Sofía y yo fuimos al mismo cole, nos criamos en el mismo barrio. Ella había estudiado educación social, y me invitó un día a acompañarla a dar charlas en los institutos sobre sexualidad. Yo entraba con ella a las clases y me explicaba como hacer las cosas, como dirigirme a los chavales, como hablar, qué decir...
Me empecé a dar cuenta en seguida que trataba a los chicos muy malamente, con comentarios ofensivos, desprecios... aunque ella era la que me estaba enseñando, a mi no me salía tratar así a los chicos. No me gustó como hacia las cosas (sin yo tener ni idea de lo que era la educación social) y nos separamos. Y ahí quedó la cosa.
8 años más tarde me la encontré por el barrio, y la pregunté;
- ¿Qué tal como te va? ¿Qué tal la educación social?
- Buah!! Eso lo dejé, no lo soportaba, no aguantaba ese trabajo ni a los chavales, a mi lo que me gustaba era bailar, ahora soy profe de baile y doy clases aquí en una asociación del barrio, me encanta, estoy feliz.
Y era cierto, no solo daba clases de baile, sino que a sus alumnos los trataba con amabilidad y cariño.
Un día en una charla en la universidad un estudiante de educación social levantó la mano y me pidió que les diese un consejo, como preguntándome "¿Cuál es el secreto?"
Y yo les conté la historia de Sofía. Para luego decirles;
- Ser valientes como Sofía, hacer lo que os gusta, lo que os hace felices, porque sino acabaréis amargando la vida a los críos y a vosotros mismos.
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