jueves, 22 de agosto de 2013

REFLEXIONES DE JULIO: PAPA NOEL!!!


Todos los años voy a El Salvador (Centroamérica), vivo durante un mes en un barrio de la capital, zona MS (Mara Salvatruchas). En la champa (chabola) donde nos encontramos está arriba del cerro, muy alto, por encima del nivel de la ciudad, por lo que no llega el agua, así que tenemos que bajar al río, llenar los cubos, ponerlos en la cabeza y subir cuesta arriba. Cuando me puse uno de esos recipientes redondos en la cabeza ¡casi me disloco el cuello! Jaja no podía dar ni dos pasos seguidos cuesta arriba ¡yo que boxeo, voy al gimnasio…! ¡Que vergüenza! Jaja. Sin embargo las niñas de allí lo subían como el que sube un cojín en la cabeza, y se reían de mí. En fin, quiero decir con esto que las condiciones de vida son muy duras, y algo tan básico para la vida como es el agua, escasea.

            En nuestra champa hay dos niños de unos 5 años, yo me quedaba observándoles jugar ¡que maravilla! Como se subían a los árboles, como usaban la imaginación y hacían de cualquier objeto un juguete ¡cómo se lo pasaban corriendo de arriba abajo! Pero entre todos esos juegos había uno que era su favorito, y era saltar y saltar en la cama, darse con las almohadas, tirarse uno encima de otro…en una champa no hay habitaciones, todos los miembros de la familia duermen en camas contiguas, y todas las camas juntas hacen una cama inmensa, donde los niños se lo pasaban pipa saltando y saltando.

            Aquel año pasé las fiestas de Navidad allí, y el 24 de diciembre, llegó al barrio una ONG occidental y anunciaron que iban a repartir juguetes a los niños. El día del reparto nos fuimos la madre, los niños y yo a hacer cola para recibir juguetes. A cada niño le daban un juguete, a nuestros dos niños le dieron un cochecito a cada uno. Cuando llegamos a la champa, se pusieron a jugar con los cochecitos, a los cinco minutos se aburrieron y los dejaron allí tirados, y se pusieron a saltar en el colchón. No volvieron a jugar con esos juguetes, porque simplemente no los necesitaban, porque sus juegos eran infinitamente más divertidos, porque no viven en un apartamento de 50 metros cuadrados, sino en un lugar con las puertas abiertas, árboles, selva, ríos, otros niños…

Me dio mucha lástima de la ONG y de los occidentales. Porque sin duda habían hecho mucho esfuerzo en llevar esos juguetes ¡estamos en zona salvatrucha! Y aquí no entra cualquiera. Y habían subido al cerro, y habían cargado no se cuantas camionetas llenas de juguetes, y no se cuantas campañas para recaudar dinero…  y seguro que aquellos voluntarios occidentales sufrían porque piensan que los niños pobres sin juguetes en navidad sufren ¡Esos niños que ni saben ni les importa quién es Papá Noel!

Cuando veo esas campañas navideñas de Antena 3, Telecinco, esas ONGs recogiendo juguetes… mostrando anuncios publicitarios con niños infelices porque no tienen juguetes… me entra la risa, porque simplemente no es cierto. Eso es una necesidad de los occidentales. ¿Os imagináis a un niño indígena recibiendo como regalo la Barbie rubia y el coche descapotable de Kent? Es una situación ridícula.

Pensar que un niño necesita juguetes para ser feliz es una creencia irracional (como diría Rafael jaja). Lo que necesitan es saltar, gritar, correr, revolcarse, explorar… y eso si que cada vez está más prohibido en nuestras sociedades occidentales, con nuestras leyes de “responsabilidad civil” (y nuestros seguros de vida), la obsesión de evitar todo tipo de riesgos, el miedo (también irracional) de los adultos a que los niños se rompan, se ahoguen, los rapten, los droguen, los violen… la “terribitis” (como diría también Rafael jaja).

Los niños y niñas en realidad solo necesitan dos regalos de los adultos para ser felices (y son gratis); raíces y alas.

9 comentarios:

  1. Qué genial Julio lo de ir al Salvador cada año, menudo aprendizaje!!!!
    Un fuerte abrazo

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  2. Qué guay esa experiencia y que nos la trasmitas!!!!

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  3. Genial aportación! Es totalmente cierto!

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  4. gracias por compartir tu aprendizaje... realmente, estamos neuróticos perdidos, eh? mira que pensar que los niños "necesitan" todas esas cosas, juegos y juguetes, con las que se les bombardea desde los medios... cómo estamos!!! :-D da gusto leer tu historia; es refrescante para nuestras fatigadas neuronas. :-)

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  5. El verbo tener es muy peligroso pata nosotros los neuróticos
    Tener es perder
    Cambiar esa filosofía es importantísimo
    Tener es disfrutar

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  6. Gracias, precioso y alentador. El regreso a lo natural ...

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  7. Gracias, Julio por compartir tú experiencia y el aprendizaje, muy interesante. Las campañas para recoger juguetes destinados a niños del 3er Mundo que aparecen en la tv parecen hechas más para responder a las necesidades de adultos del 1er Mundo que a los propios niños.

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  8. Tienes toda la razón. A los niños en general, incluidos los del primer mundo, les importan poco los juguetes. Quizá si se les dedicara más tiempo para jugar o les regalaramos un espacio abierto sería mejor. Ahora mismo me estoy acordando que la otra noche mi hijo de 8 años me dijo muy convencido que no le comprara más juguetes ni más libros de cuentos para leer. Sinceramente me sentí fatal, tengo que decirlo. Me pidió a cambio ir más veces al campo para poder corretear, buscar ranas o tirar piedras en los ríos. Es verdad que la vida en la ciudad es muy agobiante para los niños. Si vives en un piso te ves un poco atado porque tienes que evitar los ruidos, las risas, cuidar que los niños no correteen por el pasillo. En fin, lamentable. Gracias por conatr tu experiencia!!

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