos ante cualquier acontecimiento activador nos genera más ansiedad? Aceptarnos incondicionalmente, es decir aceptarnos con nuestros fallos, con nuestros defectos y… con nuestra ansiedad. Esta emoción negativa, aunque insana, forma parte de nosotros, exactamente igual que cuando tenemos una migraña. Si la aceptamos, conseguiremos reducirla considerablemente.

Por otro lado, es importante que evaluemos racionalmente todo lo que nos sucede o podría suceder, esto significa evaluarlo sin exagerar negativamente, de esta forma lograremos minimizar la ansiedad porque nos daremos cuenta de que hay muy pocas cosas realmente terribles. 

Un abrazo,

Pilar

10 comentarios:

  1. Pilar muy acertado tu post, en mi caso terribilizo mucho porque he estado rodeada siempre de gente que ve las cosas más negativas de la vida, con los libros de Rafael y post tan interesantes como el tuyo ya terribilizo menos.

    Un saludo y Gracias!!!!!

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  2. Excelente comentario Pilar!

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  3. ¡Cuánta razón tienes Pilar!
    En mi caso me sucede algo peculir. O yo creo que lo es por mi ignorancia en estas cuestiones.
    Resulta que ante los problemas y circunstancias importantes se me da extremadamente bien relativizarlos, atemperarlos, afrontarlos y solucionarlos. Y si no puedo, una vez que tengo constancia que ya no puedo hacerlo mejor, dejo de preocuparme mucho por ello.
    Sin embargo, en las cuestiones más nimias, en las que no me juego nada importante, me pueden afectar mucho y me pueden causar disgustos absolutamente desproporcionados. Lo analizo, lo veo y lo comprendo, pero no consigo cambiar.
    Bueno, la verdad, es que últimamente estoy consiguiendo que al menos esos disgustos me duren menos.
    Si os tuviera cerca me acercaría para que me ayudarais en ello.
    Saludos y seguid con esta buena labor, por favor.

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  4. "... y llegado el momento te abrazaré, compañera ansiedad, con la misma entrega con que aquel día, ¿recuerdas?, tendí la mano al miedo y acepté su compañía".

    Os dejo un micro relato para que si os apetece, podáis evocar e ir cambiando situaciones habituales en el camino de la aceptación.

    ¡Muchas gracias Pilar, un gran tema que has tratado de forma muy directa y acertada!.

    Feliz día a todos!!!

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  5. Qué chulo el micro relato Miguel!! la clave como siempre está en la aceptación...

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  6. Hola Pilar, me ha gustado mucho. Tambien me gusta lo que la palabra dice, ¿Y quien de vosotros podra con afanarse añadir a su estatura un codo? Pues si no podeis ni aun lo que es menos, ¿por que os afanais por lo demas?. Saludos.

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  7. Que de verdad hay en todo lo que cuentas, me ha encantado el post. Quizás el problema que hay también en la ansiedad es que le damos demasiada importancia al que dirán los demás y no mirar por nosotros mismos. La busqueda de la perfección es totalmente imposible y gracias a los libros de Rafael y vuestras entradas lo he descubierto, se es más feliz siendo imperfecta y aceptándolo.Un abrazo

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  8. Hola Rafael!! Gracias a tus libros cada día estoy mejor. Mi problema es que tengo ataques de ansiedad cuando veo a unos amigos de la infancia (excepto alguna excepción sólo me pasa con ellos) pero con el resto de personas aunque soy algo tímido al principio no tengo problema. Mi pregunta es que si debería enfrentarme a esta situación en la que hablo cara a cara con ellos. Hace 5 años me dio el ataque en esta situación y desde entonces la evito. El tema es que me da mucha verguenza que me vean con pleno ataque porque no son precisamente individuos con la mente abierta y piensan que estoy loco. Muchas gracias por todo, un abrazo!!

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  9. Hay un tipo de ansiedad muy dañina. Es la que procede de reprimir la rabia, el disgusto hacia alguien o incluso la ira. Es un mecanismo de defensa mal adaptado. Procede del miedo a estallar; a perder el control de nuestros impulsos agresivos más primarios. Podría decirse que es como una olla a presión a la que hemos taponado la válvula de salida del vapor de agua. A fuerza de querer ser hipercivilizados y perfectos, nos autoinfligimos un sufrimiento espantoso. La consecuencia lógica es que, más pronto que tarde, acabamos estallando con el más débil o con nuestras sufridas familias, que para eso están.

    Albert Ellis tiene un libro que trata específicamente este tema. Su título es: "Controle su ira antes de que ella lo controle a usted". En este libro coge al toro por los cuernos, en lugar de negar ese sentimiento tan devastador pero, al mismo tiempo, tan real, le aplica los principios de la Terapia Racional Emotiva Conductual para que se disuelvan, aumentando en la persona los sentimientos de autoaceptación, aceptación de lo que nos irrita de los demás y aceptación del mundo en general. Esto produce un proceso demadurez personal, de la que estamos muy necesitados en nuestra adolescente sociedad.

    Un saludo para todos, en especial para ti, Pilar. Me lo paso muy bien leyendo las entradas de este blog y sus comentarios.

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  10. Hola, Ernesto
    No hace falta. De hecho, si no son gente con la mente abierta, para qué quieres quedar con ellos?
    Rafael

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