¿Qué tienes tú
que ver, niño , con las armas de los valientes? ¿Pueden tus bracitos tender el
arco que pueda tumbar fieras, monstruos o cualquier enemigo glorioso ?
Y tal diciendo,
alzó el arco y disparó hacia Eros . El proyectil plateado arrebató el pequeño
arco y el dios cayó de la rama del árbol hacia atrás. La rabia le llenó los
ojos de lágrimas.
........
El pequeño
arquero tenía en sus manos dos flechas de distinta naturaleza y las
disparó. La saeta de oro se clavó en el pecho de Apolo y la de plomo alcanzó a
la ninfa Dafne .
Al ver a Dafne ,
Apolo sintió que le faltaba aire y que sólo ella podía hacerle recuperar el
resuello mientras que Dafne , sintiendo aversión corrió hasta perderse en la
espesura del bosque ....
Apolo salió
detrás de ella y Dafne sintiéndose acorralada gritó : ¡Socórreme padre!
¡Destruye esta figura mía que me hace ser deseada!.
Peneo no pudo
negarse a la petición. Alzando la mano la piel dé Dafne se convirtió en
corteza, sus cabellos se espesaron hasta volverse hojas , en ramas se tronaron
sus brazos y sus pies quedaron inmovilizados en raíces. Enloquecido por lo que
acababa de presenciar Apolo no pudo más que abrazar el árbol...En un estallido
de ira contra si mismo, tomó impulso y dio un poderoso salto que lo alejó de
aquel valle infausto.
Vuelvo a recurrir
a la mitología griega, que tan buenos resultados me da para que mis hijos no
protesten mucho cuando los meto en la cama. Aunque a decir verdad, la parte qué
más les gustó fue el enfrentamiento de Apolo con la serpiente de Hera , Pitón
.
He escogido este
relato porque explica muy bien dos actitudes que cometemos con más frecuencia
de la que parece.
- El
desprecio:
Muchas
veces juzgamos o etiquetamos a la persona que está a nuestro lado poniéndonos
en un plano superior. En lugar de prestar atención a cualidades auténticas como
la amistad , la lealtad , el respeto...sobrevaloramos las falsas cualidades
como la riqueza, la inteligencia , la extroversión, el éxito ...Y no sólo es
que caigamos en esta trampa sino que además nos aseguramos de humillar a la
persona próxima que no de la talla según nuestra escala de valores propia de
personas inmaduras .
A medida que nos
volvemos emocionalmente más fuertes , sabremos distinguir las cualidades que de
verdad merecen la pena y aceptar incondicionalmente a los demás .
Y si además somos
capaces de aceptarnos con nuestros fallos ( que por otro lado todo el mundo
tenemos) tampoco los comentarios de los demás harán mella en nosotros.
Por mucho que en
ocasiones el cuerpo nos pida lo contrario tampoco vendría mal aplicarnos el
refrán "Si lo que tienes que decir no es más bello que el silencio, mejor
no digas nada " .
Aunque confieso
que no he tenido mucho éxito con mis hijos...
- La venganza:
En otras
ocasiones nos sentimos agraviados porque alguien ha tenido un comportamiento
inapropiado con nosotros . Como decía nuestra compañera Pilar García Vado en su
muy recomendable conferencia del año pasado ( ya sé que suena un poco pelota)
lo que en realidad nos duele es la injusticia. Nos decimos a nosotros mismos
" yo no me comportaría así, es injusto".
Nos olvidamos de
que nosotros también fallamos y a veces hemos sido injustos en otras ocasiones.
En una situación así debemos rechazar esa forma de actuar pero no a la persona
.Por otro lado si lo pensamos de verdad, ¿ Por qué fallamos nosotros o los
demás ? ¿Por pura maldad o por analfabetismo emocional?.
Pero pararse a
pensar , hacer la rutina de debate y sacar conclusiones racionales exige una
mente madura .
Actuar llevado
por la rabia para dar una lección a los demás, sin importarnos si otras
personas resultan heridas puede dar un cierto placer pasajero a una persona
inmadura.
Pero este tipo de
comportamiento a medio/largo plazo produce un vacío interior además de llevar a
meterse en una espiral de lucha de la que no es tan fácil salir. Y desde luego
nos aleja de la felicidad si entendemos ésta como un estado de paz interior,
tranquilidad que nos permite disfrutar y agradecer las pequeñas ( y grandes)
cosas de la vida.
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