domingo, 26 de febrero de 2017

REFLEXIONES DE PILAR G. VADO: EL AQUÍ Y EL AHORA


Recuerdo que en la película "El guerrero pacífico", basada en la novela autobiográfica de Dan Millman “El camino del guerrero pacifico”, Sócrates, el personaje que interpreta Nick Nolte, lleva a Dan, el protagonista, a la montaña para enseñarle algo pero sin desvelarle de qué se trata. El chaval camina durante tres largas horas entusiasmado igual que un niño la noche de Reyes, esperando contemplar algo mágico al final del camino.

Agotado por la larga caminata, Dan pregunta cuánto falta para ver eso tan maravilloso, entonces Sócrates se detiene de repente señalando una pequeña piedra en el camino, mientras le dice, improvisando, que eso era lo que quería enseñarle. Dan decepcionado, se queja de haber hecho esa larga excursión para nada. Lo que Sócrates pretendía que el chico aprendiera es que lo que aporta la felicidad es el viaje, no el destino.

Muchas veces, como le pasaba al protagonista de la película, pensamos que cuando consigamos nuestros objetivos seremos felices y eso precisamente nos impide disfrutar de todo aquello que ya tenemos a nuestro alcance. Creemos que lograremos la felicidad cuando terminemos nuestros estudios, o cuando consigamos el trabajo de nuestros sueños, o cuando encontremos pareja, o cuando tengamos un hijo, o cuando nos jubilemos, o cuando nos toque la lotería... No nos engañemos, nada de eso nos hará felices si no lo somos ya, no perdamos el tiempo buscando fuera lo que ya tenemos dentro.

Si tenemos la mala costumbre de fijarnos solo en lo que no poseemos o en aquello que no nos va todo lo bien que nos gustaría, jamás lograremos la felicidad porque siempre surgirán problemas o circunstancias que harán que nuestra vida no sea perfecta, pero tampoco necesitamos que todo lo que nos rodea nos sea favorable para ser felices.

Es fantástico tener deseos, pero no debemos caer en el error de pensar que si no se cumplen seremos unos desgraciados toda nuestra vida, porque entonces ya no estamos hablando de deseos sino de necesidades a las que condicionamos nuestro bienestar emocional. Las personas verdaderamente felices son aquellas que tienen deseos a los que son capaces de renunciar, gozan de paz interior, disfrutan de las oportunidades que les ofrece la vida, se divierten y aman a los demás. Como decía San Agustín: "No es más rico el que más tiene sino el que menos necesita".

Además de desprendernos de necesidades (que no de deseos), es fundamental para alcanzar la felicidad vivir el aquí y el ahora. No vivimos ni en el pasado ni en el futuro, vivimos en el presente y es justamente ahí donde viviremos el resto de nuestros días, así que es importante que aprendamos a saborear cada instante que nos brinda la vida, descubriendo la riqueza de los detalles que nos ofrece cada instante, concentrando toda nuestra atención y nuestros cinco sentidos en aquello que estemos haciendo en cada momento, evitando rumiaciones del pasado y preocupaciones del futuro.

Esto puede resultar en un principio bastante difícil porque nuestra mente salta de rama en rama, va sin control hacia el pasado y hacia el futuro, aunque la buena noticia es que, al igual que el cuerpo, la mente se puede entrenar para conseguir centrarnos en el disfrute del aquí y el ahora.

Es primordial darnos cuenta de que la vida es un valioso regalo que debemos aprovechar, porque no olvidemos que estamos en este mundo para divertirnos y no, como piensan algunas personas, para sufrir (si esto fuera cierto, la especie humana se hubiera extinguido hace ya muchísimo tiempo).

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