miércoles, 27 de julio de 2016

REFLEXIONES DE MIGUEL SOLER: "YO SOY MUY COMPETITIVA..."

Hace unos días, mientras asistía a un curso, una compañera comentaba abiertamente que ella “era muy competitiva”, e incluso añadía que “si alguien, en algún aspecto, se le cruzaba en su camino, lo apartaría sin más”. No se refería concretamente al transcurso del taller en el que participábamos, sino en su vida en general.

Ser competitivos es interesante, ¿no? En numerosos aspectos de nuestro día a día -y sobre todo en el terreno laboral o educativo- todo parece centrarse en ser más eficientes, más competentes, mucho más efectivos, y a ser posible, ser líderes. Y claro, para eso, lo deseable es ser competitivo.

A las personas competitivas se les tiene en buena consideración por parte de muchos otros que se “ven” en ellos, que quieren ser así, y prosperar, destacar, sobresalir del mismo modo. Quieren tener más y estar mucho más y mejor reconocidos, así -creen- se sentirán mucho mejor, por fin se sentirán bien siendo ejemplo a seguir por los demás, llegando los primeros, destacando en algo o en todo.
Podemos decir que ser competitivo es deseable y síntoma claro de ser ganadores, de poder llegar a todo, superar obstáculos, y sobresalir de entre los demás. Porque, claro, eso de sobresalir de entre los demás está muy bien, solo así podremos llegar a ser ganadores. O no.

La competitividad se mece en los brazos del desconocimiento de nuestro verdadero enfoque en la vida. Tranquilos, que no me voy a poner muy espiritual con estas cosas, sólo un poquito, lo justo. Mirad, estamos aquí no para destacar, sino para vivir, así, sin más, porque vivir, y hacerlo en la plenitud de poder aprovechar lo que el día a día nos ofrece, es mucho, muchísimo, incluso a veces pienso que demasiado.

Podríamos remontarnos a hace más de un siglo, cuando la racionalidad instrumental encaminaba a muchas personas a lograr sus metas sin importarles los caminos a recorrer, era basarse en no mirar cómo llegar sino enfocarse en llegar y obtener beneficios, a veces a cualquier precio, no importaban los medios ni los efectos. Producir, producir, producir, y ganar, ganar, ganar… Este razonamiento impulsó grandes fortunas y llevó a algunos países a controlar, dominar, el mundo.

La cultura de ser ganadores y conseguir ser los mejores, los primeros, adelantó hace mucho a la cultura de ser y estar, con nosotros mismos y con los demás, sin carreras ni competencias, aportando lo que sabemos y podemos para una construcción común de la sociedad que busca la mejora de las personas. Hoy, en esta segunda década del siglo XXI, ser ganador, ser el primero, ser vencedor sobre los demás, y serlo en beneficio propio, sigue siendo un objetivo prioritario para muchas, muchísimas personas. Ser competitivos, por ello, está inmerso en nuestra cultura, en nuestra sociedad, en nuestra vida.

Seguimos buscando obtener provecho propio y de forma individual sin importarnos mucho, o no importarnos nada, los demás. Y ojo, que no voy por derroteros sociales con estos comentarios, estoy encaminándome a la persona competitiva, porque como competitiva puede “parecer ser” como se quiera construir, imaginar, disfrazar, atendiendo a una autoimagen y un autoconcepto condicionados por el principio de ”tener más” -poder, éxito, posesiones, belleza, influencias…- para ser reconocidos por los demás; pero como persona es lo que es y como es, puede potenciarse como ser, pero nunca, nunca, obtendrá beneficios si ese potenciamiento no está alineado con su naturaleza, y las personas, en esencia, no necesitamos la competitividad, no al menos en los extremos que vemos a nuestro alrededor.

Si nos obligamos a ser competitivos porque nuestro entorno lo es, estaremos viviendo de forma condicionada a lo que necesitamos, luego el desequilibrio o la neurosis acechan constantemente. Si nos basamos en ser competitivos para justificar que pasamos por encima de los demás sin importarnos demasiado, es que nos hemos desvirtuado como personas, actuamos pero no construimos, instrumentalizamos nuestra existencia atendiendo a una competitividad que sólo nos llevará a estar por encima de otros, a tener más, pero no a ser mejores ni facilitar el camino a otras personas.

Si la competitividad te ha ganado el pulso en tu vida, entonces es que has llegado al momento de reaccionar, porque la competitividad te exprime y nunca te enriquece en lo vital, puede que lo material se multiplique y que te sientas más reconocido o reconocida, más admirado o admirada, pero hablamos de espejismos, otra persona más competitiva -o con menos escrúpulos aún- está en tu estela, esperando la ocasión para pasar por encima de ti…

Y ya tenemos el lío organizado: necesitamos seguir siendo el mejor, y tenemos miedo a dejar de serlo, esto me suena de algo. Cuando llegas a este punto la vida te cambia, ¡ya lo creo!, entonces es cuando comienzas a padecer las “excelencias” de la competitividad, y puede que inicies un camino complejo del que cuanto antes te salgas, mucho mejor.

La competitividad es un lastre, y sobre ello, una tontería muy pero que muy gorda cuando nos lo creemos y no somos reflexivos al respecto. Puedes ser un magnifico profesional y no pasarte en lo competitivo, puede que tengas que alinearte con tu entorno para mejorar, pero si no lo interpretas bien y te dejas seducir por buscar ser quien sobresalga a toda costa, el camino será complicado, y los resultados verdaderos, nunca te compensarán.

Ser competitivo de forma desmedida cambia  a las personas y rara vez para mejor; las aísla, incomunica, aparta de un entorno constructivo, y estanca en lo afectivo. Quien se basa en la competitividad rara vez se lleva bien con sus emociones, aunque haga gala con frecuencia de la ira como instrumento de persuasión o dominio. Pero cuando se queda a solas, con su propio ser, el miedo, la tristeza, buscan sus caminos.


Ser competitivo exige exigirte cada vez más y más, y las personas no somos así, no al menos para superar a los demás y “ganar”. Sí podemos serlo para superarnos a nosotros y ayudar con ello a los demás, eso es muy diferente. Piensa al respecto, tal vez te merezca la pena dedicar unos minutillos a ello.

lunes, 25 de julio de 2016

REFLEXIONES DE GEMA MERINAS: ENCUENTROS CON LA FELICIDAD



La superación de los obstáculos

En el Ecuador de nuestros viajes al sur solemos parar en un restaurante familiar y campechano de comida muy casera y con un servicio muy agradable y cercano.

En esta ocasión nos vino a servir un chico joven al que no habíamos visto antes, pero con la misma amabilidad y diligencia de sus compañeros. Y mientras nos preparaba la mesa y nos tomaba nota de la comanda advertí que le faltaban los dedos de sus manos. En algunos de ellos conservaba la falange proximal a modo de muñón de tal manera que se valía con ellos para manejarse perfectamente en un oficio tan complejo como la hostelería y que tanta destreza requiere.

Al percatarse mis hijos pequeños de esa deficiencia mostraron extrañeza y asombro. Y noté alguna muesca de aversión en sus rostros.

Entonces comenté abiertamente mi opinión sobre estas personas que no se esconden tras sus deformidades o discapacidades para justificar un “no puedo”. Más bien les sirven de trampolín desde el que saltar para superar las dificultades que se puedan encontrar en la vida, ellos incluso más que otras personas sin esas limitaciones.

Para mí son personas valiosísimas y mi respeto y admiración hacia ellos es total por la capacidad de superación  que muestran. Yo creo que más que discapacitados son supercapacitados y superan limitaciones que muchas veces son más mentales que las propiamente físicas.

En ellos se personaliza el dicho de “más hace el que quiere que el que puede”

Mi aplauso más sincero junto con todo mi apoyo y admiración.

REFLEXIONES DE PILAR G. VADO: ¿QUÉ ES DISFRUTAR DE LA VIDA?


Cuando debatimos cualquier creencia irracional, una de las preguntas que nos tenemos que plantear es: “¿En qué medida eso que considero terrible o insoportable me impide disfrutar de la vida?”

Quizá eso de “disfrutar de la vida” resulte algo muy general y poco concreto, por eso para contestar a la pregunta sería conveniente definir qué es disfrutar de la vida, esto no es otra cosa que gozar de manera consciente de todas las pequeñas cosas que nos proporcionan una importante dosis de gratificación. Y también nos resultaría muy útil elaborar una lista en la que detallemos todas esas cosas que nos producen una gran sensación de plenitud.

Hay tres características propias de las cosas que nos hacen sentir un intenso bienestar emocional y que hay que tener en cuenta a la hora de confeccionar la lista:

1-Sencillez: cuanto más sencillas sean mejor.
2-Accesibilidad: que estén al alcance de la mano en casi cualquier momento.
3-Gratuidad: que sean gratis o si cuestan dinero, que sea muy poco.

Siguiendo estos criterios, es preferible incluir en la lista, por ejemplo,pasear por un parque cercano a nuestra casa que viajar a Bali. El paseo es algo sencillo, de fácil acceso y gratis, en cambio, el viaje a Bali no es tan sencillo, no podemos disfrutar de él en cualquier momento y, salvo que alguien nos lo regale, nos costará bastante dinero.

Se trata de afinar nuestros gustos y desgranarlos hasta que nos quedemos con cosas muy sencillitas como contemplar la puesta de sol, dormir una siesta, sentir el aire fresco de la mañana, saborear un café, admirar los colores de la naturaleza, leer un libro, escuchar música, conversar con un amigo, apreciar un cielo estrellado, practicar ejercicio, aprender algo nuevo, tener sexo, etc.

Una vez confeccionada nuestra propia lista, conviene tenerla siempre muy presente y desarrollar el hábito de prestar atención a esas pequeñas cosas y de apreciarlas en profundidad. De esta manera, nos convertiremos en sibaritas de la vida que saben apreciar hasta el más mínimo detalle.

Además, la lista contribuirá a que cada vez que nos sintamos perturbados ante un suceso nos resulte más fácil contestar a la pregunta: “¿Esto me impedirá disfrutar de la vida, es decir, de una puesta de sol, de dormir una siesta, de sentir el aire fresco de la mañana, de saborear un café…?”Así nos daremos cuenta de que hay muy pocas cosas que realmente nos impidan disfrutar de las oportunidades que nos ofrece la vida y, por tanto, que sean verdaderamente terribles o negativas.

Al decirnos a nosotros mismos que algo es terrible, nos volvemos insensibles a todas esas cosas maravillosas porque centramos toda la atención, tiempo y energía en lo horroroso que es eso que nos ocurre. Por tanto, solo el diálogo interno terribilizador será el que nos impedirá disfrutar de la vida, no los hechos en sí mismos.

Las personas emocionalmente más fuertes son aquellas que consideran que apenas existen cosas terribles y que necesitan muy poco para ser felices, además son mucho más sensibles a las pequeñas cosas porque no tienen neuras que les distraigan de las auténticas fuentes de disfrute.






lunes, 11 de julio de 2016

REFLEXIONES DE MÓNICA: NUESTRO TERCER CONGRESO... SIMPLEMENTE MARAVILLOSO!!!!!!


Hola amigos y amigas, ya ha pasado nuestro III Congreso, el sábado día 9 de julio vivimos en Barcelona entre todos un día maravilloso lleno de momentos mágicos. Cuanta buena gente junta!!!!!

Quiero dar las gracias a todos los que hacéis posible este proyecto, coordinadores de las tertulias, tertulianos, seguidores y colaboradores del blog, equipo de organización de Barcelona, equipo de Can Déu, profesores, asistentes algunos de ellos que han venido desde muy lejos, todo hecho desde el amor y, con la finalidad simplemente de compartir conocimientos y experiencias que nos puedan servir a todos.

Dar las gracias muy especialmente a Montse Rovira, Miguel Soler, Montse Lacalle, Pilar García, Ramona Garcia, Gina Aran, Nieves Cano y Anna Boneta que de manera altruista se han preparado unas conferencias estupendas y, en el caso de Nieves ella nos ha hablado con su lenguaje,  con la danza. También dar las gracias a nuestro fotógrafo oficial Jordi que no dejó ni un momento del día sin retratar, un gran esfuerzo y trabajo por su parte.

Y, por último dar las gracias muy especialmente a mi mano derecha a Carlos Fernández responsable de toda la logística del Congreso y de muchas más cosas!!!, él y Dolors su mujer han sido mi gran apoyo, hemos vivido momentos de nervios pero todo ha valido muy mucho la pena, sin ellos este Congreso ni los anteriores hubieran sido posibles, mil, mil gracias por estar ahí amigos.

Amigos y amigas ya ha acabado el III Congreso y en breve nos ponemos con la organización del IV, esta vez dejaremos pasar un poquito más de tiempo para que tengamos tiempo de preparar un gran programa pero ya nos ponemos en marcha!!!

Comunicaros que colgaremos en el blog todas las presentaciones, los audios de las conferencias, las fotos y algunas grabaciones que hemos hecho, todo como siempre a cargo de Carlos Fernández y del fotógrafo Jordi que ahora una vez acabado el Congreso vuelven a hacer un súper trabajo los dos.

Y es que  las cosas hechas con amor es imposible que salgan mal.

Un beso muy grande a todos los que hacéis posible este proyecto ya continuamos!!!!


Mónica