miércoles, 16 de julio de 2014

REFLEXIONES DE PILAR G.: LA SALUD MENTAL


Es sorprendente la cantidad de horas al día que dedicamos, de una u otra manera, a cuidar nuestro cuerpo:higiene personal, pelo, ropa, deporte, tratamientos de belleza, revisiones médicas... También ocupan buena parte de nuestra jornada otras actividades como: trabajar, cocinar, desplazarnos, dormir, comer, practicar sexo, comprar, "wasapear"... Pero lo realmente asombroso es el poco tiempo que invertimos en nuestra mente.

Estamos mucho más preocupados por el estado de nuestra cuenta corriente o de nuestro aspecto físico que de nuestra salud mental, cuando en realidad, debería ser al contrario, porque ni el dinero ni la belleza nos procurarán paz interior y serenidad, es solo en nuestro interior donde encontraremos la verdadera felicidad.

Descuidamos la salud mental porque nuestra sociedad apenas la valora, de hecho para muy poca gente el crecimiento personal es un objetivo prioritario, nos afanamos, más bien, en perseguir falsos valores o antivalores como el dinero, el poder, el éxito profesional, el estatus social, la belleza, la inteligencia, etc., pensando que si los conseguimos seremos realmente felices.

Estos antivalores producen una falsa sensación de seguridad (hoy los tenemos pero mañana los podemos perder), insatisfacción (cada vez necesitaremos más) y vacío. Podríamos decir que son como la comida basura, en el momento satisfacen pero al cabo de un rato la sensación de hambre vuelve.

Admiramos a quienes poseen estos falsos valores, pero lo cierto es que deberíamos maravillarnos ante aquellos que saben "vivir bien", es decir, los que necesitan muy poco para ser felices, disfrutan de todo lo bueno que les ofrece la vida, viven sin miedos, sienten la alegría de estar vivos, sacan el máximo provecho a la vida y aman a los demás.

Fortalecernos emocionalmente requiere cierto esfuerzo, por eso si las circunstancias de nuestra vida son más o menos favorables (tenemos trabajo, salud, una pareja, amigos, dinero suficiente...), no nos molestamos en crecer como personas, ni siquiera cuando experimentamos una permanente sensación de insatisfacción y vamos por la vida arrastrando los pies.

El problema surge cuando irrumpe en nuestra vida un hecho que nos desestabiliza emocionalmente (enfermedad grave, pérdida de empleo, ruptura sentimental...) o simplemente cuando llega un momento en que sentimos un malestar emocional tan grande que nos impide llevar una vida normal, entonces, si no estamos mentalmente fuertes, nos hundiremos sin remedio.

Esto no quiere decir que ante una adversidad, por muy fuertes que seamos, no vayamos a sentir emociones negativas como tristeza, enfado, inquietud..., es normal experimentar ese tipo de emociones ya que forman parte de todo ser humano, pero si estamos fuertes evitaremos sufrir emociones negativas insanas como ansiedad, ira, depresión...

No hay mayor recompensa que la que obtendremos si invertimos tiempo y esfuerzo en mejorar nuestra salud mental, si lo hacemos nos convertiremos en personas capaces afrontar las adversidades de una manera racional, de disfrutar de la vida y de desarrollar todo nuestro potencial.

Un abrazo,

Pilar

5 comentarios:

  1. Qué razón que tiene Pilar!!!, está en nuestras manos el sacar ese tiempo para nuestra salud mental!!

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  2. No puedo estar más de acuerdo.
    Gracias Pilar.
    Hace muchos años que llegué a la conclusión que mi principal meta debía ser la 'Calidad de vida'.
    Lo curiosos es que llevo toda la vida observando un evidente rechazo, cuando mis decisiones y acciones para alcanzar esa calidad de vida no son estándares, pues a mucha gente no le gusta que te salgas de las costumbres de grupo, especialmente si son muy diferentes.
    Observo que existe una gran necesidad de estar anclados a un grupo de personas, para sentirse queridos y acompañados, de sentirse aceptados e integrados en grupos, aunque vaya contra los propios intereses.
    Comprendo que, en muchos casos, y para las personas menos independientes, puede ser muy recomendable y provechoso, pero no deja de hacerme gracia, salvo cuando ello provoca grandísimos errores que les perjudican enormemente. Ahí me limito a exponer mi opinión que no suelen ser capaces de seguir, aunque les demuestre que es mejor para ellos.
    El instinto que nos ha proporcionado la evolución grupal y social nos dificulta ver las cosas con claridad. Aparte de que suele haber poco conocimiento de sí mismo e insuficiente deseo de mejorar y madurar. Lo desconocido asusta demasiado. Mi teoría se debe a experiencias pasadas en que no han sabido encontrar oportunidades en las crisis vividas. En mi caso, que he tornado en ventajas todas las crisis, por duras que fueran, me sucede casi todo lo contrario.

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  3. Ningún extremo es bueno. Desde luego hay unos valores que nos sientan muy bien. Y luego hay unos antivalores que nos sientan muy mal. Pero nos sientan muy mal si los ponemos por condición para estar bien. No porque sean malos malísimos. (No caigamos en odiar la belleza, la capacidad,...)Ser guapo, capaz, inteligente, son añadidos maravillosos, pero como añadidos. Podremos hacer un ajuste hacia unos buenos valores(querer a la gente y disfrutar de la vida) y nos ponemos bien nosotros. Y luego los antivalores, o mejor dicho valores secundarios son como trajes. Pueden ser pesados, latosos, cansados como vestiduras, pero hay gente muy fuerte. Y los combinan muy bien. Seguramente un ajuste hacia desvincularse del todo de vestiduras-por ejemplo capacidades- tampoco es positivo del todo,(puede ser otro extremo). Pues la sociedad tiene modas que pueden tener su lado bueno. Y tenemos mucho margen de libertad y opciones para ajustarnos a un grupo y estar agusto. Por ejemplo el grupo que hace las actividades que me gustan o que soy capaz de hacer. Yo siempre digo lo mismo. Lo que ocurre es que lo que yo no puedo hacer es cambiar al otro. Puedo entender que se mueve por antivalores y podría irle mejor. Pero él esta convencido de que no, pues está muy agusto. Así que mientras no limite mi libertad, o me moleste, o me perjudique que es otro tema de convivencia más complejo y amplio de tratar...yo no puedo cambiar al otro. Y tiene libertad de hacer lo que quiera, para su bien o para su mal. Ya se que podemos decir que grupos de poder arrinconan políticamente a otras personas. Puede que si o puede que no. Cuando sea cierto habrá que responder calmadamente y de la manera más eficaz posible. Pero ojo. Podemos caer en un alarmismo social, terribilismo al fin y al cabo y autodiscriminarnos. Y caer en cambiar al entorno. Pedirse cambiar al entorno o al otro puede ser contraproducente emocionalmente pues ya sabemos que es irracional. La psicología es liberadora y a base de entenderlo todo nos puede permitir funcionar con más margen de libertad y funcionar con más vestiduras y algo más agusto, y si toca con menos vestiduras por supuesto agusto. Vestiduras son valores secundarios o como decís antivalores. Los antivalores tambien tienen algunas ventajas. Ni blanco ni negro. Como los aparatos que tienen un margen de funcioamiento de -5 a +40 grados. Con la trec nosotros ampliamos el margen de funcionamiento y podemos funcionar de -30 a +60 grados pues si os dais cuenta, esto es lo que pretendemos, y como bien dices Pilar, en este post tan guay, es funcionar bien entre más ambientes hostiles, nocivos, irracionales, etc... Tambien a base de entenderlos y ya sin terribilitis, menos rechazar, necesitar modificar,.... Ole por el listo, ole el guapo, el capaz y que le vaya muy bien. Nosotros llevamos la cuenta de su y de nuestra gestión emocional. Y sabemos lo que le va a pasar. Nosotros con lo nuestro y para ellos suerte. En este mundo tan irracional. Lo mejor es acostumbrarse. Un abrazo.

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  4. Los antivalores son como la nicotina a veces, muchos son drogas muchísimo más leves, algunos hasta llevaderos perfectamente sin problemas. Mucha gente fuma muy feliz. La vida es una droga guay. Yin yan. Me recuerda a la filosofía oriental.
    Eso creo yo.

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  5. Como dice Rafael, tendría que haber gimnasios para fortalecer la mente, así como les hay para fortalecer el cuerpo físico. Pero la escala de valores de esta sociedad de consumo prima lo estético ante lo ético, aunque gracias a gente como Rafa, Mónica y un sinfín de gente afín a la terapia cognitiva y otras que aportan a que la vida sea más llevadera nos vamos dando cuenta que lo que más cuenta es tener el coco bien amueblado sin menospreciar el físico.

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