domingo, 5 de noviembre de 2017

REFLEXIONES DE DAVID VEGA: EL DESPRECIO Y LA VENGANZA


¿Qué tienes tú que ver, niño , con las armas de los valientes? ¿Pueden tus bracitos tender el arco que pueda tumbar fieras, monstruos o cualquier enemigo glorioso ?
Y tal diciendo, alzó el arco y disparó hacia Eros . El proyectil plateado arrebató el pequeño arco y el dios cayó de la rama del árbol hacia atrás. La rabia le llenó los ojos de lágrimas.
........

El pequeño arquero tenía en sus manos dos flechas de distinta naturaleza  y las disparó. La saeta de oro se clavó en el pecho de Apolo y la de plomo alcanzó a la ninfa Dafne . 
Al ver a Dafne , Apolo sintió que le faltaba aire y que sólo ella podía hacerle recuperar el resuello mientras que Dafne , sintiendo aversión corrió hasta perderse en la espesura del bosque ....
Apolo salió detrás de ella y Dafne sintiéndose acorralada gritó : ¡Socórreme padre! ¡Destruye esta figura mía que me hace ser deseada!.
Peneo no pudo negarse a la petición. Alzando la mano la piel dé Dafne se convirtió en corteza, sus cabellos se espesaron hasta volverse hojas , en ramas se tronaron sus brazos y sus pies quedaron inmovilizados en raíces. Enloquecido por lo que acababa de presenciar Apolo no pudo más que abrazar el árbol...En un estallido de ira contra si mismo, tomó impulso y dio un poderoso salto que lo alejó de aquel valle infausto.

Vuelvo a recurrir a la mitología griega, que tan buenos resultados me da para que mis hijos no protesten mucho cuando los meto en la cama. Aunque a decir verdad, la parte qué más les gustó fue el enfrentamiento de Apolo con la serpiente de Hera , Pitón . 
He escogido este relato porque explica muy bien dos actitudes que cometemos con más frecuencia de la que parece.

- El desprecio: 

  Muchas veces juzgamos o etiquetamos a la persona que está a nuestro lado poniéndonos en un plano superior. En lugar de prestar atención a cualidades auténticas como la amistad , la lealtad , el respeto...sobrevaloramos las falsas cualidades como la riqueza, la inteligencia , la extroversión, el éxito ...Y no sólo es que caigamos en esta trampa sino que además nos aseguramos de humillar a la persona próxima que no de la talla según nuestra escala de valores propia de personas inmaduras .
A medida que nos volvemos emocionalmente más fuertes , sabremos distinguir las cualidades que de verdad merecen la pena y aceptar incondicionalmente a los demás .
Y si además somos capaces de aceptarnos con nuestros fallos ( que por otro lado todo el mundo tenemos) tampoco los comentarios de los demás harán mella en nosotros.
Por mucho que en ocasiones el cuerpo nos pida lo contrario tampoco vendría mal aplicarnos el refrán "Si lo que tienes que decir no es más bello que el silencio, mejor no digas nada " .
Aunque confieso que no he tenido mucho éxito con mis hijos...

- La venganza:

En otras ocasiones nos sentimos agraviados porque alguien ha tenido un comportamiento inapropiado con nosotros . Como decía nuestra compañera Pilar García Vado en su muy recomendable conferencia del año pasado ( ya sé que suena un poco pelota) lo que en realidad nos duele es la injusticia. Nos decimos a nosotros mismos " yo no me comportaría así, es injusto". 
Nos olvidamos de que nosotros también fallamos y a veces hemos sido injustos en otras ocasiones. En una situación así debemos rechazar esa forma de actuar pero no a la persona .Por otro lado si lo pensamos de verdad, ¿ Por qué fallamos nosotros o los demás ? ¿Por pura maldad o por analfabetismo emocional?. 
Pero pararse a pensar , hacer la rutina de debate y sacar conclusiones racionales exige una mente madura .
Actuar llevado por la rabia para dar una lección a los demás, sin importarnos si otras personas resultan heridas puede dar un cierto placer pasajero a una persona inmadura.  
Pero este tipo de comportamiento a medio/largo plazo produce un vacío interior además de llevar a meterse en una espiral de lucha de la que no es tan fácil salir. Y desde luego nos aleja de la felicidad si entendemos ésta como un estado de paz interior, tranquilidad que nos permite disfrutar y agradecer las pequeñas ( y grandes) cosas de la vida.


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