Autoestima y
Autoaceptación Incondicional (AAI) son dos conceptos que, a pesar de hacer
referencia a la valía de las personas, son completamente distintos.
La autoestima es el
valor que nos atribuimos en función de lo que poseemos, de lo que hacemos y de
la opinión que los demás tienen de nosotros. Por otro lado, la AAI basa el
valor del ser humano en su capacidad inherente de amar la vida y a los demás.
Cada uno de
nosotros elige, generalmente de manera inconsciente e influenciado por la
sociedad, los valores en los que basa su valor como persona. Lo deseable sería
que realizáramos dicha elección conscientemente y habiendo considerado antes
las consecuencias que implica decantarse por unos u otros valores.
A continuación
señalo algunas de esas consecuencias:
-Autoestima.
Nos queremos y valoramos únicamente si poseemos aquello en lo que basamos
nuestro valor y, de la misma manera, nos odiamos si no lo tenemos.
-AAI.
Nos sentimos valiosos en todo momento sin altibajos emocionales, ya que lo que
nos da valor y nos define como seres humanos es la capacidad de amar la vida y
a los demás, y eso es algo permanente.
-Autoestima.
A partir de rasgos superficiales o de hechos concretos, nos tachamos de
“buenos”, “dignos y “valiosos” o de “malos”, “indignos” y “sin valor”.
-AAI.
Juzgamos rasgos y comportamientos concretos positiva o negativamente, pero no a
nosotros como persona.
-Autoestima.
Al compararnos globalmente con los demás a partir de aspectos concretos, unas
veces nos sentimos superiores y otras inferiores.
-AAI.
Al compararnos con otros solo en aspectos específicos, nos sentimos siempre
igual de valiosos, ni superiores ni inferiores. Además aprendemos de los que
son mejores que nosotros en algo concreto con el fin mejorar en eso.
-Autoestima.
Implica un pensamiento rígido basado en exigencias: “Quiero obtener el
reconocimiento de los demás, por tanto tengo que tenerlo, si no seré una
persona indigna y sin valor”, “Debo hacerlo todo bien, de lo contrario seré un
inútil”, “Necesito demostrar que soy inteligente, si no, no valgo nada”…
-AAI.
Conlleva un pensamiento flexible basado en preferencias: “Quiero conseguir el
reconocimiento de los demás, pero si no lo obtengo no seré un ser
despreciable”, “Me gustaría hacer todo bien, pero si me equivoco no significa
que sea un inútil, solo demuestra que soy falible como el resto de seres
humanos”, “Estaría bien ser inteligente, aunque si fuera tonto no me restaría
valor”…
-Autoestima.
Aceptarnos solo si reunimos determinadas condiciones no es funcional, puesto
que hace que nos sintamos mal (ansiedad, depresión, ira, culpa, vergüenza,
autodesprecio…) y que nuestras conductas sean destructivas y autoderrotistas (abandonar,
evitar, posponer, drogarse, agredir…).
-AAI.
Aceptarnos sin condiciones contribuye a que nos perturbemos menos y a que
llevemos a cabo comportamientos constructivos y productivos para alcanzar
nuestras metas y objetivos (no evitar, afrontar sin pánico, no abandonar…).
-Autoestima.
Nos mostramos inseguros y menos eficaces en situaciones en las que creemos que
nuestra valía está en juego debido a que nuestra atención se divide entre lo
que estamos haciendo y el resultado que deseamos obtener.
-AAI.
Nos sentimos más seguros y conseguimos mayor eficacia en cualquier situación
porque centramos toda nuestra atención en disfrutar de lo que hacemos, pasando
el resultado a un segundo plano.
-Autoestima.
Fomenta la resignación. Ante una conducta negativa, nos tachamos de “inútiles”,
nos culpamos y nos castigamos. Eso hace que nos quedemos atrapados en el
autodesprecio y que no intentemos hacerlo mejor en futuras ocasiones.
Seguiremos actuando de esa misma manera porque al etiquetarnos descartamos la
posibilidad de cambio. Si actúo mal, soy malo, en consecuencia ¿qué podemos
esperar de una persona mala? Que siempre se comporte de forma malvada.
-AAI.
Conduce a la acción constructiva, no a la resignación. Frente a una conducta
negativa, analizaremos por qué nos hemos comportado así, asumiremos nuestra
responsabilidad sin culparnos ni castigarnos, e intentaremos aprender para no
repetir esa conducta en un futuro. Mi comportamiento ha sido reprobable, pero
no yo como persona, por tanto, puedo hacer lo posible para que eso no vuelva a
suceder.
-Autoestima.
Nos impide ser nosotros mismos, porque siempre estamos pendientes de demostrar
que somos alguien valioso.
-AAI.
Nos permite ser más honestos y mostrarnos
ante los demás tal y como somos.
-Autoestima.
Más perturbación secundaria. No nos aceptamos con emociones negativas insanas:
“No debería sentir ansiedad, depresión, ira…, las personas normales no tienen
este tipo de emociones”.
-AAI.
Menos perturbación secundaria. Nos aceptamos incluso con emociones negativas insanas
porque entendemos que no somos perfectos: “Preferiría no sentir ansiedad,
depresión, ira…, pero eso no me convierte en una persona débil e inferior a los
demás”.
-Autoestima.
No es factible realizar una valoración exacta de una persona en función de
rasgos y comportamientos concretos, porque habría que considerar todos y cada
uno de ellos y siempre se nos escaparía alguno. Además, las personas estamos en
continuo cambio y sería necesario rehacer dicha valoración constantemente para
determinar si la persona es “buena” o “mala” en su totalidad.
-AAI.
Es posible realizar una valoración de la persona por el hecho de ser un ser
humano, de estar viva y de su capacidad de amar la vida. Es un valor que permanece inalterable desde su
nacimiento hasta su muerte.
-Autoestima.
Los valores sobre los que se sustenta la autoestima generan insatisfacción,
vacío y sensación de estar incompletos. Nada de lo que consigamos será
bastante, siempre necesitaremos más y nunca conseguiremos sentirnos realizados.
-AAI.
Establecer como valores principales el amor por la vida y la capacidad de
disfrutar de las oportunidades que tenemos a nuestro alcance, nos proporciona
plenitud. De este modo, no necesitamos desesperadamente lograr nada para
sentirnos satisfechos, llenos y suficientes.
-Autoestima.
No favorece las relaciones con los demás, porque si somos rígidos y exigentes
con nosotros mismos también nos mostraremos intolerantes con los demás.
-AAI.
Propicia relaciones sin exigencias y, por tanto, más sanas, puesto que comprendemos
que todos somos seres falibles.
-Autoestima.
Necesitar el amor de nuestro entorno para sentir que valemos algo, hace que nos
comportemos de manera servil abandonando en muchas ocasiones nuestros
intereses.
-AAI.
No necesitar la aprobación ajena para tener valor evita que seamos
excesivamente complacientes con los demás, pudiéndonos centrar así en nuestros
objetivos y preferencias.
-Autoestima.
Dejamos nuestro estado emocional en manos de los demás, sintiéndonos felices
con sus halagos y profundamente desdichados con sus críticas.
-AAI.
Asumimos la responsabilidad de nuestra propia felicidad, lo cual nos hace
emocionalmente más independientes. Relativizamos los elogios que recibimos y
encajamos mejor los comentarios negativos.
-Autoestima.
Dar excesiva importancia a aspectos poco importantes y superficiales (raza,
religión, cualidades…), dificulta y empobrece nuestras relaciones personales.
-AAI.
Dar prioridad a la capacidad de amar por encima de otros valores, hace que los
rasgos que nos diferencian de los demás sirvan para enriquecer nuestras
relaciones y no para obstaculizarlas.
-Autoestima.
Malgastamos mucho tiempo y energía tratando de crear una imagen socialmente
aceptable.
-AAI.
Dedicamos todos nuestros recursos a hacer cosas provechosas e interesantes.
Es
cierto que esta sociedad neurótica en la que vivimos trata de transmitirnos que
para ser personas valiosas debemos alcanzar determinados logros, tener unas
cualidades concretas o conseguir el reconocimiento de los demás, pero no hay
que olvidar que, como he señalado anteriormente, se trata solo una opción y que
nosotros somos los que decidimos aceptar esos criterios para determinar nuestra
valía personal o si preferimos reconocernos como seres con valor por el hecho
de estar vivos, con derecho a ser imperfectos y con capacidad para amar y
disfrutar de la vida. ¿Tú qué eliges?
Yo creo que estos temas deberían ser más recurrentes en sitios como los colegio en Zapopan o en todo el país.
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