A
continuación os dejo el mensaje que una paciente, ya casi ex
paciente, se ha ofrecido muy generosamente a compartir: todos podemos, a
cualquier edad, dar un giro radical a nuestra forma de pensar y
convertirnos en personas emocionalmente más fuertes y felices.
Transformarse es posible, es real.
También es real que la primera en dudarlo es
nuestra mente que pondrá todas las resistencias al cambio.
Nos puede sonar mal. Mover nuestros propios
cimientos, nos da miedo remover, replantear discutirnos. Creemos que son
nuestras bases y principios, como hemos pensado siempre, de toda la vida. Es
nuestro carácter, también lo que nos han enseñado.
Pero la mayoría son convencionalismos, son
creencias muy arraigadas necesidades que nos hemos inventado, pero lo que es
más importante: nos lo creemos hasta el fondo y las defendemos; aunque nos
sintamos unos desgraciados, inferiores, perdidos aunque estemos muy mal nos
cuesta creer que podemos cambiar.
Soy una mujer madura, pasados un poco los 50 y
en éstos últimos años he arrastrado una depresión importante, donde campaba
toda la debilidad el temor a estar sola y muchos miedos. Porque cuando
terribilizamos el miedo se amplifica invasivo.
Tuve que tocar fondo para reaccionar. Nos pasa
mucho a los humanos ¡Menos mal que no esperé a estar enferma grave o a un
accidente! -también pasa a los humanos- para lanzarme a decirme: No puedo
seguir ahogada. Mi vida consistía “...en intentar salir a flote, hundirme,
sacar la cabeza un instante para tomar aire, tragar mucha agua salada y
seguir una lucha sin fín... ” Mi salud mental se convirtió entonces en una
prioridad en todos los sentidos ¿Había algo más importante, algo más que yo
misma? ¿Acaso lo hay?
La Terapia Cognitiva tiene muchas cosas que me
gustan pero una de ellas es que el cambio sólo puedes hacerlo tú misma; con un
método con honestidad y mucho trabajo, y después perseverar. He necesitado casi
un año intenso de trabajo interior para curarme de la depresión, de la
dependencia emocional. Ahora es mi forma de pensar por tanto de vivir. Yo me
demostré a mí misma que No necesitaba a nadie, para ser feliz. Así de fácil,
algo aparentemente tan tonto, tan elemental, tan evidente pero tan esencial.
Pues a mí me pasaba, hasta el punto de no saber ni quién era.
Trabajados los miedos, las terribilizaciones,
trabajadas las creencias fantasiosas sobre tu pasado y futuro -porque nuestra
mente es una fábrica de mitificar- bueno, pues cuando desmontas todos los
escenarios creados, cuando trabajas uno a uno los miedos (porque
Necesito-Exijo-Me exijo-No soporto son la misma cosa, yo me lo he demostrado)
es cuando, simplemente pierden toda su fuerza, algunas dejan de ser trágicas
otras pierden todo su dramatismo, otras muchas muestran con humildad tu
grandeza como ser humano, tan igual, tan “normalito” como tu jefe.
Sientes una gran liberación.
Después aprendes a colocar las cosas en su
sitio. Primero obligándote un poquito, después sale todo casi intuitivo de
forma natural y todo adquiere sensatez una lógica racional. Aprendemos a
utilizar la mente a nuestro favor, es nuestra herramienta para reprogramarnos.
Y se puede aprender, aunque tengas mucha parte de tu vida hecha. Da igual.
Pero éste es un trabajo único, individual, por
otro lado el más fiable y verosímil que puede haber. Con las herramientas de
trabajo de la Terapia Cognitiva y a veces como yo con la ayuda inestimable de
una psicóloga/o, pero nadie puede hacerlo por nosotros. No existe el comprimido
del Cambio Interior o la pastilla de la Fortaleza Emocional. Porque además a
los humanos nos pasa, que si la forma es compleja nos decimos ¡Uy es demasiado
difícil! Y si es simple nos diremos ¡Ah demasiado fácil para ser verdad!
Con éstas palabras no hay ninguna pretensión de
acercarse a ser modelo de nada, claro que no. Pero yo ya no soy aquella persona
y lo digo con cariño para aquella chica atormentada, confusa y majeta que era.
Ahora he aprendido a reconocer muy bien las
superexigencias los apegos, a discernir las ficciones a distinguir las
necesidades exageradas que tan confundidos nos tienen y tanto nos hacen sufrir.
Ahora ya no es una terapia es mi nueva forma de ver la vida digamos una
filosofía. Ahora puedo decir que soy una persona feliz. Siento que voy liviana
con ligereza porque he soltado muchas amarras. He aprendido a evaluar las
adversidades más en su justa medida. Sé dónde se alberga mi valía, mi valor.
Siento que amo mi vida con serenidad con comprensión. Contemplo la vida y el
mundo con los sentidos.
Ahora soy consciente de algo tan evidente
también como entender que estamos aquí para disfrutar, para sentirnos en paz,
para gustarnos un montón. La certeza que todo pasa por aceptarnos sin
condiciones, también a los demás que son como nosotros.
Este camino no ha hecho más que empezar, ahí
están las herramientas de trabajo de la Terapia Cognitiva, las lecturas de los
tres libros de Rafael Santandreu – Con cariño, mi estrella polar – las
reflexiones del maravilloso A. de Mello, la sabiduría de E. Tolle y mi querida
Pilar que me avisa con su gracia de las recaídas que como dice Rafael “...Son
períodos de vuelta a la depresión a la ansiedad o a la obsesión… forman parte
del proceso, son los trompicones y caídas de un niño que aprende a caminar.. En
el momento de la crisis, la caída se vive como un traspiés intolerable. A
menudo como un fracaso total, pero si perseveramos… volveremos a estar bien y
el aprendizaje seguirá progresando y consolidándose”.
A
Rafael y a Pilar
Querida: gracias por compartir tu experiencia con la TREC y por tus palabras de ánimo a los que estamos en ese camino de intentar cambiar y curarnos. Un abrazo
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