domingo, 5 de noviembre de 2017

REFLEXIONES DE PILAR G. VADO: EL PERFECCIONISMO EMOCIONAL


Si en alguna ocasión habéis confesado a alguien cercano un miedo o una debilidad que tenéis, muy probablemente su respuesta haya sido: “Uy, pues eso no puede ser, tienes que hacer algo para superar ese miedo”.

¿Dónde está escrito que no podamos tener miedos? ¿Por qué no nos permitimos ningún resquicio de temor, inseguridad o perturbación emocional? ¿No nos basta con autoexigirnos un cuerpo escultural, un magnífico trabajo, muchos amigos, una vida interesante, buena salud física, inteligencia, imagen intachable, pareja, hijos, una casa fantástica….? Parece que no es suficiente, también nos exigimos estar siempre anímicamente bien, es decir, de buen humor, alegres, sin malos rollos, sin preocupaciones, con ganas de hacer cosas…

Una cosa es desear alcanzar la felicidad y evitar el sufrimiento, y otra muy distinta imponernos como obligación no sufrir nunca ningún tipo de alteración emocional. Esta es una meta perfeccionista y, por tanto, inalcanzable, ya que el sufrimiento forma parte de la condición humana. Nadie, por muy fuerte que sea emocionalmente, está exento de experimentar en algún momento de su vida malestar emocional. De la misma manera que alguien con una salud de hierro tampoco está totalmente libre de contraer una enfermedad en un momento dado.

Para abordar este asunto, lo primero que tenemos que hacer es aceptarnos y, en consecuencia, querernos tal y como somos, no querer cambiar ni mejorar nada de nosotros, porque ya estamos bien así, no necesitamos ser de otra manera para ser felices. Por tanto, no debemos renegar de nuestros defectos, fallos, carencias, neuras, emociones perturbadoras…, ni luchar contra ellos, porque de sobra es sabido que a lo que te resistes, persiste. Y tampoco tenemos que autodespreciarnos por no ser perfectos, nadie lo es ni falta que hace para disfrutar de la vida.

Una vez que dejamos de juzgarnos con dureza y aceptamos como parte de nosotros todo aquello que no nos gusta, podemos considerar la posibilidad de hacer algo para cambiarlo o podemos dejarlo estar.

Supongamos, por ejemplo, que un amigo de Pepe le pide a éste dinero prestado, pasa el tiempo y no se lo devuelve. Pepe, que no se caracteriza precisamente por ser asertivo, no se lo reclama y siente rabia hacia su amigo por no haberle devuelto el dinero (“¡Qué caradura! Es un impresentable. Debería haberme devuelto el dinero”), pero está más furioso aun consigo mismo por no haber sido capaz de pedirle el dinero prestado (“¡Soy un completo imbécil! He perdido mi dinero, con la falta que me hace. Debería haberme atrevido a pedírselo”).

Si Pepe se acepta de manera incondicional con su falta de asertividad, dejará de castigarse y de mortificarse por ello. Después, desde la tranquilidad, podrá optar por trabajar las creencias irracionales que interfieren a la hora de expresar sus opiniones, deseos o sentimientos, o podrá continuar siendo una persona poco asertiva, puesto que es un defecto que tiene aceptado y que no le impide ser feliz.

De todas formas, si una vez aceptada su falta de asertividad, Pepe decide tratarla y superarla hasta convertirse en el ser humano más asertivo del planeta, y también consiguiese, cosa poco probable, vencer el resto de sus neuras, eso no le haría ni más feliz ni más valioso, porque tener mucha fortaleza emocional es como tener un físico espectacular, no es más feliz el que más se acerca a la perfección física o mental, sino el que se acepta con sus imperfecciones y no necesita ser diferente de como es.

Es peor el sufrimiento que produce el hecho de no aceptarnos como seres emocionalmente imperfectos llenos de inseguridades y neuras, que el que nos generan las propias neuras. Por ejemplo, si tenemos miedo a volar sufrimos más por exigirnos no tener esa fobia (“No debería tener este miedo, las personas normales no sienten pánico al coger un avión, algo no funciona en mí…”), que por el malestar que nos causa la fobia en sí misma (“Sería terrible morir en un accidente aéreo”). No aceptar nuestras debilidades emocionales añade sufrimiento al sufrimiento.

En definitiva, el camino de la aceptación nos conduce a la plenitud y a la serenidad, mientras que el camino de la perfección, lejos de acercarnos a la felicidad, nos distancia cada vez más de ella, ya que perseguir algo tan inalcanzable como la perfección, además de resultar agotador, produce frustración, insatisfacción y vacío.

https://tuespacioemocional.wordpress.com/

REFLEXIONES DE DAVID VEGA: EL DESPRECIO Y LA VENGANZA


¿Qué tienes tú que ver, niño , con las armas de los valientes? ¿Pueden tus bracitos tender el arco que pueda tumbar fieras, monstruos o cualquier enemigo glorioso ?
Y tal diciendo, alzó el arco y disparó hacia Eros . El proyectil plateado arrebató el pequeño arco y el dios cayó de la rama del árbol hacia atrás. La rabia le llenó los ojos de lágrimas.
........

El pequeño arquero tenía en sus manos dos flechas de distinta naturaleza  y las disparó. La saeta de oro se clavó en el pecho de Apolo y la de plomo alcanzó a la ninfa Dafne . 
Al ver a Dafne , Apolo sintió que le faltaba aire y que sólo ella podía hacerle recuperar el resuello mientras que Dafne , sintiendo aversión corrió hasta perderse en la espesura del bosque ....
Apolo salió detrás de ella y Dafne sintiéndose acorralada gritó : ¡Socórreme padre! ¡Destruye esta figura mía que me hace ser deseada!.
Peneo no pudo negarse a la petición. Alzando la mano la piel dé Dafne se convirtió en corteza, sus cabellos se espesaron hasta volverse hojas , en ramas se tronaron sus brazos y sus pies quedaron inmovilizados en raíces. Enloquecido por lo que acababa de presenciar Apolo no pudo más que abrazar el árbol...En un estallido de ira contra si mismo, tomó impulso y dio un poderoso salto que lo alejó de aquel valle infausto.

Vuelvo a recurrir a la mitología griega, que tan buenos resultados me da para que mis hijos no protesten mucho cuando los meto en la cama. Aunque a decir verdad, la parte qué más les gustó fue el enfrentamiento de Apolo con la serpiente de Hera , Pitón . 
He escogido este relato porque explica muy bien dos actitudes que cometemos con más frecuencia de la que parece.

- El desprecio: 

  Muchas veces juzgamos o etiquetamos a la persona que está a nuestro lado poniéndonos en un plano superior. En lugar de prestar atención a cualidades auténticas como la amistad , la lealtad , el respeto...sobrevaloramos las falsas cualidades como la riqueza, la inteligencia , la extroversión, el éxito ...Y no sólo es que caigamos en esta trampa sino que además nos aseguramos de humillar a la persona próxima que no de la talla según nuestra escala de valores propia de personas inmaduras .
A medida que nos volvemos emocionalmente más fuertes , sabremos distinguir las cualidades que de verdad merecen la pena y aceptar incondicionalmente a los demás .
Y si además somos capaces de aceptarnos con nuestros fallos ( que por otro lado todo el mundo tenemos) tampoco los comentarios de los demás harán mella en nosotros.
Por mucho que en ocasiones el cuerpo nos pida lo contrario tampoco vendría mal aplicarnos el refrán "Si lo que tienes que decir no es más bello que el silencio, mejor no digas nada " .
Aunque confieso que no he tenido mucho éxito con mis hijos...

- La venganza:

En otras ocasiones nos sentimos agraviados porque alguien ha tenido un comportamiento inapropiado con nosotros . Como decía nuestra compañera Pilar García Vado en su muy recomendable conferencia del año pasado ( ya sé que suena un poco pelota) lo que en realidad nos duele es la injusticia. Nos decimos a nosotros mismos " yo no me comportaría así, es injusto". 
Nos olvidamos de que nosotros también fallamos y a veces hemos sido injustos en otras ocasiones. En una situación así debemos rechazar esa forma de actuar pero no a la persona .Por otro lado si lo pensamos de verdad, ¿ Por qué fallamos nosotros o los demás ? ¿Por pura maldad o por analfabetismo emocional?. 
Pero pararse a pensar , hacer la rutina de debate y sacar conclusiones racionales exige una mente madura .
Actuar llevado por la rabia para dar una lección a los demás, sin importarnos si otras personas resultan heridas puede dar un cierto placer pasajero a una persona inmadura.  
Pero este tipo de comportamiento a medio/largo plazo produce un vacío interior además de llevar a meterse en una espiral de lucha de la que no es tan fácil salir. Y desde luego nos aleja de la felicidad si entendemos ésta como un estado de paz interior, tranquilidad que nos permite disfrutar y agradecer las pequeñas ( y grandes) cosas de la vida.


jueves, 19 de octubre de 2017

REFLEXIONES DE PILAR G. VADO: LA SOLEDAD: LA SEMILLA PARA LA PAZ INTERIOR


En nuestro día a día necesitamos a los demás para un sinfín cosas: para que fabriquen los teléfonos que utilizamos, para que nos lleven en avión, para que nos intervengan quirúrgicamente, para que nos faciliten los alimentos que comemos, para que construyan las casas en las que vivimos, etc., etc. En cambio, para alcanzar el bienestar emocional, no solo no necesitamos a nadie, sino que la soledad se hace imprescindible.

Con esto me refiero a que únicamente cada uno de nosotros en un estado de recogimiento y soledad puede despertar su amor por la vida, comprometerse a vivirla con pasión, implicarse en el momento presente, apreciar la existencia, no quejarse de nimiedades, disfrutar intensamente de las pequeñas cosas y ser consciente de que en su interior ya tiene todo para ser feliz.  ¿Cómo podría alguien hacer todo esto por nosotros?

No hay por qué tenerle miedo a la soledad, sino todo lo contrario, abrazarla nos permitirá además de descansar el cuerpo y la mente, desarrollar nuestra creatividad. Pero lo más importante es que si le damos la bienvenida aflorará en nosotros el estado natural del ser humano, que no es otro que el de tranquilidad, serenidad y armonía.

Paradójicamente, en ese estado de sosiego el sentimiento de soledad desaparece. Esposible que de manera puntual echemos de menos a alguien en concreto, pero no nos deprimiremos porque esa persona no esté a nuestro lado, ya que sabemos que la plenitud procede de nuestro interior y que, por tanto, no nos la podrá proporcionar ni la mejor de las compañías. Esto no significa que despreciemos lo que los demás pueden ofrecernos: afecto, apoyo, complicidad, colaboración, amistad…, sino simplemente que no lo necesitamos para ser felices.

Si, por el contrario, percibimos la soledad como algo terrible de lo que es preciso escapar, perseguiremos desesperadamente la compañía de otros para mitigar nuestra sensación de soledad y vacío, sin embargo, esto no solo no nos aportará la plenitud que buscamos, sino que nos alejará de ella, porque cada vez estaremos más ansiosos, insatisfechos, vacíos, con miedo a ser abandonados y con la sensación de no ser suficientemente queridos y valorados por los demás.

Es innegable lo reconfortante que resulta estar rodeados de una estupenda familia y de unos buenos amigos con los que compartir nuestro tiempo de ocio, nuestras penas, nuestra alegrías…,  pero por muy maravillosos que sean, nunca conseguirán hacernos felices si no lo somos ya. Cada uno debe asumir la responsabilidad de sentirse bien y no delegarla en los demás, porque no olvidemos que nadie tiene el poder de hacer feliz a nadie, por mucho empeño que ponga en ello.

Así pues, todos y cada uno de nosotros estamos solos en el camino hacia la paz interior, no puede ser de otra manera. Tal vez nos guíe un psicólogo o determinadas lecturas, o quizá lo recorramos junto a otras personas que también se encuentren en un proceso de crecimiento personal pero, en cualquier caso, es un viaje interior que nadie puede hacer por nosotros y que tiene su punto de partida en el estado de soledad.

Por tanto, veamos la soledad no como algo negativo que hay que intentar erradicar de nuestra vida a través del contacto con otras personas, sino como algo positivo y necesario que hay que trascender para alcanzar el más fascinante de todos los propósitos vitales: la paz interior.



lunes, 25 de septiembre de 2017

REFLEXIONES DE PILAR G. VADO: UNA BONITA HISTORIA


Cuatro almas se iban a encarnar y Dios se reúne con ellas para preguntarles qué quieren para su próxima vida. Una de ellas se apresura y responde:
-Lo que yo quiero, Señor, es poder, mucho poder. Me gustaría ser una de las personas más poderosas del mundo.
Otra dice:
-Lo que a mí me gustaría es tener mucho dinero, muchas riquezas. Sí, ser enormemente rico.
Otra alma asegura:
-Yo quiero, Señor, poder recorrer todos los rincones de la tierra y conocer muchos países y sus gentes. Viajar constantemente y desplazarme hasta los confines de la tierra.
La cuarta alma se queda silenciosa y cuando Dios le pregunta si no quiere nada, le contesta:
-Lo que yo deseo, lo único, Señor, es tener una buena mente, una mente amiga. Si no me das una buena mente, ¿para qué me serviría todo lo demás?


jueves, 14 de septiembre de 2017

REFLEXIONES DE DAVID VEGA: EL MEJOR ENTRENADOR



Al terminar el trabajo me gusta salir a correr, sobre las 8.30 o 9 de la noche dos días de la semana , dejando las tiradas largas para el domingo.
Muchas veces quedo con amigos pero en otras ocasiones no tengo más remedio que ir solo.
Como no me gusta correr por asfalto suelo ir por caminos y con frontal en la cabeza para iluminar . Aunque reconozco que las noches de luna llena me lo pienso dos veces .
¡Más que un problema de terribilitis es de mieditis!.

Siempre corro con móvil por si me pasa algo aunque tampoco me preocupa mucho. Sé que mi ex me localizaría rápido , sobre todo si es a principio de mes.
En ocasiones cuando voy corriendo empiezo a 5 minutos el km pero noto como enseguida voy más rápido hasta situarme a 4:30 sin gran esfuerzo. Entonces me digo a mí mismo "David vas como un tiro" y trato de ir un poco más rápido pero con prudencia porque todavía me quedan 8 km. Pero cuando llego al puente y vuelvo por el otro lado de la orilla del canal enseguida me doy cuenta de la explicación.

El dichoso viento.

 En ese momento mi cabeza lo primero que piensa es menuda m***** de viento. ¡Y todavía me queda la mitad del recorrido!.
Lo primero que me da ganas es de ir bajando de ritmo y volver a los 5 minutos el kilómetro. ¡Sería tan tentador!...
Pero me propongo no ceder.
Voy a aguantar a la misma velocidad pese a que antes tenía el viento a favor y ahora lo tengo en contra.

Pensándolo bien es lo correcto. Sí durante 5 km no he estado agradeciendo al viento que me empujara sería totalmente injusto empezar a quejarme ahora que lo tengo en contra. 
Sigo corriendo apretando los dientes y tratando de poner la coma en su sitio.

"No , puedo".

Ya solo quedan 2 km y voy a dar todo lo que tengo. Me sitúo a 4.10 en el penúltimo kilómetro para tratar de bajar de 4 en el último. 
Al finalizar el entrenamiento me siento hecho polvo pero muy satisfecho. No sólo por haber hecho un buen tiempo sino sobre todo por el entrenamiento mental que he realizado.
Reconozco que el viento ha sido mi mejor entrenador. Después de este entrenamiento sé que en una carrera de 10km en asfalto, con público , con edificios que te protejan del viento, ¡bajo de los 40 minutos seguro!.
En otras ocasiones en las que he terminado corriendo a 5, aunque menos cansado físicamente me he sentido más decepcionado. ¡ Y sin ganas de correr durante unos cuantos días!.

Muchas veces en la vida empezamos con el viento de cola. Encontramos un trabajo, nos echamos novia, compramos el coche y la casa , tenemos hijos, buena salud... Y nos sentimos felices porque tenemos todos los factores externos a nuestro favor , pero en ese momento no lo agradecemos.  
En algún momento siempre van a aparecer adversidades : pérdida de trabajo, problemas de salud, separaciones, muerte de algún familiar cercano ... Incluso cada vez es más frecuente que las adversidades nos las creemos nosotros con nuestra costumbre de quejarnos por todo , nuestra necesititis , nuestra facilidad de echar la culpa a los demás, al mundo...

 Todo por cosas que la mayor parte de las veces evaluamos como tragedias cuando realmente son obstáculos que si aprendiéramos a aceptarlos (aunque no nos gusten) , podríamos seguir perfectamente nuestro camino.
¡ Y en muchas ocasiones superado el obstáculo , hasta lo agradeceríamos porque nos ha hecho mejorar !.

Pero para crecer ante las adversidades sólo hay una forma: amueblar correctamente nuestra mente.


lunes, 24 de julio de 2017

REFLEXIONES DE DAVID VEGA: HE PERDIDO EL TRABAJO. ¿SOY UN FRACASADO?



Tras leer el último y magnífico post de nuestra compañera Pilar García ( en su línea habitual) decidí elegir cómo tema una película que vi el año pasado titulada "The company men "

Está protagonizada por Ben Affleck (para muchos especialista en destrozar superhéroes, aunque a mi no me parece mal actor), Kevin Costner , Tommy Lee Jones... Y sí , ya se la conté a mis niños, que la mitología griega da para mucho, pero no es inagotable.


La película trata de una gran empresa naviera fundada por Tommy Lee Jones que debido a la crisis y su bajada de cotización en bolsa se ve obligada a despedir gente. Uno de los primeros despedidos es el director de ventas Ben Affleck que ve como su exitosa vida se derrumba de la noche a la mañana.

Como al resto de empresas también están afectadas por la crisis no consigue encontrar trabajo lo que le hace perder la casa , tener problemas familiares, resignarse a vivir  en casa de sus suegros y aceptar el trabajo que le ofrece su cuñado Kevin Costner de ayudante de albañil...

Además el principal accionista de la empresa Craig T Nelson ( especializado en hacer de malo malísimo) decide despedir a más trabajadores para priorizar la cotización de sus acciones lo que lleva a la depresión de los trabajadores más viejos y por tanto con peor salida al mercado laboral , pese a la oposición de Tommy Lee.

No cuento más por si queréis verla , cosa que os recomiendo.

La película me gustó bastante porque trata de un tema real que afecta a mucha gente y que nos puede pasar en cualquier momento aún siendo un buen trabajador. Por tanto la primera enseñanza es que no existe la seguridad total . Pero lo bueno es que con un buen diálogo interno podemos estar bien pese a que la vida esté llena de incertidumbres.

La segunda enseñanza es que la adversidad (el despido) es igual para todos pero la forma de gestionar ese despido es elección nuestra.

Tras un primer momento de estupor ante la adversidad está en nuestra mano el aceptar la nueva situación (aunque no nos guste o no la entendamos). Si conseguimos aceptarlo , podremos poner los mecanismos para superarlo y tras un periodo razonable volver a estar bien. Si por el contrario elegimos la resignación, nos quedará rabia, malestar , quejas por lo que será mucho más difícil superar la adversidad.

Por tanto debemos aplicarnos la frase de tener problemas es inevitable, ser derrotado por ellos es opcional. 

También se trabaja en la película el tema del orgullo. En un primer momento Ben Affleck no acepta el trabajo que le ofrece su cuñado, no sólo por tema económico. Rechaza un poco con desprecio la mano que le ofrece Kevin Costner.¿Cómo un exitoso director de ventas va a trabajar para un albañil? Pero cuando ve que la crisis es global  , se resigna a aceptar la ayuda de su cuñado el albañil . Y al final termina apreciando lo que van construyendo , lo que hace que le cambie la cara , mejore la relación con Kevin Costner y termine fortaleciendo su relación con su mujer e hijo.

Por último me gustaría señalar una creencia irracional que aparece en la película , aunque afortunadamente con esto de la crisis está perdiendo fuelle. Cuando Ben pierde su casa al no poder afrontar la hipoteca, se siente el hombre más miserable del mundo.

¿Cómo va a irse a vivir a casa de sus suegros? De ser un ejecutivo con un buen sueldo, buena posición, imagen viva del éxito a tener que humillarse y aceptar la propuesta de su mujer para vivir apretujados con sus padres es demasiado para él.

Desde bien  pequeños la sociedad nos han implantado que sino tienes casa en propiedad eres un fracasado  Y si la tenías , la pierdes y no te queda más remedio que volver al redil de tus padres , eres un inútil total.

En esas condiciones, ¿como va a ser posible ser feliz?. Vamos, que lo normal es ser un amargado toda la vida, al menos hasta que consigas independizarte.

Aunque hayas perdido tu bonita casa y tengas que mudarte con tus padres  ( no hablo sólo de Ben) , en un primer momento cuesta adaptarse pero poco a poco te das cuenta de que como la felicidad nunca está en el exterior puedes ser igualmente feliz si trabajas tu diálogo interno. 


Por cierto, tras contar la película mis niños me abrazaron y me dieron dos besos de forma espontánea. Lo que no impidió que me pidieran otro cuento, con más acción y de miedo. Pero de la película Bait no saco muchas enseñanzas, salvo la admiración a nivel profesional de los dientes del protagonista.

jueves, 20 de julio de 2017

REFLEXIONES DE PILAR G. VADO ¿PUEDE UN TRABAJO HACERNOS FELICES?


Hay quienes consideran su trabajo como una auténtica pérdida de tiempo, una pesada obligación a la que dedican muchas horas sin que realmente les aporte gran cosa. Se sienten poco valorados, aburridos y desmotivados, con la sensación de estar malgastando su vida. No es de extrañar que estas personas a menudo fantaseen con una ocupación más vocacional que les permita desarrollar sus talentos o con un trabajo mejor remunerado, con un horario a medida, sin tanta presión, sin jefes… ¿Quién no ha soñado alguna vez con poder convertir su pasión en su profesión o con mandar todo al garete y marcharse al campo a cultivar hortalizas?

No niego que si nos dedicamos a algo que nos apasiona nos sintamos más contentos y satisfechos, pero, ¿qué tiene que ver la satisfacción con la felicidad? No hay que olvidar que la felicidad radica en un diálogo interno racional y no en un trabajo fantástico, una pareja maravillosa o en una sustanciosa cuenta bancaria. Sin embargo, a menudo caemos en la trampa de creer que sufrimos a causa de las circunstancias externas (un trabajo tedioso, una pareja poco cariñosa, dificultades económicas, una salud delicada…) y que si éstas cambiasen seríamos felices.

Si, por ejemplo, estamos convencidos de que el trabajo es el culpable de nuestra infelicidad y decidimos cambiar de ocupación con la esperanza de sentirnos libres, plenos y realizados, es cuestión de tiempo que nos decepcionemos y comencemos a buscar desesperadamente otras fuentes de gratificación que nos proporcionen lo que no hemos podido encontrar en el nuevo trabajo.

Generalmente eludimos la responsabilidad de nuestro bienestar emocional y atribuimos el poder de hacernos felices a un trabajo “perfecto” (o a cualquier otra cosa). Pero, ¿puede un trabajo aportarnos serenidad o calma mental? ¿Puede protegernos de cualquier perturbación emocional y transformarnos en personas fuertes que no exageran negativamente las adversidades? ¿Puede hacer que nos sintamos en armonía con la existencia? ¿Puede contribuir a que apreciemos lo que poseemos y a no quejarnos por lo que nos falta? ¿Puede ayudarnos a disfrutar de cada instante, de cada cosa que tenemos entre manos, viviendo plenamente en el aquí y el ahora?...

Por muy ideal y gratificante que sea lo externo no tendrá nunca la capacidad de hacernos felices si no lo somos ya, puesto que la felicidad es un estado de paz interior que se consigue no necesitando lo que no es realmente necesario, valorando lo que se tiene y disfrutando de las pequeñas cosas. Con una mente sana estaremos bien en cualquier situación y, por supuesto, en cualquier trabajo; esto no quiere decir que no intentemos cambiar de ocupación en un momento dado, pero lo haremos únicamente por el deseo de trabajar en algo que nos guste más y no por la necesidad de huir de aquello que creemos que nos tiene amargados.

Cambiar las circunstancias externas de nuestra vida no nos liberará de nuestro estado de infelicidad y tampoco nos conducirá al bienestar emocional, porque como muy acertadamente dijo el psicólogo Anthony de Mello:"Si lo que buscas es la felicidad, ya puedes dejar de malgastar tus energías tratando de remediar tu calvicie, o de conseguir una figura atractiva, o de cambiar de casa, de trabajo, de comunidad, de forma de vivir o incluso de personalidad. ¿No te das cuenta de que podrías cambiar todo eso, tener la mejor de las apariencias, la más encantadora personalidad, vivir en el lugar más hermoso del mundo... y, a pesar de ello, seguir siendo infeliz?".

miércoles, 21 de junio de 2017

REFLEXIONES DE DAVID VEGA: ¿NECESITAMOS LA FAMA?



" Si vas a Troya llevarás grandes gestas que te darán gloria inmortal pero morirás prematuramente ; si te quedas en tu casa vivirás una vida larga y tranquila y morirás de viejo rodeados de quienes te habrán querido de manera que solo ellos te recordarán y cuando se vayan también desaparecerá tu nombre".

"Con la flecha clavada en el talón el Pélida recordaba la piel de Briseida, los prados con Quirón, la cola de la túnica de su madre, la risa de su padre... Abrazado a esas remembranzas ahora los veía como los tesoros más preciosos que se pudiera tener. Le parecía que más valía ser un siervo en el campo que reinar entre todos los muertos y ocupar en el mundo de los vivos un instante fugaz de nostalgia".

La mitología griega no sólo es un pozo fascinante de aprendizaje  sino que para mi es una fuente imprescindible para satisfacer las exigencias de mis hijos a la hora de reclamar su cuento cuando les toca conmigo. Aunque en la parte del derrocamiento de Urano por parte de Cronos hubo que poner bastante tacto...

Yo como siempre me hago rogar un poco  les digo ¡ni los dioses pusieron tantos trabajos a Hércules! , pero la verdad es que como padre no hay momento en el que me sienta más feliz que cuando me toca contarles el cuento. Y como es de esperar , luego otro y otro...hasta que nos quedamos todos dormidos.

Muchas personas a lo largo de su vida han perseguido la fama como fuente de felicidad, aun sabiendo que podría acortar su vida.

En una encuesta hecha a atletas :Death in the Locker se llegó a la conclusión que más de un cincuenta por ciento de los deportistas tomaría una droga indetectable que “les garantizase ilimitadas victorias deportivas durante cinco años, incluso aunque fuesen seguidas por muerte súbita.

La fama es una cualidad neutra. Ni buena ni mala. Hay quien la busca y hay quien la rehúye.

No sé si os creeréis que empecé a usar mascarilla en la seguridad social ( antes sólo la pantalla), para que la gente no me reconociera por la calle Mayor. ¡ Algunos hasta me enseñaban la boca para que les dijera que arreglo tenía!. Y  los que habían tenido una mala experiencia conmigo, a recurrir al running!!

El problema es identificar la fama con la felicidad. Vemos a los famosos y nos imaginamos que llevan una vida fácil, perfecta... Vamos , que lo tienen todo!!!
Y nosotros ¿como vamos a ser felices con nuestras carencias?. No somos tan guapos , tan elegantes, tan ricos, tan extrovertidos...

Leí hace un mes en el País que "Hollywood ya no oculta sus depresiones". La lista de nuestros modernos Aquiles es interminable :

Brad Pitt , Ben Affleck, Brooke Shields, Gwyneth Paltrow , Sarah Michelle Gelle, Anne Hathaway, Ashley Judd, Zach Braff o Maureen McCormick,Catherine Zeta-Jones, Jon Hamm ,Owen Wilson ... Como reconoce en la misma entrevista, mientras que todos desearíamos ser Brad Pitt, él, por el contrario, preferiría cambiar su nombre y desaparecer en el anonimato...

Homero nos enseñó hace unos 2800 años que no es la fama lo que nos da la felicidad sino el apreciar las pequeñas cosas y el amor a la vida . Y ojalá  no esperemos a darnos cuenta de esto cuando nos entra la lucidez en la cercanía de la muerte.


sábado, 3 de junio de 2017

REFEXIONES DE PILAR G. VADO: SE PUEDE APRENDER A CAMBIAR


A continuación os dejo el mensaje que una paciente, ya casi ex paciente, se ha ofrecido muy generosamente a compartir: todos podemos, a cualquier edad, dar un giro radical a nuestra forma de pensar y convertirnos en personas emocionalmente más fuertes y felices.
Transformarse es posible, es real.
También es real que la primera en dudarlo es nuestra mente que pondrá todas las resistencias al cambio.
Nos puede sonar mal. Mover nuestros propios cimientos, nos da miedo remover, replantear discutirnos. Creemos que son nuestras bases y principios, como hemos pensado siempre, de toda la vida. Es nuestro carácter, también lo que nos han enseñado.
Pero la mayoría son convencionalismos, son creencias muy arraigadas necesidades que nos hemos inventado, pero lo que es más importante: nos lo creemos hasta el fondo y las defendemos; aunque nos sintamos unos desgraciados, inferiores, perdidos aunque estemos muy mal nos cuesta creer que podemos cambiar.
Soy una mujer madura, pasados un poco los 50 y en éstos últimos años he arrastrado una depresión importante, donde campaba toda la debilidad el temor a estar sola y muchos miedos. Porque cuando terribilizamos el miedo se amplifica invasivo.
Tuve que tocar fondo para reaccionar. Nos pasa mucho a los humanos ¡Menos mal que no esperé a estar enferma grave o a un accidente! -también pasa a los humanos- para lanzarme a decirme: No puedo seguir ahogada. Mi vida consistía “...en intentar salir a flote, hundirme, sacar la cabeza un instante para tomar aire, tragar  mucha agua salada y seguir una lucha sin fín... ” Mi salud mental se convirtió entonces en una prioridad en todos los sentidos ¿Había algo más importante, algo más que yo misma? ¿Acaso lo hay?
La Terapia Cognitiva tiene muchas cosas que me gustan pero una de ellas es que el cambio sólo puedes hacerlo tú misma; con un método con honestidad y mucho trabajo, y después perseverar. He necesitado casi un año intenso de trabajo interior para curarme de la depresión, de la dependencia emocional. Ahora es mi forma de pensar por tanto de vivir. Yo me demostré a mí misma que No necesitaba a nadie, para ser feliz. Así de fácil, algo aparentemente tan tonto, tan elemental, tan evidente pero tan esencial. Pues a mí me pasaba, hasta el punto de no saber ni quién era. 
Trabajados los miedos, las terribilizaciones, trabajadas las creencias fantasiosas sobre tu pasado y futuro -porque nuestra mente es una fábrica de mitificar- bueno, pues cuando desmontas todos los escenarios creados, cuando trabajas uno a uno los miedos (porque Necesito-Exijo-Me exijo-No soporto son la misma cosa, yo me lo he demostrado) es cuando, simplemente pierden toda su fuerza, algunas dejan de ser trágicas otras pierden todo su dramatismo, otras muchas muestran con humildad tu grandeza como ser humano, tan igual, tan “normalito” como tu jefe.
Sientes una gran liberación.
Después aprendes a colocar las cosas en su sitio. Primero obligándote un poquito, después sale todo casi intuitivo de forma natural y todo adquiere sensatez una lógica racional. Aprendemos a utilizar la mente a nuestro favor, es nuestra herramienta para reprogramarnos. Y se puede aprender, aunque tengas mucha parte de tu vida hecha. Da igual.
Pero éste es un trabajo único, individual, por otro lado el más fiable y verosímil que puede haber. Con las herramientas de trabajo de la Terapia Cognitiva y a veces como yo con la ayuda inestimable de una psicóloga/o, pero nadie puede hacerlo por nosotros. No existe el comprimido del Cambio Interior o la pastilla de la Fortaleza Emocional. Porque además a los humanos nos pasa, que si la forma es compleja nos decimos ¡Uy es demasiado difícil! Y si es simple nos diremos ¡Ah demasiado fácil para ser verdad!
Con éstas palabras no hay ninguna pretensión de acercarse a ser modelo de nada, claro que no. Pero yo ya no soy aquella persona y lo digo con cariño para aquella chica atormentada, confusa y majeta que era.
Ahora he aprendido a reconocer muy bien las superexigencias los apegos, a discernir las ficciones a distinguir las necesidades exageradas que tan confundidos nos tienen y tanto nos hacen sufrir. Ahora ya no es una terapia es mi nueva forma de ver la vida digamos una filosofía. Ahora puedo decir que soy una persona feliz. Siento que voy liviana con ligereza porque he soltado muchas amarras. He aprendido a evaluar las adversidades más en su justa medida. Sé dónde se alberga mi valía, mi valor. Siento que amo mi vida con serenidad con comprensión. Contemplo la vida y el mundo con los sentidos.
Ahora soy consciente de algo tan evidente también como entender que estamos aquí para disfrutar, para sentirnos en paz, para gustarnos un montón. La certeza que todo pasa por aceptarnos sin condiciones, también a los demás que son como nosotros.
Este camino no ha hecho más que empezar, ahí están las herramientas de trabajo de la Terapia Cognitiva, las lecturas de los tres libros de Rafael Santandreu – Con cariño, mi estrella polar – las reflexiones del maravilloso A. de Mello, la sabiduría de E. Tolle y mi querida Pilar que me avisa con su gracia de las recaídas que como dice Rafael “...Son períodos de vuelta a la depresión a la ansiedad o a la obsesión… forman parte del proceso, son los trompicones y caídas de un niño que aprende a caminar.. En el momento de la crisis, la caída se vive como un traspiés intolerable. A menudo como un fracaso total, pero si perseveramos… volveremos a estar bien y el aprendizaje seguirá progresando y consolidándose”.
A Rafael y a Pilar

lunes, 22 de mayo de 2017

REFLEXIONES DE DAVID VEGA: CITA CON EL PSICÓLOGO


La semana pasada recibí en la clínica a un amigo que hacía casi un año que no lo veía .
Antes de empezar a tratarlo ( tal vez pensando qué me apiadaría de él y le haría menos daño) me contó que estaba en trámites de separarse. Enseguida le felicité por haber dado el paso. Y no es que ella me caiga mal. ¡Hasta la puse doble ración de anestesia cuando la extraje una muela! El caso es que lo llevaba mal con su mujer desde hacía al menos nueve años . 

Durante este tiempo nos veíamos de vez en cuando y siempre me decía si seguían así las cosas lo mejor que podía hacer era separarse. Lo aplazaba a ver si con el paso del tiempo las cosas mejoraran . Pero como suele ocurrir los problemas no mejoran por sí mismos​. Generalmente o siguen igual o empeoran. Sólo si haces algo pueden arreglarse. Y sino se arregla puedes darte cuenta de que no está en tu mano solucionarlo y necesitas ayuda externa. Si una vez agotado los medios , comprendes que no tiene solución al menos te ahorras el malestar unos cuantos años.

Como sucede muchas veces mi amigo acudió al psicólogo, sobre todo en el momento que decidió separarse. Pidió a su todavía mujer que lo acompañara pero no consiguió que hicieran terapia de pareja .
El caso que esta historia la puedo contar de otras cuatro personas que conozco   ( ¡ y no conozco a tantas ! ). Vale lo admito , yo soy una de esas cuatro personas. Por eso sé bien de lo que hablo.

De las cinco parejas , cuatro separadas y la quinta  es lo más parecido a una noria. Ahora han mejorado sus circunstancias externas y están ​bien ... hasta que vuelvan a cambiar las circunstancias. Pero si hay algo que he aprendido es que la felicidad es una decisión interna que no depende de lo que nos rodea (Julio Justo de la Rosa).
La única pareja que trató de hacer terapia, estaba tan mal la cosa que la psicóloga recetó separación inmediata.
Las personas cuando tenemos fiebre enseguida acudimos al centro de salud. Si tenemos un dolor de muelas rápidamente​ vamos al dentista pero si tenemos un problema serio que empieza a afectar a nuestra relación de pareja ¿ por qué nos cuesta tanto pedir ayuda externa?. Principalmente por 4 motivos:

1- No terminamos de confiar en que el psicólogo sea la solución.
Todos estamos pensando en larguísimas terapias semana tras semana con un coste muy elevado y que el psicólogo solo está para hacer un poco cómo que vas al confesionario , con resultados dudosos.                              Y hasta que no conocí la psicología cognitiva yo también pensaba igual.


2- Cuesta mucho dinero.

Es evidente que hay personas con graves problemas económicos que a lo mejor no se pueden permitir ir a un profesional pero a esas personas les diría que a través libros tertulias y blogs como este también se puede cambiar radicalmente de forma de pensar.
Pero los casos que estoy comentando no ha sido por dinero. Como ya tienes desconfianza al trabajo del psicólogo, piensas que ir a un sitio donde no te van a arreglar nada y te cuesta , no merece la pena.

Además en España estamos acostumbrados a que la sanidad sea gratis.
Una prótesis de cadera es carísima pero no nos damos cuenta de su precio en cambio si ponemos una prótesis sobre implantes lo primero que pensamos es ¡que caro son los dientes!.
Con el psicólogo nos pasa algo parecido.


3- No valoramos lo suficiente la salud mental.
No nos importa gastamos el dinero en gimnasio , productos de belleza , ropa.... Cuando vemos un reportaje sobre el aceite de palma , grasas​ de productos procesados , panga... Se convierte en tema de interés nacional.
En cambio lo del aumento vertiginoso de ingesta de​ psicofármacos parece que no va con nosotros.

4- Tenemos miedo de abrir nuestro interior.
Quizá fue el factor más determinante de estos casos. ¿Pero como voy a contar a un desconocido mi intimidad? 
Lo curioso es que (en los casos que conozco) , varios cónyuges​ fueron por su cuenta. Lo que no hubo forma es ir juntos , salvo un caso, y porque fue a través de la seguridad social.
La conclusión que he extraído es que lo de ir al psicólogo es como ir al dentista: te da un poco de miedo ( pánico para algunos) y te cuesta dinero (no digo que no) , pero si tratas el problema a tiempo y sigues las indicaciones para que no te vuelva a suceder lo normal es que el tratamiento sea efectivo.