domingo, 7 de noviembre de 2010

REFLEXIONES DE MÓNICA: ¿ENTENDEMOS BIEN EL TIEMPO?

En la “Escuela de Felicidad” se hace referencia a los discursos del jefe samoano Tuiavii de Tiavea, estos discursos fueron recogidos por el artista alemán Erich Scheurmann. En uno de esos discursos el jefe samoano se sorprende de cómo los hombres blancos (papalagi) entendemos el tiempo...

“Hombres y mujeres e incluso niños demasiado pequeños para caminar, llevan una máquina pequeña, plana y redonda bajo sus vestidos, atada a una cadena de metal pesado, colgada alrededor del cuello o la muñeca, una máquina que les dice la hora. Cuando este ruido del tiempo pasa los papalagi se lamentan: Terrible, otra hora se ha esfumado!!, y , entonces, como norma, ponen una cara sombría, como la de alguien que vive una gran tragedia. Sorprendentemente, porque inmediatamente después comienza una nueva hora. Nunca he podido comprender esto pero creo que debe ser una enfermedad. Lamentos comunes entre la gente blanca son: el tiempo se desvanece como el humo, o el tiempo corre, dame un poco más de tiempo...

En Europa hay poca gente que tenga realmente tiempo. Tal vez nadie. Por eso la gente corre por la vida como una piedra lanzada. La mayoría camina mirando al suelo y balancean los brazos para llevar mejor el paso. Parece que piensen que un hombre que camina rápido es más valiente que otro que lo hace poco a poco... creo que el tiempo se les escurre de las manos como una serpiente deslizándose por una mano húmeda, sólo porque tratan de aferrarse a él. No dejan que el tiempo venga a ellos, sino que corren detrás con las manos abiertas. No se permiten malgastar el tiempo tumbados al sol. Siempre quieren mantenerlo en sus brazos, hacerle y dedicarle canciones e historias. Pero el tiempo es tranquilidad y paz amorosa, gozo de descansar y de yacer imperturbable en una alfombra. Los papalagi no han entendido el tiempo y, por consiguiente, lo han maltratado con sus prácticas bárbaras... cojamos sus pequeñas y redondas máquinas del tiempo, pisémoslas y digámosles que hay más tiempo entre le alba y el ocaso del que un hombre normal puede gastar”.

¿Os sentís identificados con esta manera de entender el tiempo?, yo sí, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos no paramos de correr, vamos a trabajar corriendo, comemos corriendo y vamos a recoger a los niños al cole o a hacer otras actividades corriendo. Cuando llegamos a casa también intentamos darnos prisa en arreglar todas las cosas para podernos ir a dormir rapidito... para estar preparados para correr al día siguiente... y les decimos cosas a los niños como éstas “Venga, venga a cenar deprisa..., corre, corre que hay que dormirse pronto..., no pueden ser las 10 y que todavía estés despierto...” ¿Parece una maratón no?. Estamos pendientes todo el día de esa máquina pequeña que describe el jefe samoano, pendientes del reloj... ¿y cuando disfrutamos?.

Pero en nuestras manos está el cambiar esta manera de entender el tiempo e intentar disfrutar un poco más de todo lo que hacemos durante el día. En “La Escuela de Felicidad” se menciona el movimiento slow y Carl Honoré dice “Detente, haz las cosas más despacio, organízate para hacer menos pero mejor, si te detienes aparece un tiempo de reflexión que hace replanteártelo todo”.

En nuestro trabajo, en las escuelas, en otras actividades... tenemos que cumplir un horario porque nuestra sociedad actual está establecida así, pero no hay que perder la perspectiva de las cosas. Hay que aprender a disfrutar más de nuestro entorno, de nuestra familia, de nuestros amigos, de nuestro trabajo... y eso no lo vamos a conseguir corriendo. Tenemos que dedicar más tiempo a lo más importante y dejar para después todo lo demás y lo único importante es nuestra capacidad de amar.

Hay que intentar aprender a ralentizar nuestra vida y a disfrutar más de lo que hacemos, aprender a detenernos.

En “La Escuela de Felicidad” Carl Honoré lo resume muy bien “No hay mayor pérdida de tiempo que desperdiciar una vida corriendo”.

Chicos!!, vamos a intentar que nuestro día a día no sea una maratón sino un paseo tranquilito y priorizar, cuando nos apetezca, el sacar tiempo para tumbarnos al solete como decía el jefe samoano, porque el tiempo es tranquilidad y paz.

Besos a todos,

Mónica

5 comentarios:

  1. Hola a todos!
    He estado fuera unos días y veo que por aquí ha habido mucho movimiento, muchos comentarios interesantes.

    En cuanto a lo de valorar nuestro tiempo, estoy de acuerdo en que nuestra vida es una carrera incesante en la que nunca llegamos a la meta. Vivimos en un mundo en el que además a la mayoría de la gente nos preocupa mas seguir a la multitud y hacer lo que hacen todos que vivir nuestros sueños.

    Seguramente unos de los mayores pesares que puede tener una persona es llegar al final de su vida y darse cuenta de que no hizo realidad sus sueños, en ese momento nadie deseará tener más dinero en el banco o un coche mas grande aparcado delante de casa, en vez de eso, al exhalar los últimos suspiros, desearíamos haber vivido una vida valerosa, auténtica y llena de amor, no? Deberíamos tenerlo presente cada día, y ser conscientes de que todos tenemos que llegar al final y el que hayamos llegado primero a todas partes no tendrá ninguna importancia.

    Mientras, me gustaría dejar un aportación más:

    Patañjali (Pensador Indú) dijo:

    Cuando te inspira algún propósito, algún proyecto extraordinario, todos tus pensamientos rompen sus ataduras; tu mente trasciende las limitaciones, tu conciencia se expande en todas direcciones y te encuentras en un mundo nuevo, grande y maravilloso. Fuerzas, facultades y talentos que estaban dormido cobran vida y descubres que eres una persona mas grande, con mucho, de lo que jamas habías soñado que serías.

    Rafa, a esto le podríamos llamar positivismo. no?? :-)

    Besos todos

    ResponderEliminar
  2. Hola a todas/os!
    Silvia, qué tal los días fuera?? seguro que los has disfrutado. anyway, welcome home!

    Menudo tema que ha sacado Mónica...una de las grandes lacras del mundo contemporáneo occidental. A mi me caracteriza una especie de alarma interna que no me deja hacer una cosa sin pensar en la siguiente que debo hacer. Con la consecuencia del no disfrute por lo que hago en ese momento. Ayer me reía de mi misma pensando que soy una hedonista que se olvidó del placer de disfrutar, menuda paradoja!
    Y en el fondo me pregunto a donde pretendo llegar, qué quiero conseguir al ir tan deprisa, qué misteriosa meta me espera para no dejarme ralentizar mi ritmo. Pero una forma de actuar autómata, me levanto y ya! a 1000 por hora. Y si, de acuerdo, me da tiempo a comprar, limpiar, cocinar, ir al curso, estudiar, gimnasio...pero si me paro a pensar cuanto hace que no abrazo a Juan (mi pareja)...me da miedo!! estoy perdiendo mi capacidad de amar a cambio de un alto nivel de stress.
    Pues bien, después de darle un super abrazote a Juan y de una sesión de mimos con mis gatos, me voy a proponer a partir de mañana bajar las revoluciones.
    Os haré partícipes de como evoluciono, a ver si os animais y aprendemos juntos el placer de vivir!
    Otro abrazo para todos!

    ResponderEliminar
  3. Bueno, me parece que todos estamos un poco igual, si os describo un día de los míos vais a alucinar.... en cuanto me levanto ya empiezo a correr, me voy arreglando para ir a trabajar y mentalmente voy repasando si he puesto todo lo que tenía que poner a los niños en las mochilas varias..., pensando si hoy les toca gimnasia, natación, danza... porque cada mochila es un mundo... Luego me voy al trabajo como una loca en la moto, muy pronto voy a quitarle el puesto a Jorge Lorenzo..., en el trabajo tampoco se para y tienes que llevar mil cosas en la cabeza... cuando llega la hora de la salida, otra vez a mil por hora corriendo para llegar a casa, comer en 10 minutos, preparar merienda de los niños y corriendo ir a buscarlos al cole y a la guardería (a todo esto me suele dar tiempo de poner alguna lavadora...) y luego corriendo a llevarlos a las actividades extraescolares varias.... de camino a casa también toca de hacer alguna compra y finalmente, llegamos todos a casa medio exhaustos y empieza a preparar cenas, baños.... ¿Qué os parece, es guay eh?.

    Yo Eugenia, también tengo un gato y hay días que ni me doy cuenta de dónde está el pobrecillo... me lo encuentro en mi cama por la noche y pienso, ostras no le hago ni caso... y con mi pareja hay días que no tenemos ni tiempo de hablar de nada porque cuando acabamos de todo se nos hacen las tantas de la noche... ah!! y a todo esto me enfado porque no encuentro el tiempo para ir al gimnasio ni para llamar a mis amigas.... y aún así tengo más proyectos en mi cabeza para llevar a cabo... es fuerte verdad?... pero este es el día a día de la mayoría de mamis trabajadoras y yo no me puedo quejar porque esto es gloria comparado con otros casos...

    Bueno chicos, chicas, ha llegado el momento de cambiar, cada vez que durante el día estemos corriendo vamos a hacer el propósito de acordarnos de qué nos diría el jefe samoano desde la Polinesia.... venga, poco a poco iremos mejorando y haremos todas estas actividades igual pero disfrutando. No nos tenemos que olvidar que el tiempo es tranquilidad y paz.

    Un besazo,

    Mónica

    ResponderEliminar
  4. “Detente, haz las cosas más despacio, organízate para hacer menos pero mejor, si te detienes aparece un tiempo de reflexión que hace replanteártelo todo”.

    Precisamente por eso los blancos corremos. Para no pensar. La gran mayoría de la gente está unida a la noria del trabajo y las preocupaciones cotidianas, así que si de pronto se liberara de ellas supondría un shock importante.

    ¿ No crees Mónica ?

    Gracias por el relato del jefe Samoano, no lo conocía. Me ha recordado a los libros de Kipling donde los personajes hindúes dicen (parafraseo) "los blancos llevan el demonio dentro, corren de aquí para allá, no saben estar quietos."

    ResponderEliminar
  5. Gracias a vosotros por vuestras aportaciones!!!

    Un beso,

    Mónica

    ResponderEliminar