martes, 12 de marzo de 2019

REFLEXIONES DE PILAR G. VADO: ¿POR QUÉ NO EXISTE LA IGUALDAD?



Hoy, como cada año, se celebran multitud de actos reivindicativos con motivo del Día Internacional de la Mujer. Si echamos la vista atrás, da la sensación de haber avanzado mucho, sin embargo, viendo este cartel de MANOS UNIDAS, resulta sorprendente que quede tanto camino por recorrer,no solo en cuanto al machismo, sino también en cuanto a la xenofobia, el clasismo, la homofobia…

Esto tiene mucho que ver con la gran confusión de valores que sufre la sociedad actual y que está en la base de toda división social. Si no se modifica la escala de valores, de poco servirán las manifestaciones, las luchas, las huelgas, las campañas o las ONG. Luchar contra los problemas de la humanidad no los resolverá, es como pretender que una casa deje de estar anegada achicando agua, pero sin arreglar la rotura de la tubería causante de la inundación. Si no vemos que el problema no es el agua, sino la tubería rota, la situación persistirá.

La tan perseguida igualdad de responsabilidades, de oportunidades y de derechos se daría de forma natural si todos valorásemos a las personas por ser seres humanos, estar vivos y por su capacidad de amar, por encima de la raza, el género, la nacionalidad, la clase social, la orientación sexual... Así, estos aspectos serían tan solo detalles que aportarían diversidad a la especie humana y que enriquecerían las relaciones personales. 

Sin embargo, sucede lo contrario, destacamos los rasgos anecdóticos que nos diferencian por encima de lo que nos hacen iguales y humanos.En consecuencia, perdemos tiempo y energía comparándonos con otros, compitiendo, esforzándonos por demostrar que podemos hacer las mismas cosas que los demás y que valemos lo mismo (o más) que ellos. Esto implica que existan mejores-peores, buenos-malos, superiores-inferiores…, es decir, que se acentúen aún más las diferencias.

Buscar la igualdad desde la diferencia resulta bastante absurdo porque en lo superficial, afortunadamente, no somos iguales y nunca lo seremos. La vida sería muy aburrida si todos poseyéramos idénticos rasgos, habilidades y cualidades.

La lucha por la igualdad desde una perspectiva que pone la atención en lo trivial y que niega la auténtica igualdad del ser humano,podrá conseguir muchas mejoras pero no impedirá que siganexistiendotiranteces, tensiones, conflictos, enfrentamientos...

Creemos que el mundo se cambia desde el exterior, que ha de ser el sistema el que establezca la paz, la justicia y la igualdad, así nosotros eludimos nuestra responsabilidad, sin embargo, la sensibilidad no puede despertarse por la fuerza.

Para que cualquier cambio sea auténtico y produzca los efectos esperados, ha de ser gestado desde dentro y no ser impuesto desde fuera, es decir, es necesaria una revolución interna e individual en nuestra forma de concebir al ser humano para que surja una transformación del sistema.De otro modo, sería como restaurar con una simple mano de pintura un mueble carcomido, su apariencia mejorará pero el interior seguirá dañado.  

Supondría un instrumento esencial para un cambio real tomar consciencia de los valores sociales existentes, cuestionar su validez y transmitir a las futuras generaciones unos nuevos valores que contribuyan a alcanzar objetivos personales de felicidad (menos ansiedad,  resentimiento, depresión, frustración…) y sociales de integración (menos marginación, discriminación, confrontación, desigualdad...).

Frases como: "María, si te apasiona el fútbol, juega al fútbol” o “Juan, si te gusta el color rosa, ponte una camiseta de ese color”, no bastan para fomentar la igualdad, porque con ellas los niños se pierden en lo superficial. Se trata de trascender las diferencias insignificantes y de hacer vera María y a Juan que son diferentes en muchos aspectos, que no tienen por qué ser iguales y que sus rasgos no les hacen mejores o peores personas. 

Es fundamental inculcar a los más pequeños que nos es importante que sean o no capaces de realizar exactamente las mismas cosas que los demás, que tengan gustos distintos o similares, que consigan o no los mismos logros o que posean habilidades diferentes o parecidas, que lo realmente importante es que tienen algo en común que les define como seres humanos y que les hace valiosos: su capacidad de apreciar la vida, de disfrutarla, de jugar, de compartir, de amar a los demás, de colaborar con ellos... 

Quizá algún día la sociedad esté formada por seres humanos íntegros, que no juzguen en su totalidad a los demás poraspectos concretos, que consideren y respeten a todos por igual, y que reconozcan a la humanidad como un todo,solo entonces emergerá una igualdad real y efectiva inspirada en la paz y el amor. Mientras no sea así, seguiremos luchando para conquistar una pseudoigualdad inspirada en la rabia y en la indignación, que pone el foco en las diferencias y que genera más desigualdad.





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