El otro día comía con una buena amiga y me dijo lo siguiente:
- ¿Sabes?, nuestro amigo Luis, en cuanto te marchas, te critica que da gusto. Dice que eres demasiado pasota, informal, no te preocupas por los demás; ¡que vas demasiado a la tuya! Y lo peor es que Jaime le dio la razón. Ya ves, en cuanto les das la espalda, ¡te ponen a caldo!
A mi amiga le sabía mal que me criticasen, pero sinceramente, pensé: "Vaya, no son críticas demasiado fuertes". Además, pensé: "Existe una cosa positiva de ello: estos dos amigos, Jaime y Luis, me quieren a pesar de mis fallos, me siguen llamando y cuentan conmigo. Eso es hermoso. Ellos creen que yo soy falible y aún así, son mis amigos. ¡Eso es aceptación!"
Que sus críticas sean ciertas o no, no es tan importante. Ellos piensan que tengo fallos incorregibles, y quizás exageran un poco. A lo mejor sería bueno que no lo dijesen detrás mío, pero... ¿Es eso tan importante? El hecho esencial es que ellos me aceptan y yo también a ellos: son buena gente; soy buena gente.
Reflexionemos sobre las críticas. Todos las hacemos y no tienen importancia. A todos nos las hacen, pero no es una afrenta mortal. Mejor es no juzgar, pero el ser humano es falible y cae en ello.
Por otro lado, yo soy humano, y estoy muy contento de cometer fallos, de ser imperfecto. ¡Uff, vaya esfuerzo sería intentar alcanzar la perfección! Yo prefiero aceptarme como soy, no exigirme demasiado y aguantar con buen humor y deportividad las críticas de mis maravillosos (aunque también falibles) amigos.
Un beso a todos!
Rafael
jueves, 10 de junio de 2010
LAS CRÍTICAS QUE SIENTAN BIEN
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