domingo, 13 de septiembre de 2015

REFLEXIONES DE PILAR G: LAS RESPONSABILIDADES FAMILIARES


“La familia Bélier” (2014),  es una entretenida película francesa en la que, desde el punto de vista psicológico, se aborda un tema muy interesante: las consecuencias de asumir, en el entorno familiar, responsabilidades que corresponden a otros.

Esta simpática familia está compuesta por un matrimonio y sus dos hijos adolescentes, de todos ellos, la única que no es sordomuda es Paula, que así se llama la joven protagonista.

La acción se desarrolla en  un pequeño pueblo de la campiña francesa, donde los Bélier tienen una granja, de cuya explotación provienen los ingresos de la familia. Paula sirve de puente comunicativo entre su familia y el mundo exterior, y sus padres recurren a ella para realizar cualquier gestión, ya sea personal o relacionada con el negocio, hasta tal punto eso es así, que no conciben la idea de poder desenvolverse en la vida sin su hija.

La joven, siempre dispuesta a ayudar a su familia, se desvive por hacer más cómoda la vida a sus padres, pero lo que ha conseguido es que éstos se conviertan en personas completamente dependientes e incapaces de dar un paso sin ella.

Un buen día el profesor de canto de Paula, descubre que la chica tiene una maravillosa voz y le anima a presentarse a un concurso de Radio France, si lo gana tendría que dejar su casa y trasladarse a París para vivir allí durante un año.

Paula no quiere quedarse trabajando en la granja familiar, pero si cumple su deseo de marcharse a París para desarrollar su talento, se sentirá culpable y si se queda en el pueblo con su familia, el sentimiento de culpa será sustituido por el de resentimiento hacia sus padres.

Cuando Paula comenta con una amiga sus dudas acerca de la decisión que debe tomar, la amiga le recuerda que sus padres ya estaban aquí mucho antes de que ella llegara a este mundo, y que, por lo tanto, podrían arreglárselas perfectamente sin ella.

Lo que le ocurre a Paula con su familia, nos suele pasar a muchos de nosotros con aquellos que consideramos, por algún motivo, más débiles (hijos pequeños o adolescentes, padres muy mayores, personas con alguna discapacidad…). Cuando se les presenta cualquier adversidad, ahí estamos nosotros intentando hacer todo lo posible para resolver su problema, actuamos así porque pensamos que son incapaces de afrontar sus propias dificultades o porque les va a costar demasiado hacerlo.

Sin embargo, tanta sobreprotección y ayuda, lejos de beneficiarles, les perjudica a medio y largo plazo, ya que se van haciendo personas cada vez más incapaces y dependientes.

A veces, al igual que Paula, creemos que tenemos el poder (y la obligación) de hacer felices a los demás, y cuando no cumplimos con esa autoexigencia, aparece la culpa, nos acusamos de ser malos hijos, malos padres, malos hermanos…, así que para que ese sentimiento de culpa desaparezca, decidimos prestar nuestra ayuda, aunque nos suponga mucho sacrificio y no nos apetezca hacerlo.

Es poco realista y muy pretencioso pensar que con nuestras acciones podemos hacer feliz a alguien. Podríamos invertir todo nuestro tiempo y energía en colmarle de atenciones y de comodidades, que lo único que conseguiríamos es que su vida fuera un poco más cómoda pero nunca lograríamos hacerle feliz, si no lo es ya. Esto es así, porque el bienestar emocional no radica en tener una vida más fácil, sino en tener un diálogo interno racional, y no olvidemos que eso es responsabilidad de cada uno.

Lo mejor que podemos hacer, por nosotros y por los demás, es procurar estar emocionalmente todo lo bien que podamos, porque de esta manera podremos aportar mucho a los que nos rodean, si nos estamos ahogando poco podremos hacer para salvar a alguien que también se ahoga a nuestro lado.

Esto no significa que nos centremos solo y exclusivamente en nosotros y que no nos interesemos por nadie, podemos prestar nuestro apoyo cuando sea necesario y estar pendientes de los demás, pero sin hacerles dependientes. Conviene que, siempre que sea posible, sean ellos mismos los que hagan frente a sus adversidades, de esta manera desarrollarán las habilidades necesarias para ello, aumentarán su capacidad de aprendizaje y serán, por tanto, más resolutivos e independientes, tanto práctica como emocionalmente.



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