viernes, 11 de julio de 2014

REFLEXIONES DE PILAR G.: PENSAR COMO CIENTÍFICOS



Para convertirnos en personas emocionalmente fuertes es fundamental aprender a pensar de manera lógica y racional, esto no es otra cosa que aplicar el método científico a la vida cotidiana.

Hay quienes equivocadamente creen que razonar de esta forma nos convierte en personas frías, calculadoras e insensibles. Esto no es así en absoluto, pensar como científicos no sólo no nos priva de experimentar emociones sino que además nos ayuda a no sufrir más de lo necesario.

Veamos de manera muy sencilla en qué consiste el método científico y para ello vamos a recurrir a la imaginación. Supongamos que el ser humano descubre un nuevo planeta que, a pesar de estar a muchísimos años luz del nuestro, comparte algunas características con la tierra que hacen sospechar a los expertos de la existencia de algún tipo de vida allí. 

Con la intención de comprobarlo, un grupo de astronautas organiza una expedición hasta el nuevo planeta y, apenas ponen un pie allí, encuentran un ser vivo con una apariencia bastante parecida a la humana pero con la piel gris.

La hipótesis que establecen sobre el aspecto del ser que acaban de descubrir es la siguiente: “Todos los habitantes de este planeta son grises”, y la consideran válida hasta que la realidad les demuestre lo contrario.

Continúan explorando el planeta cuando, de repente, ven a otros habitantes idénticos al primero que hallaron, pero en esta ocasión, de color verde, este hallazgo hace que desechen la primera hipótesis y que formulen una nueva: “Todos los habitantes de este planeta tienen la piel gris o verde”, esta suposición se acerca más a la realidad que la primera.

Aun así no consideran la hipótesis como verdadera, porque entienden que pueden aparecer nuevos datos que la falseen. Al día siguiente, observan que también hay habitantes amarillos. A estas alturas, la suposición, siempre sujeta a nuevas revisiones y modificaciones, sería: “Todos los habitantes son grises, verdes o amarillos”.

La forma flexible de pensar de los astronautas, contribuye a que su teoría sobre el color de los habitantes del nuevo planeta sea cada vez más realista. Esto representa el auténtico pensamiento científico.

La ciencia no persigue la verdad absoluta, simplemente el mayor acercamiento posible a la realidad. Ésta cambia constantemente, por lo tanto, debemos adaptar nuestras creencias a las evidencias que van apareciendo. Si un virus desconocido acabara con todos los habitantes grises de ese planeta, se plantearía una nueva hipótesis sobre estos seres: “Todos los habitantes son verdes o amarillos”.

Sería recomendable que nosotros nos comportásemos como científicos con nuestras creencias sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre el mundo, tal y como han hecho estos astronautas con sus ideas acerca de los seres que han descubierto.

Observando nuestro entorno comprobaremos si nuestras creencias se ajustan o no a la realidad, si la experiencia demuestra que una idea no es cierta, la desecharemos y la sustituiremos por otra más realista. Considerar nuestras ideas acerca de nosotros mismos, de los demás y del mundo como verdades absolutas, dogmáticas y rígidas nos aleja de la realidad y eso es precisamente el origen de nuestro malestar psicológico.

Uno de los expertos, al descubrir que había seres amarillos, se enfureció muchísimo; era muy supersticioso y pensaba que con toda seguridad los seres de ese color le traerían desgracias a él y a sus compañeros, de hecho cada vez que se cruzaba con uno sentía ansiedad y rabia, y comentaba al respecto: “Solo deberían existir habitantes grises o verdes, porque son mis colores favoritos y por consiguiente bajo ningún concepto debería haber ninguno amarillo, no lo puedo soportar, son horribles y traen mal fario”. 

Por mucho que se empeñara en que no debería haber en el planeta ni un solo habitante amarillo, no por eso iban a dejar de existir, de hecho tanto él como sus compañeros habían podido comprobar con sus propios ojos que existían algunos habitantes de ese color. Es ilógico pensar que por el mero hecho de que a él le parezcan espantosos y que atraen la mala suerte, los seres amarillos no vayan a existir. Hay habitantes amarillos y punto, independientemente de que a él le gusten o no. No hay ninguna ley universal que diga que debe ser de otra manera.

El pensamiento de este astronauta es anticientífco, es decir, como la realidad no se ajusta a sus rígidas ideas se encoleriza, le entra ansiedad o se deprime. Con esto no quiero decir que tenga que adorar a esos seres amarillos, pero sí puede flexibilizar su creencia: "Preferiría que todos los habitantes de este planeta fueran grises o verdes, aunque, lamentablemente, existen algunos amarillos que no me gustan nada pero lo puedo soportar”, de esta manera se disgustaría al encontrarse con alguno, pero no experimentaría ansiedad, rabia o depresión.

Esto que puede parecer obvio, no lo es tanto, todos tenemos ideas irracionales que no se ajustan en absoluto a la realidad y en lugar de buscar evidencias para refutarlas, lo que hacemos es defenderlas con uñas y dientes, buscando pruebas para mantenerlas a toda costa, aunque esto vaya en contra de nuestros intereses y nos hagan sufrir, exactamente como le ocurría a este astronauta.

El pensamiento anticientífico, supone un modo de pensar inmaduro, parecido a la manera de razonar que tienen los niños.  Ese pensamiento se resume en: “Debería hacer todo bien o muy bien”, “Los demás tendrían que tratarme siempre con respeto y consideración” y “Las cosas deberían ser como yo quiero y tendría que resultarme fácil y cómodo conseguir lo que deseo en la vida”, solo falta añadir: “Y si todo eso no es así, cojo un berrinche que os vais a enterar”.

Los niños, al igual que las personas irracionales, son egocéntricos, se creen el ombligo del mundo y consideran que todo debe girar a su alrededor, están convencidos de que todas las personas están ahí para complacerles y de que todo tiene que ser como ellos quieren.

Además las personas con esquemas mentales irracionales e ilógicos se ven a sí mismas como una especie de dioses, por eso se exigen a sí mismos hacerlo todo, como seres divinos que son, rozando la perfección. Los demás deben tratarles siempre con respeto, justicia y consideración, como no podría ser de otra manera teniendo en cuenta que son deidades. Y, dado que se consideran seres especiales y divinos, siempre deberían conseguir lo que quieren de manera cómoda y sin esfuerzo, porque ellos se lo merecen.

Evidentemente ni ellos, ni los demás, ni la vida son según sus exigencias, simplemente son como son y eso hace que con frecuencia se sientan furiosos, ansiosos, deprimidos... Es justo lo que le pasaba a nuestro amigo astronauta: “Quiero que todos los habitantes sean grises y verdes, es horrible que existan algunos amarillos, no lo puedo soportar...”, y así lo único que conseguía era perturbarse absurdamente.

Una mentalidad científica, lógica y racional es garantía de salud mental, así que, ¿por qué no probamos a pensar de este modo a ver qué pasa?

Un abrazo,

Pilar

8 comentarios:

  1. Gracias Pilar!!!, qué razón que tienes, cómo nos gustan los pensamientos fantasiosos, nos agarramos a ellos en cuanto tenemos oportunidad!!!

    A partir de ahora todos somos científicos!!!!!

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  2. ¡Muchas gracias! Esta comparación me es de gran ayuda. Retengo el término "analizar cómo un científico" tal un amuleto, o cómo dicen en francés un "pense bête", un no me olvides. Tienes toda la razón, mi problema es que lo entiendo perfectamente, pero al cabo de poco ya no lo recuerdo...

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  3. Hola a todos.

    Pilar, te agradezco la publicación de estos textos. Me gusta mucho la claridad, precisión y el estilo con que los escribes; disfruto mucho leyéndolos.

    Un saludo.

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  4. Muy buen ejemplo!! Explica con mucha claridad lo que quieres decir... estoy de acuerdo, aunque es difícil no ser anticientífico ;)
    Un saludo!

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  5. Excelente! Viva el pensamiento científico, realidad 100%, pura felicidad.

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  6. Muchas gracias a ti Alejandro por leerlos. Yo también disfruto un montón leyendo vuestros comentarios.
    Un beso.
    Pilar

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