domingo, 23 de noviembre de 2014

REFLEXIONES DE PILAR G: EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO


Decimos que una persona sufre cuando ve amenazada su integridad física o psicológica. Generalmente tendemos a pensar que cuando alguien siente dolor físico está sufriendo pero no siempre es así, ya que en muchas ocasiones existe dolor pero no hay sufrimiento, y al contrario, puede haber sufrimiento sin dolor.

Por ejemplo, hay dolor pero no sufrimiento en un parto o a lo largo de un tratamiento doloroso pero necesario para curar una enfermedad. En estas situaciones la integridad física o psicológica no solo no se ven amenazadas, sino que además ese dolor se ve recompensado por el hecho de ser madre o por conseguir recobrar la salud.

Por otro lado, no siempre que hay sufrimiento existe dolor, prueba de ello son los trastornos mentales: ansiedad, estrés, fobias, depresión…, en estos casos, aunque hay ausencia de dolor físico, el sufrimiento es considerable.

Hay varios factores que incrementan el sufrimiento en personas con algún tipo de dolor, entre ellos están: desconocer el origen de la dolencia, la persistencia en el tiempo (aunque se trate de un dolor poco intenso) o creer que el dolor no es controlable.

Respecto al último factor, debemos saber que el dolor tiene un importante componente psicológico, por lo tanto, es posible controlar su intensidad. ¿Cómo podemos hacerlo? Aceptándolo, es decir, no percibiéndolo como algo terrible, sino simplemente como algo que, aunque sea molesto, no impedirá que podamos ser moderadamente felices.  

Algunas de las creencias irracionales acerca del dolor que harán que éste se agudice son: No debería sentir este dolor, es inaguantable, no puede haber nada peor. Ya no puedo hacer todo lo que hacía antes. No lo puedo soportar. El mundo es un auténtico asco…”. 

Por el contrario, pensar de manera racional contribuirá a que el dolor baje de intensidad: Preferiría no sentir este dolor tan molesto, pero podría ser mucho peor. Lo puedo soportar, de hecho, ahora mismo lo estoy soportando e incluso en alguna ocasión he tenido dolores más fuertes. A pesar de esta molestia, el mundo me sigue ofreciendo multitud de posibilidades para disfrutar…”

Si tenemos miedo al dolor y nos lamentamos de aquello que nos impide hacer, lo amplificaremos y sufriremos innecesariamente. Sin embargo, si dejamos de sentir temor y nos centramos en todo lo que sí podremos hacer, el dolor perderá intensidad y el sufrimiento desaparecerá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario